Viaje al máximo esplendor cultural de Uryula

Viaje al máximo esplendor cultural de Uryula


Jesús Nicolás

Sábado, 15 de julio 2023, 10:22

Acostumbrado el cada vez más exigente público oriolano a ver embajadas donde el espectáculo está servido y forma parte elemental de las entradas mora y cristiana, el desfile de anoche fue mucho menos guerrero, pero no por ello exento de lujo y del siempre profuso ornato. En esa línea, los Moros Almohabenos, orgullosos embajadores de este año y encabezados por su valí José Germán Torres, hicieron de su paseo triunfal, más que una batalla con jinetes, fuego y pólvora, la recreación misma de las virtudes que la cultura andalusí dejó arraigadas en el ser mismo de la ciudad.

Y es que, entre cinco siglos de presencia musulmana, hubieron, por supuesto, épocas de mucho esplendor y belleza. Etapas, a menudo, que surgen casualmente en momentos de zozobra militar y política. Así le pasó a la noble Uryula. A medio camino entre las taifas de Murcia y Alicante, se vio en este caso beneficiada por un esplendor de la cultura islámica peninsular sin precedentes. Un momento en la historia de la Reconquista en la que su castillo y sus rabales se convirtieron en refugio de los más prestigiosos artistas y estudiosos del islam. Hablamos de la llamada ‘Wizara Isamiyah’.

Con la Armengola y su escolta a la cabeza, el paso leve de los Moros Almohabenos representaron con abundante boato, música y sobre todo mucha huerta aquella gloriosa época. El regadío así se convirtió, contra lo que el fuego venía representando en anteriores embajadas, en protagonista absoluto del desfile al igual que, sin duda, representa el mejor legado de Al-Ándalus en la Vega Baja y con toda la carga simbólica que para el mundo musulmán tiene el líquido elemento, signo de pureza y de vida.

Este sábado será la entrada cristiana, cuya embajada recae este año en la comparsa de los Caballeros de Santiago

Bancales transformados en vergeles, norias y acequias rebosantes. Ingenios, todos ellos en definitiva de manufactura islámica, representados sobre el salón-carroza de un embajador moro transmutado en emir de aquel sultanato oriolano de las letras. «Queríamos que nuestra embajada estuviera inspirada en Orihuela y estuviera representada nuestra idiosincrasia», explicaba en compañía de su mujer e hijos el que ayer se convertía en el quinto embajador de la historia de esta comparsa, que bebe de los orígenes mismos del renacimiento de la fiesta allá por 1975.

Aparte de la gran factura, los Almohabenos destacaron por encima de todas las agrupaciones moras por su tamaño. Un total de 21 filas sirvieron de escolta a Torres, en su mayoría ataviadas con sus trajes en blanco dorado. Y es que, según aseguran estos festeros, a la pandemia le ha seguido un aluvión de peticiones para enrolarse en las huestes de esta, la comparsa del pájaro que reposa sobre la media luna, su símbolo inequívoco.

Aspecto este último que también se ha dejó notar entre el resto de agrupaciones que desfilaron a continuación. Una representación del bando musulmán que encabezaron los Negros Egipcios, como grupo al que le tocará este año próximo organizar la embajada, y que cerraron los Moros Escorpiones como representantes de los mahometanos en la pasada edición, la primera después de la covid.

Con el castillo en manos de los seguidores de Alá, mañana le tocará a la embajada cristiana tomar al asalto la plaza y las calles con otro desfile que se prevé pletórico y que encabezarán los Caballeros de Santiago y su comandante Fernando López. El domingo será el desfile infantil y el lunes, Día del Pájaro, los oriolanos dirán adiós a sus fiestas de la Reconquista con el tradicional desfile de la Gloriosa Enseña del Oriol.

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