Cruel adiós de España al Mundial

Cruel adiós de España al Mundial

El triple desesperado de Abrines desde más de diez metros para extender toda una montaña rusa de vaivenes hasta la prórroga llevaba en su giro rotatorio el aroma inconfundible de la fatalidad. Una lástima la cruel abdicación de la vigente campeona planetaria y europea, un combinado español repleto de orgullo para enmendar las adversidades al que la atosigante defensa física de Canadá en el último cuarto le privó de nutrir aún más su leyenda. Con la cara y hasta medio cuerpo asomados al cruce de cuartos, La Roja se quedó mascullando la rabia de hacer las maletas en la frialdad del hotel antes de tiempo.

Parecía que el bloque de Sergio Scariolo controlaba relativamente un duelo, para el que no figuraba como favorito, tras su espléndido desenlace del segundo cuarto y su altiva reacción en el tercero después de una aterradora vuelta de los vestuarios. 48-38 en el descanso y 73-61 antes de levantar el cortinaje del último acto. Diez minutos agónicos frente a la intensidad abrasadora del cuadro norteamericano atrás y la correlativa ceguera de ‘La Familia’ adelante.

El retador Brooks, omnipresente y dañino para los intereses hispanos toda la cita, inyectó a su conjunto nacional la fe en un triunfo quizá esperado antes del duelo y mucho más peliagudo de creer luego. Él encarnaba el valor ofensivo que La Roja extravió durante un epílogo incomodísimo. Basta señalar que Aldama -en su mejor actuación a lo largo del torneo- anotó la primera canasta de campo después de seis minutos. Todo un parto sin epidural para una España agobiada.

Crecía el grupo del español Jordi Fernández al mismo tiempo que la impotencia en el bando de enfrente. Nivelado el partido con un triple de Brooks (80-80 a 1.18 para el final), el conjunto americano se encomendó al talento sutil de su estelar base Gilgeous-Alexander, miembro del mejor quinteto de la NBA. El exterior metió una canasta de clase tras una finta de claqué y seis tiros libres consecutivos tras las faltas de rigor para detener el encuentro. Los ocho puntos con los que su bloque aseguró un triunfo complicadísimo tras un compromiso que entroniza la emoción intrínseca del baloncesto.

Momentos estelares

Tanto una selección como la otra se encontraban sin pretenderlo ante una final prematura. De jugarse previsiblemente los cuartos antes de caer con Letonia y Brasil al carácter urgente. De las presuntas suficiencias a los estados mutuos de alarma. Y el bloque de Scariolo pisó el parqué con inteligencia y valor, virtudes propias de una ‘Familia’ habituada a caer en el lado bueno del filo que tenía mal acostumbrada a su afición.

Un equipo agresivo de adelante hacia atrás, dominador del ritmo a través del rebote ofensivo que siempre procura segundas opciones y evitaba las venenosas carreras rivales. Importante Abrines durante la puesta en escena, sobresaliente irrupción de Aldama dentro de la segunda unidad y Willy Hernangómez en su faceta de martillo percutor. Cuatro minutos celestiales para abrochar la primera parte que reeditaban el gen competivo de La Roja.

Un cuadro, el de Scariolo, que enseñó toda su jerarquía moral para revertir la DANA perfecta al retorno de los vestuarios. Personales como melodías desafinadas, piezas básicas con la amenaza paralizante de las faltas, un arbitraje indigno de un Mundial y los efectos perniciosos de la intensidad canadiense. Del 48-38 del intermedio al 52-55 en poco más que un par de suspiros.

Pero visto está que España recurre a las vidas múltiples de los gatos. Con el cuajo veterano de Rudy, Brizuela desatascando el fregadero y la mejor versión de Aldama se compró la reina hasta ayer uno de esos colchones que parecen caros. Parcial de 17-6 en los tres minutos finales del tercer cuarto (73-61) y a sellar la visa para un sueño. Hasta que la intensidad atlética de Canadá trocó el descanso reparador en un sobresalto agónico. Los efectos desvastadores de una sequía y la conciencia de que España necesita un rematador hiperfiable. Una cruel abdicación del trono.

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