Carlos Alcaraz sufre en su regreso a la hierba

Carlos Alcaraz sufre en su regreso a la hierba

Dicen que los niños están desapareciendo de Londres, una ciudad que se está convirtiendo en un lugar imposible para las familias. Por la inflación, por el elevado precio de los alquileres, por los sablazos en las guarderías y por un ritmo de vida incompatible con la conjugación del verbo conciliar. Y debe ser verdad eso de ya no hay niños en la gigantesca capital británica, ya que en la entrada de Carlos Alcaraz al Queen’s Club, el exclusivo recinto privado de West Kensington que alberga el ATP 500 londinense previo a Wimbledon, no le espera ni un solo chiquillo.

Todos los que le piden autógrafos y selfis son adultos. Se para Carlitos con un tipo con pinta de hooligan, de esos con los que si te cruzas un sábado por la noche en Torrevieja cambias de acera por si las moscas. Ni rastro de la ya habitual estampa de una miriada de niños rodeando a Alcaraz en busca de su firma. Un matrimonio mayor se fotografía con el chico de El Palmar, debutante en Queen’s y gran reclamo de un torneo en el que, no obstante, no es el favorito. Tiafoe, Rune, Fritz, Ruusuvuori e incluso Murray están por delante del joven jugador murciano en la lista de candidatos a levantar la copa en la final del domingo.

Empieza el partido y en la abarrotada pista central de Queen’s tampoco hay niños. Busca y busca el realizador y un buen rato después la cámara encuentra a una cría sonriendo junto a su madre. Estamos en el final del primer set. Y también sonríe por vez primera el niño de 20 años que no termina de sentirse cómodo en la cancha. La hierba es una superficie extraña para él. Inhóspita. Rara. Pero por fin acaba de soltarse. O eso parece. Ha salvado una bola de set y, con dos restos siderales, ha quebrado el servicio de su rival. Así, ha escapado de una situación muy complicada. Sin embargo, en el siguiente saque, con su servicio cada vez más débil, entrega el set de un modo un tanto absurdo el francés Arthur Rinderknech, número 83 del mundo. 4-6 para el galo.

Un ‘lucky loser’

Tres horas antes de que Carlitos se estrene en la hierba londinense le han cambiado el rival. El joven Arthur Fils, lesionado, ha renunciado a participar en el cuadro principal del torneo tras ganarse su oportunidad en una fase previa en la que tumbó a Grenier y Popyrin. Le sustituye Rinderknech, un lucky loser que se mueve como pez en el agua en el césped y que va a meter en muchos problemas a Alcaraz. Lo saben en su equipo. Las cosas se pueden poner feas. Y se están poniendo feas.

Rinderknech es un tallo que mete unos palos tremendos. Es fuerte con su saque y sabe cuándo se puede atacar con el resto. No es el tipo más talentoso del mundo, pero en hierba es un hueso duro de roer. Tiene 27 años y todo lo que haga ante el número dos del mundo será positivo. Cuando desayunaba en el hotel solo pensaba en coger el vuelo de vuelta a casa. A la hora del té está poniendo en mil problemas al tenista que está llamado a mandar en el circuito durante la próxima década. El galo no cambia el gesto. Pero va ganando y cada vez está más cómodo.

Como no hay niños en la grada, el realizador vuelve a mostrar un primer plano de la misma niña de antes. Vuelve a reír. También lo ha vuelto a hacer Alcaraz, quien ha esquivado una temprana eliminación a base de corazón y talento. Porque se ha quedado con el segundo parcial (7-5) tirando de fe y con varios golpes marca de la casa que, por un momento, nos recuerdan al Alcaraz que somete a todos sus rivales en tierra batida. No se queja Carlitos. Al revés, se anima y se adapta a lo que hay. Esto es hierba y hay que ganar como se gana en hierba.

Rinderknech no se rinde. Vende cara su derrota. Rema y rema, hasta forzar el desempate final en la tercera manga. Y en esa muerte súbita aparece el mejor Alcaraz, el zagal convertido en hombre. Aplomo, serenidad y confianza para triturar a su oponente en el ‘tie-break’ decisivo (7-3). Sobrevive Alcaraz, un aprendiz en una superficie adversa. Un chico que sueña en una ciudad hostil. En segunda ronda espera el checo Jiry Lehecka, otro especialista en hierba que este martes pudo con el malagueño Alejandro Davidovich.

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