Colapso y dolor en los hospitales en Marrakech: «Ha muerto, mi hijo ha muerto. He perdido todo»

Colapso y dolor en los hospitales en Marrakech: «Ha muerto, mi hijo ha muerto. He perdido todo»

El terremoto más grave que se recuerda en Marruecos ha dejado sus marcas en todo el cuerpo de Nadia. Con la cara destrozada y los brazos llenos de rasguños, llora por las heridas que a simple vista no se ven: la muerte de su pequeño hijo Nadir de seis años, de su cuñada y de su suegro por culpa del seísmo que azotó la región de Marrakech en la madrugada del viernes.

«Ha muerto, mi hijo ha muerto. He perdido todo», repite desconsoladamente. Estamos en el hospital universitario Mohamed VI, lugar que acoge a gran parte de los heridos por el terremoto. La mayoría, como Nadia han llegado de los pueblos totalmente derruidos que se encuentran a unos 70 kilómetros.

Con Nadia está su madre, que llora la muerte de su nieto y su hermana, quien tumbada no puede ni siquiera levantarse de dolor de la cama improvisada que han hecho en los alrededores del hospital. Vinieron en ambulancia desde Ouigane, epicentro del seísmo y donde más vidas se ha cobrado. No les queda nada. Su casa es otra de las tantas que se han convertido en escombro y polvo. Como ella, todos sus vecinos han quedado sin casas y los que más suerte han corrido, no tienen que llorar la muerte de un ser querido.

Más de la mitad de las muertes se registraron en la provincia de Al Haouz (1.293) y en la de Taroudant (452 ) , dos zonas rurales montañosas en el corazón del Alto Atlas, según el Ministerio del Interior. Ahora esperan a que su sobrino Hassan (de 15 años) salga del hospital. Lo están tratando de una fractura de pierna y profundas heridas en la espalda. «Pero está vivó», dice Nadia.

La situación era de «colapso», en la madrugada del sábado y todo el día de ayer, según los médicos. La mayoría de heridos presentaban fracturas y fuertes golpes en la cabeza cuenta el doctor Mohamed. Llevan trabajando sin descanso desde que el terremoto les levantara de la cama. «No pensé en otra cosa que en venir a ayudar», nos cuenta Hanane, estudiante de enfermería de segundo año. Ella y su amiga Fatima están de voluntarias y ayudan en lo que pueden: «Sacamos sangre, limpiamos heridas, si hace falta ayudamos a la gente a lavarse, lo que sea», dicen las jóvenes.

Hospital de campaña

Dentro, en urgencias la situación es más grave. Camillas de heridos en cada metro cuadrado de una pequeña sala, que normalmente actúa de sala de espera para familiares pero que se ha convertido en un pequeño hospital de campaña. No nos dejan entrar más allá, «pero la situación es peor», dicen las enfermeras. Los heridos se retuercen en las camillas, llevan horas esperando a que un médico les atienda.

Sin embargo, el ir y venir de ambulancias se ha relajado. «Eso es porque están sacando a más gente de las ruinas y todavía no han llegado a la ciudad», nos cuentan. El número de heridos y muertos es imposible saberlo ya que aumenta por momentos

Las últimas cifras oficiales aumentan a 2.000 las personas muertas y otras 2.059 heridos.

Lo que ahora es más necesario es sangre y desde las nueve de la mañana, en frente del hospital Mohamed VI la gente hace fila en un banco de sangre montado en menos de 24 horas por voluntarios de varias organizaciones humanitarias. La solidaridad de los marroquíes se ve en cada gesto: una familia se encarga de repartir agua a los que esperan en la cola bajo un sol de justicia. Otro grupo de chicas informa de cómo se tiene que llevar a cabo la donación. «Ayer esperé 4 horas y no pude donar porque cerraron. Pero aquí estoy otra vez, lo que haga falta por mis hermanos», dice Fouad. Como Fouad mucho son los jóvenes que se han acercado para donar sangre. «Lo ha hecho todo el equipo de fútbol y nosotros también», dicen. Ayer, la selección de fútbol de Marruecos hizo un llamamiento para que la gente se acercara a estos bancos de sangre y colaborara con la gente más necesitada tras el siniestro.

A la espera de que Marruecos autorice a equipos extranjeros de rescate desplegarse en las zonas más afectadas, Unicef en un comunicado anunció que están dispuestos a «brindar asistencia humanitaria. Nuestros equipos ya están sobre el terreno y están trabajando estrechamente con el gobierno marroquí para coordinar una respuesta que satisfaga las necesidades de los niños y sus familias».

Poco a poco se va organizando la ayuda, mientras el ejército marroquí se moviliza para intentar retirar lo más rápidamente posible los escombros que bloquean el acceso a las carreteras y, por tanto, ayudar.

La Organización Mundial de la Salud ha estimado que más de 300.000 personas se han visto afectadas por el desastre y los equipos de rescate están trabajando día y noche para encontrar supervivientes que puedan haber quedado atrapados bajo los escombros.

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