El Papa pide a los católicos de China que sean «buenos cristianos y buenos ciudadanos»

El Papa pide a los católicos de China que sean «buenos cristianos y buenos ciudadanos»

El papa Francisco aprovechó este domingo su presencia en Mongolia para lanzar un mensaje a la vecina China, un país con el que el Vaticano no tiene relaciones diplomáticas oficiales, pero con el que ha acercado posturas en los últimos años hasta el punto de firmar un acuerdo que permitió desatascar el nombramiento de obispos en el gigante asiático. Aunque el pacto, firmado en 2018 y renovado por dos veces, supone un significativo paso adelante para impulsar la presencia de la Iglesia católica en China, ha sido criticado por parte de los fieles locales, quienes denuncian que la Santa Sede se ha plegando a las exigencias de un régimen autoritario que no garantiza la plena independencia de la comunidad eclesiástica.

Al final de la misa que presidió en Ulán Bator, el Pontífice sorprendió a los presentes al llamar a su lado al purpurado chino y obispo emérito de Hong Kong, John Tong Hon, y al actual obispo Stephen Chow, al que creará como cardenal en el consistorio convocado en Roma el 30 de septiembre. Ambos concelebraron la Eucaristía tras acudir a Mongolia acompañados por unos 40 fieles de Hong Kong, algo que no pudieron hacer los obispos ni los feligreses de la China continental, ya que las autoridades les prohibieron que viajaran al país vecino para ver al Papa.

Francisco cogió de la mano al salesiano Tong Hon y a Chow, jesuita como él, para mandar «un caluroso saludo al noble pueblo chino», deseándole «lo mejor» y que «vaya hacia delante, progresando siempre». Luego se dirigió en particular a los católicos del gigante asiático: les pidió que sean «buenos cristianos y buenos ciudadanos». Les instaba así a colaborar con las instituciones de Pekín dejando claro que no hace falta rebelarse contra el régimen para ser un buen fiel de la Iglesia católica.

La idea de que se puede ser al mismo tiempo «buen cristiano y buen ciudadano» en China ya estaba presente en la carta que Jorge Mario Bergoglio envió a los católicos de aquella nación en 2018 tras la firma del histórico acuerdo para el nombramiento de obispos. Entonces les pidió que permanecieran «unidos» para superar «las divisiones del pasado», motivadas por la persecución comunista. En un delicado ejercicio de equilibrio para no irritar a las autoridades de Pekín, Francisco recordó además a los fieles locales que, aunque estaban llamados a «amar totalmente a su patria» y servirla «con esfuerzo y honestidad», ello no impedía que pudieran «expresar una palabra crítica» para conseguir construir una «sociedad más justa».

Antes de celebrar la misa en el palacio de deportes de Ulán Bator ante cerca de 2.000 personas, incluida la minúscula comunidad católica del país, formada por unas 1.400 personas, el obispo de Roma mantuvo un encuentro interreligioso con representantes de otros credos en el que advirtió del peligro que suponen los extremismos. «La cerrazón, la imposición unilateral, el fundamentalismo y la coerción ideológica arruinan la fraternidad, alimentan tensiones y ponen en peligro la paz», comentó el Papa, para el que las religiones ofrecen un «formidable potencial de bien al servicio de la sociedad» con el fin de construir la «armonía» entre los pueblos.

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