Locura en Yecla por ver a Eva Navarro en la final del Mundial

En la cafetería Quimera de Yecla, lugar talismán de las finales para la familia Navarro, minutos después de las 14.00 horas sonó el ‘Qué viva España’, obra de Manolo Escobar. Allí, los seres queridos de Eva Navarro se congregaron para disfrutar y sufrir por momentos la final del Mundial femenino de fútbol. El local no es muy grande, pero allí se reunieron decenas de personas que sobrepasaron en intensidad la voz de Manolo Escobar cantando el estribillo de una canción que es casi un himno.

Era el momento de felicidad de un país, de una Región, de una pequeña localidad como es Yecla y de una familia, los Navarro, que veía cómo la niña se proclamaba campeona del mundo en un 20 de agosto que pasará a la historia del fútbol español.

Hubo en Yecla este domingo una mujer que se mostró infatigable. Estuvo animando y yendo de un lado a otro empujando en la celebración. Era la madre de Eva Navarro: Eva García.

La madre de la jugadora acudió al auditorio para vivir junto a los aficionados la final. Vestida con la equipación de la selección española y el número 15 a la espalda sobre el que se leía Eva Navarro. Llegó levantando al público con un aplauso, saludando a todos los presentes y soltando alguna lágrima de emoción.

La madre de la jugadora vivió allí la primera parte junto a la alcaldesa de Yecla, Remedios Lajara. Gritos, aplausos, algún que otro susto, y mucha emoción. Todo junto se mezcló en una primera parte donde el gol de España provocó una explosión de júbilo entre los vecinos de Yecla.

Para la segunda parte, la madre de la jugadora se desplazó a la cafetería Quimera junto a decenas de vecinos y el resto de la familia Navarro. Allí estaba la abuela de la jugadora, Fina: «Me gusta mucho el fútbol y entiendo pese a que tengo muchos años. Y mi nieta es muy buena», explicó la mujer octogenaria que también lucía una camiseta de la selección española y no dejaba de animar frente a una de las cuatro pantallas que el dueño del local había habilitado.

La tensión fue creciendo mientras pasaban los minutos. Cuando Eva Navarro empezó a calentar se escuchó un estruendo dentro del bar. Eran las ganas de ver a la «chiquilla», la vecina del parque que jugaba en Las Pozas al fútbol, salir a disputar una final del Mundial. Pese a la expectación, finalmente el entrenador no quiso que Eva jugara unos minutos.

Sin embargo, en Yecla lo tenían claro: lo importante era ganar. Y la silenciosa tarde de agosto de Yecla se transformó en un grito con el pitido final de la árbitra.

Tanto en el auditorio como en la cafetería Quimera se desataron las alegrías, las lágrimas, los abrazos y las ganas de vivir el triunfo de España y de la joven de Yecla que nunca se quitó de la cabeza que quería jugar al fútbol.

Minutos después, las chicas de la Selección levantaron la copa con la mirada de la madre dirigida a la pantalla gigante del auditorio municipal. Allí, Eva García miraba a su hija, que se encontraba a miles de kilómetros, y decía en voz baja: «Mírala qué feliz está. Es campeona del mundo con 22 años. Nos queda mucha Eva Navarro. Ha merecido la pena todo el sacrificio».