Alcaraz se da un festín y jugará su primera final de Wimbledon

Alcaraz se da un festín y jugará su primera final de Wimbledon

Los sueños se cumplen y el deseo de Carlos Alcaraz de jugar la final de Wimbledon contra Novak Djokovic tendrá lugar este domingo (a partir de las 15:00 horas) en la pista central del All England Club. Ahí se enfrentará el español al serbio por el título de Wimbledon; el primero para uno, el octavo para el otro. El asalto al trono para el murciano, el bocado al deporte y a la historia para el de Belgrado.

Alcaraz, con apenas 20 años recién cumplidos, ya es el tercer hombre español en disputar la final de Wimbledon, junto a Manolo Santana (1966) y Rafael Nadal (de 2006 a 2011) y el sexto en total, sumando a Arantxa Sánchez Vicario (1995 y 1996), Conchita Martínez (1994) y Garbiñe Muguruza (2015 y 2017).

El murciano es, además, tras derrotar a Daniil Medvedev (6-3, 6-3 y 6-3), el cuarto finalista más joven en la Era Abierta de Wimbledon, solo por detrás de Bjorn Borg, Boris Becker y Nadal.

Derrotar al ruso es derribar una barrera moral que quedó grabada en su memoria al caer con Djokovic en las recientes semifinales de Roland Garros. Ahí le atenazaron y maniataron los nervios, esos que solo aparecieron este viernes en los compases finales cuando Alcaraz estaba cerca de ajusticiar a Medvedev, sombra de lo que debería haber sido.

El ruso no tuvo ningún arma para competir a Alcaraz. Nada. Fue un hombre perdido, a merced de lo que dictaba el juego del español, que generaba tanto lo bueno como lo malo. Era su raqueta la que dirigía el encuentro y la que en cuanto vio una vía de escape decidió adentrarse en la victoria.

Apreció Alcaraz junto a su equipo una grieta en el segundo saque del ruso y se lanzó a por ella -dejó a Medvedev en un 30 % de puntos con segundo servicio ganados (10/33)-. Así llegó la primera rotura, tras dos restos ganadores seguidos, uno de los golpes más difíciles del tenis. También tuvo problemas el ruso, de piernas largas, para encontrar las dejadas del español, que encontró ahí otro filón y ganó las cuatro primeras jugadas.

Así, Alcaraz se embolsó el primer set, sufrió en el segundo una bola de ‘break’ que solventó con un ‘ace’ y se apresuró a aumentar la ventaja en el segundo con tres juegos consecutivos. Con 6-3 y 3-1, Medvedev estaba descompuesto, pidiendo explicaciones a su banquillo y con un tenis completamente plano y dócil ante el de Alcaraz, mucho más rico en matices y mucho más difícil de superar desde el fondo.

El martillo del español siguió golpeando hasta el marcador abusivo de 6-3, 6-3 y 3-0. Solo tres juegos separaban a Alcaraz de lograr su victoria más aplastante en un Grand Slam, pero lo llamativo es que no era en una primera ronda de París o Nueva York, era en unas semifinales de Wimbledon y ante la tercera mejor raqueta del mundo.

Por eso le atacaron los nervios. Hubo cuatro roturas seguidas, dos para cada lado, y siempre con la sensación de que el partido seguí bajo control porque era Alcaraz el que fallaba o ganaba. Ni siquiera el potente saque de Medvedev era capaz de asirle de la pechera y sacarle del bache. Estaba hundido y cuando Alcaraz le remató, con un ‘passing’ de derecha a la carrera, solo pudo dar la mano e irse de la pista. Ahí quedaba Alcaraz, con los brazos en alto y con el billete a la final de Wimbledon conseguido.

«Es un sueño hecho realidad», confirmó, al mismo tiempo que se daba una oportunidad contra Djokovic en la final. «Creo en mí mismo y confío en que puedo ganarle», aseguró.

El domingo, el tercer duelo entre los dos mejores del planeta, tras las semifinales de Madrid 2022 (Alcaraz) y las de Roland Garros 2023 (Djokovic). Además, el número uno estará en juego, se lo quedará el ganador.

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