Los desechos plásticos están ampliamente presentes en las playas del Mar Menor y en los estómagos e intestinos de sus peces, incluidas las especies comerciales que pueden ser encontradas en las pescaderías de la Región de Murcia, según constata la tesis doctoral de Dolores Rojo Campillo en la Universidad Politécnica de Cartagena (UPCT), en la que se analizaron 17 doradas salvajes y se hallaron polímeros sintéticos en todas ellas.
La investigación doctoral, dirigida por el profesor de la UPCT Javier Bayo, miembro fundador del grupo de trabajo del Ministerio para la Transición Ecológica que aborda este fenómeno, y codirigida por Pedro Martínez Baños, evaluó la presencia de microplásticos en sedimentos costeros de doce playas de la ribera continental y el cordón litoral del Mar Menor, así como en el puerto de Cartagena y en Cala Cortina, donde la presencia de desechos plásticos es significativamente inferior, según indican los resultados de los análisis. En el caso de la bahía cartagenera, los análisis se hicieron con financiación de la Cátedra de Medio Ambiente de la Autoridad Portuaria.
Materiales agrícolas
En las playas del Mar Menor se detectó una media de 52 microplásticos en cada kilogramo de sedimento seco costero. Las partículas identificadas tenían 13 colores distintos y procedían de 18 familias poliméricas, lo que demuestra su origen múltiple.
Los polímeros más frecuentes fueron los polietilenos de baja y alta densidad y los polivinilos, utilizados en materiales agrícolas y construcciones navales, «lo que señala a la agricultura, los puertos deportivos y los clubes náuticos existentes en el entorno estudiado como fuentes de origen de estos microplásticos y establece la necesidad de una mejora en la gestión de residuos y limpieza de playas», explicaron los investigadores.
La proximidad a los cultivos aumenta la concentración de los microplásticos, según refleja la tesis de la UPCT, que también señala que la presencia de vegetación podría actuar como elemento de contención.
Redes de pesca
En las doradas estudiadas se encontraron una media de 16 microplásticos y más del 70% eran fibras, «relacionadas con la rotura y pérdida de redes y aparejos de pesca en el mar», apuntaron los investigadores. Se identificaron nueve familias de polímeros, siendo los más abundantes los polietilenos de alta y baja densidad.
Los científicos vienen alertando desde hace años de la invasión de microplásticos en el mundo marino. Los primeros registros de su impacto en los ecosistemas datan de la década de los 70, aunque no se advirtió su presencia en zonas acuáticas hasta el año 2013. Desde entonces, muchos han sido los estudios que han probado su amplia presencia en el mar, y la facilidad con que acaban en el sistema digestivo de los animales.
Los microplásticos se han detectado en alimentos, en agua de consumo, en muestras de aire y en las heces humanas en análisis realizados en distintos países. Un estudio de la Universidad Politécnica de Cartagena reveló que las depuradoras urbanas retienen entre el 90% y el 96% de estas partículas sintéticas, y uno realizado en 2017 en la Universidad de Alicante probó su presencia en la sal de consumo en concentraciones que iban de 60 a 280 micropartículas por kilo.
La invasión invisible que llega a través de alimentos y bebidas
La ubicuidad de los microplásticos ha quedado constatada en diversas investigaciones. Allí donde los científicos los han buscado, los han encontrado: en la nieve recién caída, en la sangre humana, en la leche materna, en el aire… En este contexto, una de las grandes dudas son sus posibles efectos sobre la salud. Las estimaciones más recientes indican que, de media, cada persona podría ingerir entre 0,1 y 5 gramos de microplásticos cada semana a través de alimentos y bebidas. Investigadores del CSIC probaron el pasado año que su digestión puede alterar la microbiota y hacer caer la cantidad de bacterias beneficiosas en el colon.
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Enlace de origen : La UPCT detecta más concentración de microplásticos en peces del Mar Menor