España derrota a Irán y sigue creciendo en el Mundial

Tal debía de resultar su calma que los jugadores de Sergio Scariolo pusieron el despertador a y cuarto. Exactamente los diez minutos que invirtieron en desperezarse, sacudir las legañas adheridas a los ojos y meter los pies dentro de las zapatillas de baloncesto.

Porque el primer acto del compromiso ante el conjunto asiático transcurrió enterito a contracorriente. El 6-15 del minuto 7 era la consecuencia de un ritmo plano, una atonía peligrosa a esas horas tempranas de la tarde que incitan a la siesta reparadora. A ‘La Familia’ le faltaba la agresividad de las discusiones propias de los lazos sanguíneos a ambos lados del campo.

Nada de vueltas de tuerca atrás ni derramar una gota suplementaria de sudor adelante. Se añoraba entonces un grito huracanado, o al menos una palmada vigorosa, que colocase un duelo visto para sentencia de antemano dentro de los cauces de la normalidad. Algo así como el ingreso de una segunda unidad que sólo dejó sobre la pista a Parra como miembro del quinteto inicial y elevó el nivel defensivo del bloque.

La primera ventaja

El goteo electrónico andaba a punto de alcanzar el minuto 11 cuando España se cobró su primera renta. Una entrada lateral de Aldama (18-17) que taponaba unas dudas inconcebibles de entender por la distancia sideral que separa a ambas selecciones. El caso del pívot de los Grizzlies, un chico formado al otro lado del Atlántico pese a un físico nada aparatoso más común en Europa, encarna en un solo tipo el gen intrínseco a los equipos de Scariolo. Sus conjuntos van de menos a más, progresan sobre la marcha. Como el interior que juega en Memphis según la senda que abrieron los hermanos Gasol para mayor gloria de la franquicia estadounidense.

Con él y Garuba, cómo no, se fugó La Roja en su previsible huida hacia adelante. Tan lógica la aceleración como su demora en hacerla cuando un adversario se siente tan superior al otro. Aldama fintaba el tiro exterior antes de irrumpir suavamente en la zona y depositar con dulzura la pelota en el cesto iraní. Se le unió Juancho, el menor de la nueva saga familiar dentro del combinado español, para cuajar su mejor partido en ataque. Capacidad para romper a los rivales le sobra porque en las tardes buenas se le caen los puntos de las manos. Así que el cuadro hispano, que vivía de las rentas amasadas en el segundo cuarto, enfilaba la recta de tribunas con la seguridad de un triunfo irrebatible.

Entre tanta tranquilidad Lllull alimentaba las dudas que genera en el ocaso de su formidable trayectoria. Que nadie se juegue la pasta a que fallará la canasta de la verdad porque su hoja de servicios va repleta de milagros cuando no existe el camino del retorno. Pero cada vez es menos fiable en esos lanzamientos arqueados de los que ha nutrido una carrera asombrosa.

Willy se une a la fiesta

Adidas resume su ideario en un eslogan entusiasta. Pero sí hay cosas imposibles, como la derrota de España frente a semejante adversario. Salvo desmayos consecutivos sobre el parqué igual que caen las fichas del dominó. Ai a ‘La Familia’ le sobraron los actos nones, bien que aprovechó los pares. A la fiesta de Juancho y en menor medida Aldama se sumó Willy al aprovechar los agujeros de una defensa asiática que recordaban los huecos grandes de un queso célebre. Con todo el género vendido, La Roja ya huele la fragancia del cruce de xuartos a cuarenta minutos de distancia. Los que necesita para abatir a la respetable Letonia y tejer aún más los sueños.