Sánchez vacía su agenda del fin de semana para preparar el cara a cara con Feijóo

Sánchez vacía su agenda del fin de semana para preparar el cara a cara con Feijóo

Pedro Sánchez ha marcado como prioritario en la campaña electoral del 23-J incrementar su presencia en los medios de comunicación, principalmente en televisión, con especial atención a los debates electorales. Por ello, desde Ferraz anunciaron este martes que el presidente del Gobierno vaciará su agenda este fin de semana –tenía previsto un mitin en Plasencia (Cáceres)– para preparar el cara a cara que mantendrá el lunes con el presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo, en Atresmedia. El líder gallego, en cambio, mantendrá su calendario tal y como estaba planeado originalmente: con actosel sábado en Zamora y el domingo en Pontevedra.

Pero en este rally mediático en el que está inmerso Sánchez, en ninguna de las entrevistas a las que se ha prestado hasta ahora –en su intento de pinchar la «burbuja» del ‘antisanchismo’– había durado tanto como la de este martes en el programa de Ana Rosa Quintana en Telecinco. Más de una hora de toma y daca con una de las comunicadoras a las que desde la Moncloa se señala como altavoz de esa supuesta campaña destinada a derribarlo que el presidente del Gobierno atribuye a ciertos poderes económicos a los que nunca termina de identificar.

El encuentro, en el que el jefe del Ejecutivo reiteró la acusación de que el 90% de los programas emitidos por los cadenas y radios del país están monopolizados por los conservadores, estuvo cargado de interrupciones que le impidieron mostrar relajo. «Permítame que hable», «bueno, esa es su opinión», «si me deja»… Pero una hora da para mucho y Sánchez logró, pese a todo, colocar el mensaje que ahora más le ocupa, sirva o no para retener al votante moderado y frenar su fuga al Partido Popular: el de que eso que la oposición llama ‘sanchismo’ es solo un cúmulo de «manipulaciones, mentiras y maldades». «Insidias», dijo.

El presidente del Gobierno situó en esa esfera las sospechas de que el cambio de posición respecto al Sáhara Occidental sea consecuencia de un chantaje de Marruecos, después de haber tenido supuestamente acceso al contenido de su teléfono móvil (y al de varios de sus ministros) gracias a la infección con el programa espía Pegasus. No solo se presentó como víctima de una campaña de descrédito contra él, sino que aseguró que también se ha actuado contra su mujer a la que, según dijo, desde algún medio se ha situado al frente de una red de narcotráfico en el país magrebí. «El problema es que no tienen nada contra mí porque soy un político limpio. No soy perfecto, pero soy limpio», argumentó.

Cambios de opinión

Como en la mayor parte de las entrevistas concedidas hasta ahora, en lo que supone una clara enmienda a la totalidad de la política de comunicación que ha regido toda la legislatura, el presidente del Gobierno también se afanó en negar que realmente tuviera pactos con Bildu (solo acuerdos «puntuales» para sacar adelante leyes concretas); que dijera jamás que no podría dormir por la noche con Podemos en el Gobierno (sí dijo que no podría hacerlo con el partido de Iglesias al frente de Hacienda, Seguridad Social o la política energética) o que mintiera cuando dijo que los condenados del ‘procés’ cumplirían íntegras sus condenas.

Y, sobre todo, cargó contra Alberto Núñez Feijóo. «Una cosa es que yo cambie de criterio para lograr un objetivo que es el de lograr la convivencia en Cataluña y otra lo que ha hecho el señor Feijóo, que dijo en este programa que si tenía que perder Extremadura lo perdería y luego abre la puerta de gobiernos autonómicos y presidencias de parlamentos a Vox», dijo tras insistir en que esos pactos sellados por los populares implican «retrocesos» en derechos.

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