Muere Tony Bennett, a los 96 años

Muere Tony Bennett, a los 96 años

Tony Bennett, el último ‘crooner’ y una de las grandes voces estadounidenses, ha fallecido este viernes a los 96 años de edad. Diagnosticado de alzhéimer en 2016, cinco años después el artista abandonaba los escenarios para siempre. Lo hacía ofreciendo dos conciertos acompañado de Lady Gaga, con quien publicaría su último álbum de estudio, ‘Love for Sale’. Un extracto de aquellos recitales se viralizó entonces porque Bennett llevaba años sin reconocer a la artista neoyorquina –siempre la llamaba «corazón»– y en aquellos conciertos, cuando Lady Gaga salió a escena, Bennett dijo su nombre sobre las tablas del Radio City Music Hall de Nueva York, para sorpresa de una cantante emocionada que gritaba y rompía a bailar.

Los fallos en la memoria habían empezado mucho antes, concretamente en 2015. Fue entonces cuando Bennett le dijo a su esposa que no recordaba los nombres de los músicos que lo acompañaban día a día sobre el escenario. No le dieron mucha importancia, al fin y al cabo, tenía ya 90 años, así que los escribieron en un folio que el artista tenía siempre a mano. Un año después, los médicos confirmaban la mala noticia. Lo más curioso es que la desorientación en la que vivió inmerso los últimos años de su vida desaparecía cuando comenzaba el show, como si un interruptor devolviera al Bennett de toda la vida durante noventa minutos. «Ya no es el viejo Tony, aunque cuando canta sigue siendo el viejo Tony», explicó su tercera mujer, Susan Crow.

De orígenes italianos, Anthony Benedetto nació en Astoria, un barrio del distrito de Queens (Nueva York), en 1926. Perdió a su padre, un tendero que mantenía a cinco hijos, con tan solo diez años, y fue su madre quien sacó a la familia adelante a base de coser y coser. Influido por Mel Tormé, su admirado Bing Crosby y artistas de jazz como Louis Armstrong, su tío, un bailarín de claqué, le introdujo en el mundo del espectáculo. Le debió gustar porque encaminó su educación hacia las artes en un instituto donde además de música se aficionó a la pintura –tres de sus obras están expuestas en la colección permanente del Smithsonian–. Benedetto se formó como cantante en las bodas y celebraciones del barrio hasta que con dieciocho años recién cumplidos fue a combatir en Alemania durante la II Guerra Mundial.

A su regreso a Estados Unidos, continuó actuando hasta que fue descubierto por la actriz y cantante Pearl Bailey, a la que posteriormente telonearía. En uno de aquellos recitales, el actor Bob Hope se quedó tan sorprendido que se lo llevó de gira y le hizo el regalo de su vida al sugerirle que cambiase su nombre por el de Tony Bennett. Tras grabar ‘Boulevard of Broken Dreams’, su voz, con un fraseo perfecto y un magnético swing, llamó la atención de los cazatalentos de Columbia, que lo convirtieron en una estrella durante la década de los cincuenta y principios de los sesenta. A aquella etapa pertenecen éxitos como ‘Because of you’ o ‘Blue Velvet’. Su éxito era tal que daba siete conciertos diarios, tenía su propio programa en la NBC, y el público no le daba la espalda cuando se acercaba a propuestas más jazzísticas y difíciles con discos como ‘The Beat of My Heart’, grabaciones con la orquesta de Count Basie o las aventuras junto al pianista Bill Evans.

El declive

Sin embago, a mediados de los sesenta, con la llegada de Los Beatles y la popularización del rock, su peso en la industria comenzó a decaer. Su decisión de no recurrir a éxitos del pop, a diferencia de cantantes como Pat Boone y Paul Anka, provocó su silencio discográfico durante buena parte de los setenta y los ochenta. Para entonces Bennett estaba tan enganchado a la cocaína que ni en sus mejores sueños podía imaginar la resurrección comercial que protagonizaría en los años posteriores. Sus intentos de adaptarse a las corrientes rock en los 70 habían acabado en naufragio: siempre volvía a los seguros casinos de Las Vegas, donde tenía a su público natural. El ‘crooner’ no solo se libró por los pelos de morir de sobredosis: Hacienda estuvo a punto de embargarle su casa de Los Ángeles.


Lady Gaga y Tony Bennett, durante un recital en Los Ángeles.


Reuters


El culpable de que resurgiera de sus cenizas fue su hijo Danny, que había fracasado con su hermano como músico. Bennett empezó a grabar discos de fuste, a aparecer en los programas estrella de la televisión y a hacer duetos con artistas que podrían ser sus nietos. Tras la muerte de su viejo amigo Frank Sinatra en 1998, que lo llegó a calificar como «el mejor cantante del mundo», quedó como la última gran estrella viva del ‘show business’ clásico, que en su proceso de adaptación a los nuevos tiempos podía criticar el belicismo de George W. Bush o hablar de sus problemas con las drogas.

Fue precisamente su hijo y representante quien anunció en 2021 que Bennett se retiraba. «No habrá más conciertos. Fue una decisión difícil para nosotros, ya que está en buenas condiciones», contaba entonces en ‘Variety’. 50 millones de discos y 19 grammys después, el artista más veterano de la Columbia con standards como ‘I Left My Heart In San Francisco’ y ‘The Shadow Of Your Smile’ decía adiós apenas unos días después de llenar Radio City Music Hall junto a Gaga. La cantante se sumó en 2014 con el álbum ‘Cheek to Cheek’ a la pléyade de estrellas que ha grabado duetos con Bennett, entre las que se encuentran George Michael, Paul McCartney, Bono, Elton John, Diana Krall, Stevie Wonder, Mariah Carey, Amy Winehouse, Gloria Estefan y… Miguel Bosé.

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