«Parece que vivimos en un crematorio», confiesan los vecinos de Alcantarilla, uno de los ‘hornos’ de la Región

«Parece que vivimos en un crematorio», confiesan los vecinos de Alcantarilla, uno de los ‘hornos’ de la Región

«Sudo la gota gorda después de caminar apenas quince minutos desde el lugar de mi trabajo hasta mi domicilio», explica Michel, una vigilante de una empresa situada en la periferia de Alcantarilla, la quinta ciudad de la Región de Murcia, con casi 42.000 habitantes. Su afirmación podría resultar lógica si se pensara que el trayecto que hace esta mujer, de 31 años, se realiza en plena tarde, cuando más arrecia el sol. Sin embargo, hace ese recorrido a medianoche, cuando ha terminado su jornada laboral y las temperaturas rozan los 30 grados en este municipio dormitorio situado a unos 10 kilómetros de la capital murciana. «Trabajo a la intemperie, al aire libre, pero intento estar quieta y situarme bajo una sombra para evitar desmayarme, pero sufro en mis carnes la humedad, la falta de viento y las altas temperaturas que tenemos durante las noches en esta localidad», cuenta Michel en la calle Mayor, la principal arteria de Alcantarilla, después de haber recogido a primera hora de la tarde a su hijo de poco más de 10 años de la escuela de verano, donde intenta dejar de lado el calor extremo con actividades acuáticas.

«Llego calada a casa, como si me hubiese lanzado a mí misma un barreño de agua caliente que, luego, hace sentirme pegajosa y que me obliga a ir directa a la ducha», prosigue la madre. Bajo un tórrido sol, se dirige a la piscina de Alcantarilla para refrescarse y evadirse de lo que tacha de «calor insoportable» antes de volver a su trabajo.

La zona metropolitana de Alcantarilla suele registrar las temperaturas más cálidas de la comunidad autónoma. Los vecinos no podrán olvidar el 15 de agosto de 2021 cuando una ola de calor pulverizó los récords de temperatura. En la estación meteorológica de la Base Aérea de Alcantarilla se alcanzaron los 47 grados centígrados. «La ciudad estaba desértica, pero los que nos quedamos por trabajo no sabíamos dónde resguardarnos. De la oficina a casa y sin apenas respirar el aire abrasador», recuerda María José, oriunda de esta localidad, que podría considerarse el ‘horno’ murciano. «Tuve que pedir ventiladores a mis padres que estaban en la playa para intentar la manera de poder enfriar el poco aire que corría por el apartamento», añade esta profesora de escuela infantil, de 35 años, que define a su ‘pueblo’, como le gusta denominarlo, el «cocedero». «Una siente como si se abrasara o al menos a punto de hacerlo», matiza María José, mientras agita un abanico morado. A mediados de julio, la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) informó de que Alcantarilla había rozado los 45 grados, una atmósfera de infierno que supuso la mayor marca registrada en la Región.

Junto al paso de las vías de ferrocarril, desde donde provenía el tren procedente de Madrid hasta la llegada del AVE el pasado diciembre, Alejandro Serrano camina a paso lento. Apenas unos centímetros se separa su cuerpo de la pared que desprende una corta sombra. «Estoy llevando fatal el calor; en realidad, nos olvidamos de otras veces que hemos sufrido olas de calor porque siempre pensamos que nunca hemos pasado un peor momento como ahora», afirma este jubilado de 68 años, que solo sale a la calle estos días si necesita ir a la consulta de su médico. «Parece como si estuviéramos viviendo en un crematorio», asevera Serrano, que confiesa que solo hace vida en el salón de su casa, donde tiene el aire acondicionado. Cada vez más las casas en la Región de Murcia disponen de aparatos que trasladan el aire fresco a todos los rincones del domicilio.

A pocos metros del pensionista, Presentación está esperando a su hermana para ir a la playa. Está sentada en una silla de metal de una heladería donde no ha consumido nada, pero es el único lugar donde hay una pequeña sombra que ofrece un árbol. «Pongo a funcionar el aparato del aire acondicionado día y noche; no se puede estar con estas temperaturas que se prolongan en el tiempo cada vez más», indica esta señora, de 66 años, justo antes de subirse al coche rumbo a La Manga del Mar Menor.

A pocos metros, aparece una anciana mientras una mujer empuja de su silla, tienen prisa por llegar a su casa, tras visitar a un familiar. Se apresuran. En la misma situación está Mari Carmen, un ama de casa que acaba de realizar la compra en el supermercado más cercano a su casa. Cargada con dos bolsas, se limita a suspirar. «El calor extremo que nos golpea desde hace tiempo se debe a que estamos viviendo sin duda una emergencia climática, aunque algunos quieran negarlo o no verlo; normalmente no persisten las temperaturas tantos días como actualmente; nos vamos a cocer vivos», exclama.

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