Noah Lyles acepta el reto de ser el nuevo rey de la velocidad

Noah Lyles acepta el reto de ser el nuevo rey de la velocidad

El atletismo necesita un nuevo rey de la velocidad y Noah Lyles está dispuesto a aceptar el reto. Desde la marcha de Usain Bolt, los 100 metros no han vuelto a ser lo mismo. Hace falta un dominador, un atleta de refencia que gobierne en la recta y devuelta el espectáculo a las gradas. Y puede que lo haya encontrado en este estadounidense que de espectáculo sabe un rato, pero también de correr rápido. Lyles, cada vez más maduro, cada vez más centrado, dejó claro este domingo que ya no es solo un especialista en 200 metros.

Hay que tener valor para plantearse el doblete en un Mundial, bajar de distancia y decir en la previa: «Aspiro a lograr tres medallas de oro (100, 200 y relevo 4×100) y batir el récord del mundo de Usain Bolt en el 200». Bien, de momento tiene un tercio del trabajo hecho, ganando la medalla más difícil tras una final de 100 metros donde sacó los colores a los velocistas más puros con un crono de 9.83.

Lyles, 26 años (Gainesville, Florida), basó su victoria en la salida. En series fue muy deficiente, pero en semifinales estuvo mucho mejor, mucho más convencido. Por el camino cayó el vigente campeón, Fred Kerley, que se molestó por las declaraciones previas de Lyles y que ayer no estuvo a la altura. Su oro se jugaba en la salida. Si estaba a la altura de sus rivales, sus opciones se multiplicarían. Y pese a que Coleman y Tebogo fueron más rápidos, Lyles llegó al 50 muy bien situado. Era su momento, el de desplegar toda su potencia, para abrazarse en la meta al primero de los tres oros que busca en Budapest. Tras él, Tebogo y Hughes completaron un buen podio, ambos con 9.88.

Un pasado complicado

Aunque no es Bolt, porque nadie se puede comparar con el jamaicano, Lyles tiene muchas papeletas para ser uno de los triunfadores en el Mundial. Tiene carisma y un pasado complicado que ha logrado dejar atrás. Porque Lyles lucha contra la depresión desde su infancia. Una grave amigdalitis a los seis años le llevó a estar un largo periodo hospitalizado y, a la vuelta al colegio, algo no funcionaba. Era incapaz de seguir el ritmo de la clase, lo que provocó las burlas de sus compañeros, que le acosaron durante un largo tiempo. Después descubrieron que era disléxico y que sufría un trastorno por déficit de atención. El bullying fue parte de su vida hasta que el atletismo le salvó.

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«La pista era el único lugar en el que todo iba bien, en el que no había problemas, en el que podía estar tranquilo». Ya siendo un velocista reconocido, la pandemia le golpeó hasta tal punto que admitió que tuvo que tomar antidepresivos para salir adelante. Amante del rap, de la pintura, de Dragon Ball y de las piezas de Lego, que colecciona en su casa de Florida, a sus 26 años Lyles quiere ser el referente de la velocidad.

El del fondo, de momento, es Joshua Cheptegei, que sumó este domingo su tercer título mundial de 10.000 metros. El ‘príncipe de Kapchorwa’, en las faldas del monte Elgon del este de Uganda, se ha convertido en el referente de las carreras de fondo. Ayer la final volvió a ser un juego entre Uganda, Kenia y Etiopía del que salió ganador Cheptegei.

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