«El Bolas estaba buscando que lo matasen»

«El Bolas estaba buscando que lo matasen»

El policía nacional se disponía a abrir el maletero del Audi A6 de color negro que llevaba estacionado varios días en el aparcamiento del hospital Los Arcos de San Javier. Sabía muy bien lo que podía haber dentro, por lo que, antes de accionar la pata de cabra con la que forzar la cerradura, se colocó una mascarilla. Al abrir la puerta del vehículo, un fétido olor a carne en descomposición emanó del interior. El hedor atravesó el aparcamiento empujado por el viento, hasta llegar hasta la decena de curiosos que se asomaban tras la cinta del perímetro policial.

«Cuando lo han abierto los policías se han echado hacia atrás y todos se han puesto las mascarillas», declaró uno de los testigos del macabro hallazgo. «Ha salido un olor muy fuerte porque el viento nos lo ha traído».

Lo que había dentro del maletero era el cuerpo desmembrado de Javier R. H., alias ‘El Bolas’, exjugador de balonmano, exdj de locales de La Curva de Lo Pagán. Se dedicaba, en apariencia, a la venta de inmuebles y terrenos.

La Fiscalía reclama para Chulín, el único inculpado, 15 años de cárcel, pero la acusación particular eleva la petición a 25 años

Javier estaba desaparecido desde el 11 de febrero de 2015 y pasaron ocho días hasta que la Policía Nacional, gracias al rastreo y último posicionamiento de su móvil, dio con el cadáver. A El Bolas le habían descerrajado dos tiros a bocajarro, uno en un lado del cráneo y otro en la nuca. La cabeza y los brazos estaban seccionados del tronco y todo el cuerpo había sido introducido en una bolsa de basura, un ritual que hacía pensar que el macabro hallazgo era obra de unos sicarios por algún ajuste de cuentas.

En ese momento, comenzó la investigación de uno de los crímenes más brutales de la última década en la Región. Un asesinato que llegará a estrados a principios del próximo año y por el que el único acusado, Jesús Ángel, ‘Chulín’, afronta una petición por parte del fiscal de 15 años de cárcel y de hasta 25 años por parte de la acusación particular.

El caso lo asumió la Unidad de Delincuencia Especializada y Violenta (Udev) de la Jefatura Superior de Policía, ya que la desaparición fue denunciada en la Comisaría de Alcantarilla, donde residía Javier, de 47 años. El registro del coche fue crucial para el desarrollo de las pesquisas, puesto que, además de los 7.000 euros que hallaron escondidos (con lo cual, se descartaba el móvil del robo), los especialistas policiales localizaron dos teléfonos móviles. Uno de ellos, un viejo Nokia con tan solo tres contactos en su agenda. Tirando del hilo, averiguaron que Javier se dedicaba a mover grandes cantidades de cocaína, que tenía contactos en Colombia, Holanda y Argentina y que era propietario de inmuebles en Ibiza, Alicante y Granada. De los interrogatorios a sus allegados, se confirmó su relación con el narcotráfico y todo hacía indicar que el asesinato y las drogas iban de la mano.

A pesar de las innumerables diligencias realizadas por los investigadores, casi un año después de aparecer el cuerpo, el asunto seguía atascado y la identidad del autor o autores del crimen era una incógnita. En diciembre de ese año, los especialistas de la lucha contra el crimen habían centrado sus indagaciones en las relaciones que El Bolas tenía en locales de ocio de Ibiza. Pero, a finales de ese mes, una llamada anónima les hizo virar las miradas de nuevo hacia la Región. El informante les dijo que el asesinato de Javier estaba relacionado con una deuda económica y que un vecino de San Pedro del Pinatar llamado Jesús Ángel era el verdugo de Javier. Además, el confidente advirtió que Jesús Ángel era propietario de una finca en el paraje de Los Rastrojos, en San Javier.

Los agentes comenzaron a escarbar y descubrieron que la propiedad en Los Rastrojos estaba a escasos kilómetros del hospital, donde había aparecido el cuerpo. Además, Jesús Ángel, alias ‘Chulín’, tenía antecedentes en 1998 y 2013 como autor de un delito contra la salud pública.

Los policías descubrieron que, cuando fue detenido en 2013, en los registros domiciliarios se intervino munición de armas de fuego del mismo calibre que el que presuntamente fue utilizado para asesinar a Javier. Además, comprobaron a través del rastreo de la antena de telefonía que su móvil estaba situado en la misma zona del hospital de Los Arcos el 11 de febrero por la tarde.

Al otro lado del teléfono

Con estos datos, los investigadores pensaron que el soplo podía ser bueno y solicitaron al juzgado de Primera Instancia e Instrucción número 7 de San Javier intervenir su teléfono.

En las innumerables escuchas practicadas, los investigadores destacan una que mantuvo Jesús Ángel con su mujer el 18 de agosto de 2016. En ella, el hombre le dice a su mujer que no había ido al entierro de Javier porque sabía que la Policía iba a interrogar a todos los asistentes, algo que él quería evitar. «Viste como yo sabía que los iban a llamar a todos […] todos fotografiados. Todos para declarar. Si yo hubiera estado allí, me hubieran llamado también».

A partir de ese momento y en el mismo diálogo, Jesús Ángel se «calienta», tal y como señalan los investigadores, y, refiriéndose a Javier, dice: «Que le den. Yo no le deseaba esto, pero que le den, porque casi yo lo hubiera hecho».

Seguidamente, Jesús Ángel hace mención a que Javier le reclamaba una deuda de 50.000 euros y a lo que su esposa le dice: «Pero de ahí a que mates a una persona». «Pero bueno, si me dice que tengo que pagárselos, ¿qué hago?», responde él. A lo que ella vuelve a comentar: «Hombre tampoco lo vas a matar». «Hombre, no, le voy a dar 50.000 euros y me voy a callar».

El extracto de la conversación ahonda en una afirmación que para los agentes y a juicio de la instrucción «puede llegar a ser determinante» y es cuando Jesús Ángel expone que las maneras de El Bolas eran muy agresivas, que estaba «pero a malas, a muy malas […]. Y si este me presiona y tal, ¿qué hago yo? Un tiro en la cabeza y me lo limpio. Claro». Los investigadores apuntan al final del párrafo del documento que fue de esa manera precisamente como murió Javier. Finalmente, la mujer se refiere a la forma en la que apareció el cuerpo y se pregunta si es que no tuvieron suficiente con matarlo, a lo que Jesús Ángel le contesta: «Eso era para coger y que no lo encontrasen, se quedaron a medias […]. Bueno, da igual, matado está, pero estaba buscando que lo matasen».

Jesús Ángel fue detenido en noviembre de 2016 y en el registro de su domicilio y de la finca rural en Los Rastrojos se hallaron casi 180.000 euros en efectivo escondidos en un zócalo, además de una pistola semiautomática, varias armas blancas y elementos que lo relacionarían con el tráfico de cocaína. En la finca se intervino una bolsa de basura similar a la que contenía el cuerpo desmembrado. Además, en una caseta de la propiedad faltaba una pequeña sierra en el panel donde estaban colocadas las herramientas.

A pesar de los indicios, el caso fue archivado en dos ocasiones, pero, en 2019, la Sección Quinta de la Audiencia Provincial, con sede en Cartagena, ordenó la reapertura de la investigación judicial. Ahora se encamina a juicio.

«Jesús Ángel es otra víctima de este brutal crimen»

La defensa de Jesús Ángel, asumida por el abogado penalista Eduardo Romera, afirma que en la instrucción del caso existe una ausencia notoria de pruebas sólidas que incriminen al acusado. Añade el letrado que la causa ha sido archivada en dos ocasiones, «algo a tener en cuenta», destaca.

Este penalista adelanta, asimismo, que la defensa no se acogerá a ningún tipo de acuerdo con respecto a Jesús Ángel, «aunque el mismo consistiese en un mes de prisión», ya que «nuestro cliente no ha cometido el delito tan atroz del que se le acusa». Añade que es una víctima más de este brutal crimen. «Se le ha destrozado la vida por la acusación formulada». Esta parte sostiene que las conversaciones intervenidas telefónicamente y que señalan a su cliente «se han sacado de contexto y han sido interpretadas erróneamente por los investigadores». Entiende la defensa que «la acusación formulada a nuestro representado, que llevaba cinco años sin hablar con el fallecido, ha sido un montaje». Y que la investigación sobre Jesús Ángel se basa en una llamada anónima que tira por tierra siete tomos de diligencias iniciales y siguientes líneas de investigación razonables. «Quien hizo esa llamada sabía muy bien lo que verdaderamente estaba ocurriendo y supo cómo despistar la investigación criminal», concluye Romera.

Enlace de origen : «El Bolas estaba buscando que lo matasen»