Djokovic derrite el sueño de Alcaraz en París

Djokovic derrite el sueño de Alcaraz en París

«¿Qué hago con Novak, lo mato a palos? ¿O alargo los puntos al máximo? ¿Qué hago?», pregunta desesperado a la grada un Carlos Alcaraz que está terriblemente incómodo desde el primer punto. Está en la primera semifinal de Roland Garros de su vida y algunos se han equivocado pronosticando una victoria clara del murciano ante el que posiblemente sea el mejor tenista de todos los tiempos. Novak Djokovic siempre es favorito cuando salta a una pista. Y si lo hace con una nueva final de Grand Slam en el horizonte, aún más. Busca su 34ª final en un ‘Major’. Insuperable. Domina el serbio. Sufre el murciano. No debería sorprender a nadie, pero a muchos les sorprende.

Juan Carlos Ferrero, uno de los que no se fiaba antes de la semifinal, está serio. Pero transmite confianza a su pupilo. Le dice que se anime, que se mueva y que intente cosas distintas. «Todo el mundo tiene un plan… hasta que recibe el primer puñetazo». Es la frase más conocida de Mike Tyson, uno de los mejores boxeadores de la historia con permiso de Muhammad Ali, Rocky Marciano y Sugar Ray Leonard. Todos eran buenísimos y todos salían siempre al ring con un plan muy claro… Hasta que recibían el primer golpe y entonces aquello ya se convertía en un ejercicio de supervivencia.

Tyson está en la primera fila de la Philippe Chatrier y graba todo el rato el partido con su móvil. Se lo pasa bien. Como todos. El tenis se parece al boxeo. Solo una red separa a los púgiles, que no se golpean en la cara, sino con la raqueta. El duelo es físico y psicológico. No basta con tener una muñeca prodigiosa. Y es clave tener un plan después de recibir el primer puñetazo. Alcaraz lo tiene. Y lo demuestra reponiéndose a la pérdida de la primera manga con una segunda preciosa, en la que ambos jugadores ofrecen lo mejor de su repertorio. Y en el cuerpo a cuerpo se impone Alcaraz.

Las tornas han cambiado. Un parcial para cada uno y un nuevo partido a tres sets, con más de dos horas de paliza en el cuerpo, eso sí. Alcaraz ha llegado a la semifinal más fresco, con cuatro horas menos en pista que Djokovic. La abarrotada grada de la Philippe Chatrier acaba de presenciar cerca de 80 minutos de tenis fantástico, en una tarde que tanto recuerda a aquellas en las que el mismo serbio y otro español, el de Manacor, hacen fácil lo difícil. Rizan el rizo y hay motivos para soñar, porque cuando la temperatura sube y Alcaraz entre en calor entendemos que puede suceder cualquier cosa. Mejor Djokovic en el primer set (6-3). Mejor Alcaraz en el segundo (5-7).

Hace calor y aparecen muchos abanicos en la tribuna. 30 grados en París en la edición de Roland Garros más calurosa que se recuerda en mucho tiempo. Ni una gota de agua en dos semanas en un torneo que habitualmente se ve afectado por las inclemencias del tiempo. También hace viento y, al igual que el sol, es algo que no molesta para nada a Alcaraz, acostumbrado al calor y al aire. Cunde el optimismo en el box del murciano. Se anima Ferrero.

Sin embargo, al inicio de la tercera manga, ocurre lo que nadie esperaba. 1-1 y Alcaraz se lesiona cuando acude a golpear de revés una pelota a priori sencilla. Es un calambre. O eso parece. ¿Se ha hidratado bien el murciano durante el encuentro? Debería. ¿Qué ha fallado esta vez en su cuerpo? Pronto lo sabremos. «Se te va a pasar, se te va a pasar…», tranquiliza Ferrero a Alcaraz cuando cambia de lado, tras ver cómo la jueza de silla le quita un juego entero por ser atendido por el fisio fuera de los plazos permitidos por el reglamento. El 2-1 le viene gratis a Djokovic. Y el 3-1, también, ya que Alcaraz no se mueve. «No puedo, no puedo», se queja el número 1 del mundo. No se retira, pero no puede. Y así se esfuma su sueño. Lo que sigue es un simulacro de partido, en el que Djokovic celebra más de la cuenta algunos puntos frente a un rival que se mueve a la pata coja por la pista central de Roland Garros.

El público francés abuchea al serbio por su mala educación y agranda un poco más esa relación de amor-odio que existe entre la Philippe Chatrier y Novak Djokovic. Despedida con honores para Alcaraz, quien demuestra que puede pelear con quien sea y donde sea. Pero a sus 20 años su cuerpo también deja señales preocupantes: de nuevo le falla en un duelo de máxima exigencia. Carlitos ganará Roland Garros. Eso es seguro. Pero lamentablemente no será este año.

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