‘Barbie’: mejor fenómeno cultural que película

‘Barbie’: mejor fenómeno cultural que película

Desde que se anunció que Barbie tendría una adaptación cinematográfica, la pregunta surgió de inmediato: ¿podrá Greta Gerwig salir airosa al recuperar en 2023 un icono tan problemático como el de esta muñeca? La incógnita ya ha sido despejada: sí, lo ha conseguido. ¿Del todo? Eso tenemos que matizarlo.

El relato oficial, uno dictado por Mattel (la marca tras el juguete), cuenta que en los años 50 Ruth Handler, la inventora de Barbie, quiso introducir en el mercado una muñeca en la que las niñas pudieran verse reflejadas y así no seguir jugando solamente con muñecos de bebés, que las situaban en el rol de madres. «Quería que las niñas soñaran con que podían ser cualquiera cosa», dijo Handler. El único problema es que, durante mucho tiempo, lo imposible fue ser una Barbie. Para varias generaciones, esa silueta con cintura de avispa y pie en punta ha acabado representando el hecho de que las mujeres estemos programas para perseguir una perfección inalcanzable.

De ahí que el reto para Greta Gerwig y Noah Baumbach, con quien firma el guion, fuera mayúsculo. O bien podían ignorar esa herencia tan turbulenta y entregarnos un publirreportaje de Mattel (la película cuenta con la aprobación de la compañía, lo que invitaba a cierto escepticismo) o bien idear alguna pirueta que, con una relectura feminista de por medio, consiguiera que Barbie perteneciera al siglo XXI. No solo se han decantado por lo segundo, sino que, además, no ignoran lo primero. El trato entre cineasta y marca parece haber sido claro: «Celebraremos lo bueno y nos reiremos de lo malo». Esa jugada a modo de fábula incluye guiños y autocrítica, pero en varios momentos resulta algo esquemática y deliberadamente obvia.


Una escena del filme con los principales actores, Ryan Gosling y Margot Robbie.


Barbieland se nos presenta como un mundo de fantasía que está dominado por las barbies, es decir, se trata de un matriarcado: hay una presidenta, médicas, juezas, ganadoras del Premio Nobel… Los ken también viven en él, pero no pintan nada. El personaje de Margot Robbie, la ‘Barbie estereotípica’ (pocas decisiones de casting más acertada que ésta) siempre está acompañada por su particular Ken (Ryan Gosling), un hombre inseguro que necesita de la mirada de ella para existir, para sentirse realizado.

Ritmo e imaginación

No en vano, es un muñeco que siempre se ha vendido como ‘la pareja de’ y ahora adolece de cualquier autonomía. Los ken son celosos y huecos. Es uno de los pocos aspectos donde la caricatura parece derrapar. Por lo demás, ese universo rosa y plasticoso en el que cada noche hay una fiesta de pijamas está rodado con mucho ritmo e imaginación.

Reportaje

La trama se complica cuando Barbie necesita dar el salto al Mundo Real y descubre que esa otra dimensión, la nuestra, es un patriarcado. Así, haciendo que la muñeca pruebe su propia medicina, Gerwig nos muestra el proceso literal, y no figurado, por el que una muñeca puede hacerse carne, real, humana.

De los ojos de Margot Robbie brotarán lágrimas y comenzará a dudar de sí misma, de su razón de ser. ¿A alguien se le ocurre un concepto más pertinente pero también más cacareado que el síndrome de la impostora? En ese sentido, la película parece tachar todas las casillas de lo que mediáticamente define el feminismo de la cuarta ola y lo hace con gracia, pero con un discurso que podría enriquecerse con matices.


Distintos momentos de la película en los que destacan la dirección artística y el diseño de vestuario


Warner

Imagen principal - Distintos momentos de la película en los que destacan la dirección artística y el diseño de vestuario

Imagen secundaria 1 - Distintos momentos de la película en los que destacan la dirección artística y el diseño de vestuario

Imagen secundaria 2 - Distintos momentos de la película en los que destacan la dirección artística y el diseño de vestuario

De Greta Gerwig se podía esperar más. Es una directora que en el pasado ha demostrado su sensibilidad a la hora de retratar los personajes femeninos y las relaciones entre ellas y con ellos. Ahí están la madre y la hija de ‘Lady Bird‘ o el amor y la complicidad (pero también las tensiones y los celos) que se vivían entre las ‘Mujercitas’ y también con sus pretendientes. La propuesta de ‘Barbie’, en cambio, se queda estancada en un mundo binario donde ellas van por delante -sin tropiezos, sin riñas, sin diferencias- y ellos son unidimensionales. Quizá me equivoque, ¿pero esto último no es lo que le echábamos en cara a ‘Los Serrano’ hace quince años?

De todos modos, después de la intensa campaña de promoción, a ‘Barbie’ no se la puede juzgar solo como película ni como ‘blockbuster’, sino como un fenómeno. Entre los estrenos de Hollywood que últimamente coquetean con corporaciones y marcas (Nike, ‘Blackberry’, ‘Tetris‘…), este es el que supera todos los récords. Sin duda, será la película del verano, también su banda sonora, y lloverán los artículos sobre feminismo, marketing y colecciones de Zara. Si el objetivo era alcanzar a la mujer millennial, han dado en la diana.

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