Descubierta por los franceses, comprada por los holandeses y explotada por los ingleses, Nueva York ha sido un enclave de oportunidades desde su fundación en el siglo XVII. Sin embargo, la ciudad de los rascacielos sufre del mismo mal que la majestuosa Venecia. Ambas se hunden. Lo hacen de una manera lenta, pero sin pausa. Y el cambio climático no ayudará a paliar los efectos de esta amenaza real.
Y es que la ciudad de los rascacielos parece que hace aguas y que con el paso de los años la mega urbe sucumbirá si no se toman medidas.
Un estudio publicado en la revista multidisciplinar Earth’s Future explica que el hundimiento de Nueva York se debe a dos variables, las causas naturales y las antropogénicas. Las primeras se dividen a su vez en otras dos. Por una parte están la relacionarlas con las causas tectónicas, debidas al mismo suelo donde se asienta Nueva York -arcilla, limos, gravas y rocas-, en el estuario del río Hudson.
Por otro lado, en el de las causas antropogénicas, el estudio aborda de manera específica las provocadas por la construcción del área urbana de la ciudad. Al parecer, el inmenso peso de todo ese entramado de edificios empuja hacia abajo a la capital económica de Estados Unidos.
Los expertos han calculado que la ciudad se hunde cada año entre 1 y 2,1 milímetros debido a la presión provocada por los 764 millones de toneladas que pesan los 1.084.954 edificios contabilizados en el área urbana. Los cálculos no incluyen el peso de los vehículos y ni de sus 8,4 millones de habitantes.
Los estudios han constatado que ese hundimiento no es uniforme a lo largo y ancho de la ciudad. Todo depende del tipo de suelo sobre el que están los edificios.
Nivel del mar
Dentro de las causas atropogénicas está el sobrepeso urbanístico que empotra a Nueva York en el terreno y la imparable elevación del nivel del mar. Este aumento es de entre uno y seis milímetros anuales debido al deshielo de los casquetes polares y de los glaciares del planeta.
Mientras que en Venecia tratan se salvar sus centenarios edificios con súper estructuras bajo la laguna, en el caso de Nueva York la solución no es tan sencilla. Como en otras ciudades costeras, la salvación pasaría por levantar diques de contención.
Desde 1950 el agua que rodea Nueva York ha subido unos 20 centímetros. Los últimos huracanes que azotaron la urbe -el último fue Ida en 2021-, han mostrado lo que depara el futuro si no se construyen esos diques.
Lejos queda el año 1524 cuando el navegante Giovanni da Verrazzano, a sueldo de la corona francesa, llamó Nueva Angulema a que lo que hoy es la isla de Manhattan. Han sido amortizados con creces los 24 dólares que en 1626 pagó Peter Minuit, gobernador de la Compañía Neerlandesa de las Indias Occidentales, a los indios por la isla. Medio siglo después el terruño fue a parar a manos de los ingleses, lo rebautizaron como Nueva York.
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