Los arqueólogos descubren un jardín islámico en Murcia en lo que se creía que era una balsa de riego

Los arqueólogos descubren un jardín islámico en Murcia en lo que se creía que era una balsa de riego

Como un inesperado giro de guion de la típica serie de moda de Netflix, una que siga los pasos de unos intrépidos arqueólogos, aunque algo menos aventureros que el mítico Indiana Jones; como una vuelta de tuerca argumental que cambia todo lo previsto durante estos días por los expertos. Restan apenas dos semanas para el fin de la campaña de excavaciones desarrollada este verano, con el impulso del Ayuntamiento de Murcia, en tres enclaves capitales del Sitio Histórico de Monteagudo y Cabezo de Torres: el Castillejo, el molino Armero y la conocida como alberca de Larache. Comenzaban a cerrarse esta semana los trabajos en este último punto, cuando apareció un hallazgo arqueológico que obligará a modificar la hoja de ruta prevista para este yacimiento.

Conocido también como el Huerto Hondo, por su tradicional uso para la producción agrícola, siempre se había considerado que la alberca de Larache podría haber funcionado antaño -concretamente desde el periodo andalusí- como una balsa de riego, por la disposición de los muros que la perimetraban. De hecho, no se había cultivado históricamente en ella mucho más que hierbas aromáticas y otros cultivos herbáceos, ya que la pavimentación tradicional que se entendía que tenía la parcela dificultaba la plantación de arbolado, según explica el pedáneo de Monteagudo, David Campoy. El trabajo de los arqueólogos parecía encaminado a confirmar este extremo, pero el sondeo realizado en el centro del huerto ha deparado una excitante sorpresa a los investigadores.

Tras su documentación y georreferenciación, se ha procedido a cubrir los hallazgos con textiles y tierra para evitar saqueos o daños a causa de la lluvia

«Si había algo más, tenía que estar ahí, dada la configuración de las estructuras andalusíes», comentaba el responsable municipal del Proyecto Estratégico de las Fortalezas del Rey Lobo, el concejal de Pedanías y Vertebración Territorial, Marco Antonio Fernández. Y no se había hecho más que empezar a excavar, cuando dio la cara el hallazgo. Se trata de una construcción hidráulica de ladrillos de barro cocido, que se corresponde con varias canalizaciones y un andén de paseo, dispuestos de manera radial y por los que fluía el agua en varias direcciones, posiblemente con una circulación constante. «Esta estructura -conservada parcialmente por las roturaciones agrícolas de la tierra- se dibuja, por tanto, como un elemento arquitectónico centralizador de un espacio ajardinado», explica Mireia Celma, arqueóloga y codirectora de la intervención que desarrolla la empresa Mediohabit junto a la Urbanizadora Municipal (Urbamusa).

«Estábamos ante un vergel»

Confirman esta hipótesis otros elementos como las características de los muros perimetrales, con un ancho mucho mayor en su parte superior que en la inferior, lo que hace pensar que su función realmente era la de permitir el paseo, según ha concluido preliminarmente el equipo que acomete la excavación. También es llamativa la disposición simétrica de los cuatro derramadores de agua identificados, los cuales tendrían como objetivo surtir de agua esta gran zona verde. «No estábamos, por tanto, como se creía, ante un embalse de riego y, ni siquiera, ante un estanque de recreo, sino ante un vergel con fuentes, canalizaciones, parterres con arbolado y espacios para pasear, como hay, por ejemplo, en El Generalife de Granada», expone Fernández, siguiendo las conclusiones de los investigadores. «Tendremos que cambiarle el nombre, puesto que se ha demostrado que no es una alberca», señalaba el alcalde de Murcia, José Ballesta, tras visitar los hallazgos el pasado viernes.

«Lo que se espera de este entorno es ilusionante», señala el alcalde Ballesta, de cara a la creación de un futuro parque arqueológico

Se trataría, por tanto, de los restos de un jardín de recreo islámico, asociado quizás a una gran almunia medieval cuya extensión real podría alcanzar el millón y medio de metros cuadrados, incluyendo en este enorme complejo palaciego no solo la fortaleza, el Castillejo y el Castillo de Larache, todos en alto, sino también un área palatina en llano con otros jardines y edificaciones. Esta es la tesis que parece haberse impuesto ya de la mano tanto de estos trabajos, ejecutados a iniciativa municipal, como de la de los que desarrolla en otros puntos del entorno el arqueólogo de la Escuela de Estudios Árabes, perteneciente al Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), Julio Navarro.

Porque si el hallazgo del jardín del Huerto Hondo supone un giro argumental en la actuación de los arqueólogos, lo hace dentro de la construcción de un relato con el que se pretende descifrar e hilar la historia de este enclave andalusí, el del Sitio Histórico de Monteagudo y Cabezo de Torres, que se presume que vivió su época de esplendor en el siglo XII, y que del que, más allá del reinado de Ibn Mardanis, el Rey Lobo, se desconoce su cronología, así como los usos y moradores de los diferentes elementos que se encuentran esparcidos por la huerta, entre bancales, maleza, casas y carriles. «Hay que indagar tanto en las influencias de la población anterior como de la posterior en este espacio; no es lo mismo el periodo de Tudmir y los posibles complejos almorávides previos, que la segunda Taifa o lo que quedó tras el paso por encima de los almohades; son periodos que se parecen como un huevo a una castaña», apostilla Celma.


Mireia Celma explica al alcalde, el edil Fernández, el pedáneo y la arqueóloga municipal los hallazgos en el muro.


J.C.


Medidas a la espera de un plan

El giro de guion de esta semana obliga ahora a armar una intervención arqueológica específica para la alberca de Larache. Para ello, primero se ha procedido a documentar todo lo descubierto, utilizando un dron para georreferenciar la zona, enlazando después los planos con documentación 3D y los alzados. Posteriormente se ha procedido a cubrir el hallazgo con un geotextil y con la misma tierra que lo recubría, para evitar saqueos o los daños que puedan generar lluvias como la que se espera para este fin de semana. Así tendrán que aguardar los restos, esperando al momento adecuado, mientras se traza un proyecto adecuado para su excavación total en extensión y su puesta en valor, incluyendo una posible musealización dentro de un futuro parque arqueológico. «Lo que se espera de este entorno es ilusionante», apostillaba junto a los restos el alcalde Ballesta.

Este trabajo llegará de la mano de la redacción del Plan Director tanto de este yacimiento, como del Castillejo -en lo que respecta a su recinto superior- y de la balsa islámica del molino Armero, que deberán estar listos durante el próximo otoño. Es también este documento un hito imprescindible para cumplir con los requisitos de justificación de la ayuda de 400.000 euros concedida por la Comunidad Autónoma en 2019 para desarrollar estos trabajos y que se ha materializado finalmente este verano, cuando casi concluía el plazo de uso. «Lo ideal hubiera sido que esta actuación se hubiera desarrollado, tal y como estaba previsto, a lo largo de 30 meses», apostilla Fernández. Para llegar a este punto fue necesario que el Consistorio culminara en dicho año la expropiación o adquisición de estos tres enclaves. Un giro de guión no acaba con la serie, sino que eleva su interés para continuar con la trama. Quedan aún muchas temporadas por delante en Montegudo.

Enlace de origen : Los arqueólogos descubren un jardín islámico en Murcia en lo que se creía que era una balsa de riego