La temperatura del mar en España está 3 o 4 grados por encima de lo habitual

La temperatura del mar en España está 3 o 4 grados por encima de lo habitual

Mientras prácticamente la totalidad de España se ahoga con el exceso de calor, el mar parece un más que deseable refugio climático. Sin embargo, las costas españolas no se están quedando al margen de esta escalada. Las aguas marinas están viviendo también una subida de sus temperaturas y son, por así decirlo, menos refrescantes de lo que se esperaría.

«Sí, las temperaturas de la superficie del mar están más cálidas de lo que deberían», confirma Marta Almarcha, meteoróloga de eltiempo.es. Puede que en algunas zonas de la costa española la escalada sea más notable, pero «todas nuestras costas, hoy en día, están más cálidas de lo que sería habitual».

En las costas del Cantábrico, por ejemplo, la temperatura se aleja de lo esperable y sus aguas se han ido calentando «desde mayo y junio», como explica Rubén del Campo, portavoz de la Aemet. En algunos casos, apunta Almarcha, en las costas españolas se están registrando temperaturas superficiales de 3 y 4 grados por encima de lo que sería habitual. En el Mediterráneo, había a finales de la semana pasada, según las cifras que comparte Del Campo, zonas ya entre 4 y 5 grados por encima de lo esperable.

Aunque las costas gallegas en general no estaban viéndose tan afectadas, como indica el meteorólogo de la Aemet, los datos satelitales de algunos puntos de la costa coruñesa, aporta por su parte Almarcha, también se han llegado a ir hacia los 3 grados de más. En Canarias, otro punto atlántico, en la mayoría de las islas, apunta la experta, la anomalía está por encima de los 2 grados.

«Las temperaturas del mar están conectadas con las de la atmósfera»

Marta Almarcha

Meteoróloga de eltiempo.es

Las razones de esta escalada incluyen una mezcla de factores. Las olas de calor hacen que el agua se caldee, la ausencia de vientos impide que se enfríe y, como recuerda Del Campo, «hay una tendencia a largo plazo, en la que el mar se está calentando también». «Las temperaturas del mar están conectadas con las de la atmósfera», indica Almarcha, «sabemos que los océanos absorben cerca del 93% del exceso de energía atrapada en la atmósfera». Si hace calor fuera, también hará calor dentro.

Aun así, y por mucho que las olas de calor que estamos viviendo impacten, las razones del problema van mucho más allá. La escalada de temperaturas del mar «no ocurre solo durante las olas de calor», explica la meteoróloga, porque «llevamos meses con temperaturas por encima de lo normal» que tienen a su vez su eco en los océanos. Y, aunque las costas españolas son las que tenemos más cercanas —y, por tanto, más presentes—, el calentamiento marino se está produciendo a nivel global. Esto está llevando, de hecho, a que se hayan ido alcanzando récords de temperatura mundiales en el agua marina. «Nunca había estado tan cálida», explica Del Campo, «y ahí está la mano del cambio climático». Los mares, advierten los expertos, se están «tropicalizando».

Un golpe para la biodiversidad

Esta situación crea un contexto complicado para los hábitats marinos. «Los cambios de temperatura en el mar son extrañísimos», explica David Nácher, biólogo y divulgador científico de la Fundación Oceanogràfic. Si los seres que viven fuera del mar son capaces de adaptarse a los cambios de temperaturas, lo mismo no ocurre para los que lo hacen en los ecosistemas marinos. Es decir, no son capaces de regularse para afrontar una oscilación.

En el mar, lo habitual es que la temperatura se mantenga constante. Que esto no ocurra es un choque al sistema. «Es como si tú estás a 20 grados y te llevan de pronto al medio del desierto del Sahara, y con la chaqueta puesta», apunta el biólogo.

«Los cambios de temperatura en el mar son extrañísimos»

David Nácher

Biólogo y divulgador científico de la Fundación Oceanogràfic

Obviamente, un cambio tan dramático tiene consecuencias. Como ejemplifica Nácher, para un atún dos o tres grados de variación en las temperaturas obliga a cambiarse de aguas. Este nuevo contexto podría llevar a que algunas especies desaparezcan —un problema natural pero también uno económico, porque afecta a los caladeros de pesca o a la acuicultura— y poner en una complicada situación a aquellas que no se pueden mover, como las estrellas marinas. «El cambio de temperaturas altera el ecosistema en general, sin saber cuáles serán las consecuencias», apunta el experto. «La biodiversidad se ve muy afectada», concluye.

Y el cómo ya es algo que hemos visto en otros veranos. «Las altas temperaturas afectan a la productividad y a la distribución de los organismos marinos desde los más grandes a los microscópicos», afirma Almarcha. «Uno de los ejemplos que todos tenemos en mente son las proliferaciones de medusas en nuestras playas, que aumentan en muchos casos en verano cuando las temperaturas suben», señala.

Además, como recuerda Nácher, «la temperatura no solo afecta a los organismos». Los océanos están conectados y las alteraciones pueden provocar efectos en cadena. Igualmente, estas grandes masas de agua son claves para la propia temperatura del planeta. «Es la pescadilla que se muerde la cola», resume. Si las temperaturas escalan y los mares se calientan, los océanos no ayudarán a regularlas. Los mares están pagando el precio del cambio climático y, con ese precio, se lastran sus capacidades para ayudar a luchar contra sus efectos.

Las consecuencias no se notarán solo a pie de playa. «Que llueva menos o más en Madrid o que haga menos o más calor en Extremadura depende de los océanos», indica Nácher.

Lluvias torrenciales

De hecho, es quizás en la previsión del tiempo donde la ciudadanía puede ver de forma más tangible el efecto directo que estas elevadas temperaturas del mar tienen en la vida cotidiana. Tanto Del Campo como Almarcha destacan el efecto que tienen ya en las temperaturas nocturnas en las zonas costeras, donde se ha pasado del ‘por la noche refresca’ a récords de calor que impiden dormir bien. Las brisas marinas, advierte Del Campo, se vuelven más débiles. Así, la población está perdiendo confort térmico.

«Que llueva menos o más en Madrid o que haga menos o más calor en Extremadura depende de los océanos»

David Nácher

Biólogo y divulgador científico de la Fundación Oceanogràfic

No es la única posible consecuencia. «Los efectos pueden ser muy variados: cuanto mayor sea la temperatura superficial, más humedad pueden aportar los océanos a la atmósfera y actuar como «gasolina» para las tormentas, haciéndolas más intensas», indica Almarcha. Esto supone, en resumidas cuentas, que «añaden intensidad y extremosidad a las lluvias torrenciales», como explica Del Campo.

¿Puede esto suponer también que España se enfrente de pronto a fenómenos como ciclones y huracanes, propios de las aguas tropicales? «Puede, sí, pero es especular», responde el portavoz de la Aemet. Los ciclones, recuerda Del Campo, ya tienen sus rutas hechas, aunque lo que esta escalada de temperaturas marinas puede lograr es que si se desvían ‘resistan’ más y lleguen a Europa con «condiciones casi tropicales». No es algo tan remoto: ya ha pasado. Ophelia en 2017 con sus fuertes vientos —vientos que agravaron los incendios forestales— fue uno de ellos.

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