Domingo, 3 de septiembre 2023, 08:24
Muchos de los temporeros dedicados a la recogida de la uva han colgaban esta semana sus guantes en la comarca. Es el caso del paraje natural de La Laguna de La Mata, un enclave singular en el que pasear y disfrutar de la flora y fauna autóctonas, aunque, también, un lugar excepcional para cultivar algunas de las mejores viñas materas de la provincia. Alrededor de la lámina salada se ubican unas treinta hectáreas dedicadas al cultivo de la vid, en las que este año se han vendimiado unos 50.000 kilos de uva. De estos, 20.000 kilos provienen directamente del trabajo que han realizado los jornaleros del viticultor almoradidense Hilarión Pedauyé.
El enólogo afirma que es el «mejor año» que han tenido nunca, con una sanidad de la uva «absolutamente maravillosa, sin apenas enfermedades». Pedauyé cuenta que están muy satisfechos de la producción de esta temporada, una elaboración que quieren expandir no solo por la comarca sino también por el extranjero: «Estamos en más de cuarenta países y nuestra intención es potenciar y ampliar fronteras para difundir más si cabe el vino de nuestra comarca».
Una de las causas de la buena calidad de la vid en la comarca tiene que ver con la favorable climatológica. Los cien litros de lluvia registrados en los meses de mayo y junio, y la ausencia de precipitaciones durante julio y agosto, han generado «un ciclo perfecto» para una de las producciones más tempranas de la uva.
La cosecha se traducirá en la elaboración de unas 18.000 botellas de vino en la bodega de Pedauyé, Sopla Levante. Por el momento, la uva pasará a un depósito de acero inoxidable con una temperatura controlada y una higiene máxima. Cuando el proceso de fermentación termine, el azúcar de los mostos se convertirá en alcohol y, dependiendo de la calidad, se decidirá el tiempo necesario de crianza del vino.
Sin embargo, no todo ha sido positivo para los productores, ya que, tal y como explica Pedauyé, la falta de relevo generacional supone un obstáculo a la hora de reclutar mano de obra para la agricultura. «En los campos es poco habitual ver a gente joven dedicada al trabajo agrícola, si bien es cierto que la tecnificación cada vez es mayor», algo en lo que influye de manera notable el grado de Ingeniería Agrónoma y Agroambiental que se imparte en el campus de Desamparados de la Universidad Miguel Hernández (UMH), añade el viticultor.
Veinte variedades
Las viñas que se ubican en el Parque Natural de La Mata (Torrevieja) producen diversas clases de uva. Hilarión Pedauyé cultiva en sus tierras más de veinte variedades diferentes, principalmente Monastrell, Moscatel y Merseguera, aunque también otras mucho menos conocidas, como el Forcallat blanc, la Valencí negre, la Esclafaguerre o el Ull de llebre.
Con este producto, por separado o mezcladas, se elaboran los vinos de Sopla Levante, que llevan el nombre de la tierra donde se ha cultivado su uva. Este año, la novedad de la bodega es el Matanilla, un juego de palabras que une La Mata con un guiño a Sanlúcar de Barrameda, donde también elaboran este tipo de vino con las manzanillas. La peculiaridad de este caldo es que llevan una especie de telo en la parte superior que emula a los Albaflor típicos de la provincia de Alicante. Se trata de un velo que se genera una vez fermentado el vino con levaduras que consumen alcohol, la glicerina y otros subproductos. Así se alimentan de vino en vez de mosto y lo transforman en un producto un poco más fino, elegante y profundo.
«Es una elaboración que estamos recuperando los enólogos y viticultores y que cada vez va dando mejores frutos porque aunque sea un vino más complejo, es muy agradecido», relata Pedauyé. Este un vino, explica, se destina a los mejores restaurantes: «Por el momento, solo hemos producido 600 botellas este año, pero nuestro objetivo es ir aumentando la producción cada temporada».
Un tinto con sabor murciano
Sopla Levante también trabaja en las tierras de la Región de Murcia. Mientras que en La Mata, Pedauyé produce vinos blancos, fundamentalmente, en los campos de Abanilla se centran en los tintos. Aquí sobre todo se cultiva Monastrell, una variedad de uva frutal con toques de cereza, ciruelas y frutos rojos. «Esta uva transmite muy bien la tierra donde crece y con ella se elaboran vinos muy corpulentos y profundos», detalla el viticultor.
Estas tierras murcianas son muy altas y mucho más continentales, en las que existe una diferencia térmica diaria y estacional muy acusada. Esto conlleva la proliferación de más polifenoles, unas sustancias que hacen que el vino tenga una paleta aromática mucho mayor. Pedauyé explica que en Abanilla la cosecha ha sido un poco más irregular, aunque igualmente ha tenido una calidad bastante buena, dando como resultado 4.500 kilos de uva, repartidos entre las cuatro hectáreas que trabajan en la zona.
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Enlace de origen : El «mejor año» en los viñedos de La Mata