«¡Te la arranco! ¿Merece la pena que te la arranque?»

«¡Te la arranco! ¿Merece la pena que te la arranque?»

Una tarde de un martes cualquiera que dos amigos iban a despachar fumando unos porros en la casa de uno de ellos, acabó de la peor manera imaginable. A las ocho de la tarde del pasado 23 de mayo nada hacía presagiar que, unas horas después, en la madrugada del día siguiente, uno de ellos terminaría apaleado, con un dedo machacado y su pene aplastado por unos alicates.

Durante dos horas, la víctima, de 30 años y vecino de Alcantarilla, fue torturada y retenida, junto a otras dos personas, hasta que los cinco raptores, tres hombres y dos mujeres, obtuvieron un dinero que le reclamaban por un supuesto robo de una plantación de marihuana que tenían en una casa de la pedanía murciana de Nonduermas. La Policía Nacional puso fin a la pesadilla, cuando el hombre logró llamar al 091 en un descuido de sus raptores, y los agentes los detuvieron.

La víctima se encontraba esa tarde del mes de mayo en la casa de un amigo, en la pedanía murciana de El Palmar, consumiendo marihuana. Cerca de las 20.00 horas, su compañero recibió la llamada de su cuñado, A. J.: «Vente a mi casa con tu amigo y seguimos fumando».

A la víctima se le hizo de noche cuando le colocaron una toalla que le cubrió la cabeza y le pusieron un trapo en la boca para que no se escucharan los gritos

Los dos amigos decidieron trasladar los bártulos y fueron en coche hasta la vivienda, situada en Nonduermas, donde A. J. vivía con su madre, la pareja de esta (un varón de nacionalidad marroquí) y su hermana (la pareja del amigo de la víctima). Al llegar, les abrieron la puerta y se saludaron. No había nada sospechoso. Era habitual que se juntaran para compartir unos canutos. Lo habían hecho otras veces.

Pero al entrar al comedor de la casa vieron a un conocido, un ciudadano de origen colombiano, sentado en el sofá, llorando y con la cara totalmente inflamada por los golpes que había recibido. «Vuestro amigo ya ha cantado: habéis sido vosotros», les dijo el marroquí, novio de la dueña de la casa. Nada más acabar de pronunciar esa frase, lanzó un puñetazo a la mandíbula de uno de los recién llegados.

«¡Ha sido el de rojo!», gritó el suramericano magullado en el asiento del sofá y señalando a la víctima, que vestía una camiseta de ese color. Tras esa acusación, se desencadenó una avalancha de golpes, amenazas e insultos hacia el vecino de Alcantarilla.

La propietaria de la vivienda arremetió contra él con un palo y le golpeó en la cabeza y en el cuerpo, al tiempo que le decía «¡Bastardo!», según consta en la declaración que ofreció la víctima a los agentes en dependencias policiales, y a la que LA VERDAD ha tenido acceso.

Pero la clave del caso fue la entrada en escena de un amigo de la pareja de la mujer, Mohamed, otro ciudadano marroquí. Fue esta persona la que, supuestamente, llevó el peso de los actos de tortura que se iban a producir en el domicilio. Este hombre se acercó al denunciante y le puso la punta de un machete de grandes dimensiones en el cuello: «¿Y si te lo clavo y te corto la oreja? ¿Y si te mato?», le dijo. No acabaron ahí las amenazas: «Tendrás padre, madre, hermana. Yo hoy los mato y mañana estoy en Marruecos», le advirtió.

«La hierba va a salir», gritó el ciudadano marroquí que le había puesto el cuchillo en el cuello. Acto seguido y viendo que la víctima no le proporcionaba información alguna acerca de la cosecha de marihuana sustraída, lo llevó al fondo de un pasillo y lo sentó en una silla.


Restos de la instalación de la plantación de marihuana que había en la casa.


«La hierba va a salir»

A la víctima se le hizo de noche cuando le colocaron una toalla que le cubrió la cabeza. Le pusieron, además, otro trapo en la boca, para que no se escucharan los gritos que iba a lanzar por los golpes que estuvo recibiendo. No supo qué objeto era, porque no lo vio, pero era parecido a un palo. También hubo puñetazos.

La tortura alcanzó su punto álgido cuando Mohamed pidió unos alicates a la dueña de la casa. «La hierba va a salir», dijo. Con esa herramienta le apretó un dedo de una mano. Viendo que no conseguía la información que quería, le bajó los pantalones. Le agarró el pene «apretando con mucha fuerza, mientras le decía: ¡Que te la arranco! ¿Merece la pena que te la arranque?», relató la víctima a los policías nacionales.

Un descuido salvador

Todo este martirio duró unos 20 minutos. Pero no acabó hasta dos horas después, cuando la víctima ofreció a sus raptores mil euros que tenía guardados en su casa. Mohamed y A. J. subieron a un coche con la víctima. Una vez que estuvieron en el interior del inmueble, les dio el dinero: «Vale, pero te vienes con nosotros unos días más, hasta que solucione el tema». La víctima dudó, temió por su vida. Sabía que esos días no llegarían y cuando estaban saliendo de la casa, aprovechó un descuido para cerrar la puerta de la vivienda y dejar a los agresores en la calle. Llamó al 091, a la Policía Nacional.

«Estás muerto. Vamos a venir todos los días. ¿Merece la pena?», le gritó desde el exterior Mohamed. Minutos después llegaron varias patrullas policiales. Vieron a los raptores marcharse y hablaron con la víctima. Los policías le acompañaron hasta un centro médico de Alcantarilla, donde le asintieron de las heridas que presentaba.

Una vez que fueron informados del rapto y de la tortura por el presunto vuelco de droga, y sabiendo que otras dos personas podían estar aún secuestradas, numerosas dotaciones cercaron la casa. Los agentes detuvieron a los cinco implicados y constataron que en la vivienda ya no se encontraban los retenidos.

Agentes del Grupo de Policía Judicial y de Policía Científica de Alcantarilla realizaron un registro en el domicilio y hallaron en la planta superior dos aires acondicionados, dos extractores, ocho luminarias y siete ventiladores. Era la instalación de la plantación de marihuana que había sido cosechada, origen de todo lo sucedido. Además, encontraron un cuchillo, dos porras, una navaja y los alicates, supuestamente empleados durante la tortura.

Los arrestados quedan en libertad a la espera del juicio


El abogado Jorge Novella.


Nacho García / AGM

La Policía Nacional detuvo a los cinco supuestos implicados en el rapto de los tres hombres, y la tortura de dos de ellos. Tres de los arrestados (la propietaria de la casa, su hija y su pareja, el hombre de nacionalidad marroquí, que fue defendido por el abogado penalista Jorge Novella) quedaron en libertad poco tiempo después de su detención. Mohamed, el supuesto torturador, y A. J. el hijo de la dueña de la vivienda y amigo de uno de los retenidos, estuvieron en prisión una semana, y pasado ese tiempo quedaron en libertad a la espera de la celebración del juicio. Por su parte, la principal víctima solicitó una orden de protección, ya que tenía mucho miedo, temía por su vida y su integridad física.

El otro afectado, de origen colombiano, quien había sufrido otra paliza en la casa de Nonduermas momentos antes de la llegada de los dos amigos, declaró a los agentes que no quería denunciar, «porque tiene miedo, y se lo va a pensar», según aparece en las diligencias del caso. Los agentes reflejan que este hombre presentaba en el momento de la declaración «una herida en el pulgar de la mano izquierda, las orejas inflamadas, y lateral derecho de la cara inflamada».

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