Los países de la UE reconocen como cooficiales al menos otros 20 idiomas no comunitarios

Los países de la UE reconocen como cooficiales al menos otros 20 idiomas no comunitarios

La petición de España de que las lenguas cooficiales nacionales se puedan usar en la Unión Europea se ve con recelo y escepticismo en Bruselas, donde son conscientes del problema logístico que podría suponer que cundiera el ejemplo entre los 27. Y es que la UE es ya una verdadera torre de Babel, aunque –subrayan los especialistas- la variedad lingüística en el ‘viejo continente’ tampoco es un caso excepcional, ya que en África o Asia la diversidad es todavía mayor -solo en la India su constitución reconoce 22 idiomas oficiales-. A grandes rasgos, en los países que conforman el bloque comunitario se hablan, en mayor o menor medida, cerca de 200 lenguas o dialectos contabilizados y vivos.

Hay cierto consenso entre los especialistas en que dentro de esos dos centenares de idiomas o dialectos que se hablan en la Unión, 84 serían lenguas con algún grado de reconocimiento y gramática estructurada. De ellas, solo 24 son oficiales en la UE, es decir que pueden usarlas los funcionarios europeos para sus comunicaciones y documentos oficiales, aunque es cierto que la Unión permite que en algunos casos (como las lenguas cooficiales españolas) los ciudadanos puedan dirigirse a las instituciones en otros idiomas que no están en ese listado oficial

Las 24 lenguas oficiales de la Unión, según el artículo 55.1 del Tratado de la UE (TUE), son: alemán, búlgaro, checo, croata, danés, eslovaco, esloveno, español, estonio, finés, francés, griego, húngaro, inglés, irlandés, italiano, letón, lituano, maltés, neerlandés, polaco, portugués, rumano y sueco.

Las otras 60 lenguas restantes que no son oficiales en la Unión tienen muy diferentes estatus y denominaciones, que no siempre son equiparables entre países. Se les denomina idiomas o lenguas regionales, locales, minoritarias, minorizadas, reconocidas, admitidas, protegidas… La única excepción de todo este lío es Bélgica. Es el único país de la UE, que más allá de sus dos idiomas oficiales (el francés y el neerlandés) no tiene designada ninguna lengua minoritaria.

Teniendo en cuenta la gran diversidad de terminología dentro de la UE, al menos ocho países de la Unión tendrían un equivalente a lo que en España se consideran idiomas cooficiales como son el catalán, valenciano, euskera y el gallego. Esos ocho Estados miembros suman 35 idiomas cooficiales, de los cuales al menos 20 lenguas no son actualmente comunitarias. O sea, serían totalmente nuevas si se incorporan a las instituciones europeas como pretende el Gobierno español para sus tres idiomas (catalán, gallego y euskera).

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A esas 20 lenguas, habría que sumar las tres cooficiales cuya incorporación quiere España. En total, 23 nuevos equipos de traductores en Bruselas o Estrasburgo a sumar a los 24 ya existentes.

La mayor diversidad está en Polonia, que, además del polaco, considera cooficiales otros quince idiomas: cuatro de ellos ya son oficiales en la UE (alemán, checo, eslovaco y lituano), pero once serían totalmente nuevos, seis usados en otros países que no son miembros (armenio, bielorruso, yidis, hebreo, ruso, ucraniano) y otros cinco puramente étnicos polacos (karaim, casubio, romaní, tartar y rusino).

Si el Gobierno de Giorgia Meloni copiara la iniciativa del Ejecutivo de Pedro Sánchez habría que incluir cinco equipos de traductores nuevos en la UE. En Italia, más allá de los extendísimos dialectos por toda la geografía, desde 1999 hay once lenguas cooficiales: seis ya son o sería oficiales (catalán, si se prosperara; alemán, croata, esloveno, francés y griego), pero habría que incorporar el albanés, el franco-provenzal, el ladino, el occitano y el sardo.

En Dinamarca, además del danés, hay otras tres lenguas cooficiales. El alemán está reconocido en todo el Estado, pero hay otros dos idiomas oficiales regionales igualmente de origen germánico: el feroés en las islas Feroe y el groenlandés en Groenlandia.

La cooficialidad en otros países

Países Bajos, para equipararse a España, podría reclamar la incorporación de su única lengua cooficial, el frisón, que se habla en el norte del territorio neerlandés.

Portugal, por su parte, y esto es un hecho casi desconocido, tiene un idioma cooficial desde 1998. Fue cuando se otorgó carta al mirandés como lengua de Miranda do Douro, un municipio del Distrito de Braganza, fronterizo con España y que se sitúa a apenas 50 kilómetros de Zamora. Unas 15.000 personas de la región de Trás-os-Montes hablan este idioma del subgrupo asturleonés.

En Lituania, por su parte, son cooficiales otras dos lenguas eslavas como el lituano: el polaco, que ya es comunitario, y el ruso, que no lo es pero que es cooficial en Polonia. En otros dos países hay también lenguas cooficiales, pero no habría que aumentar el cupo de traductores si siguieran el ejemplo español porque ya son idiomas usados en la UE. En la región austriaca de Carintia se reconoce el esloveno y en toda Irlanda el inglés.

Lenguas con otros reconocimientos

El babel, no obstante, tomaría proporciones bíblicas si se aceptara la incorporación de lenguas con algún tipo de reconocimiento oficial o regulación legal, pero que no son legalmente cooficiales. Algo parecido a los casos del asturleonés (bable), del aragonés o, con matices, el aranés en España. Por ejemplo, Francia podría reclamar la entrada del celta, el bretón, el corso, el occitano o el patués. Pero, sin duda, el mayor problema lo provocaría Italia con la entrada de su riada de ‘dialectos’ que muchas regiones consideran idiomas: piamontés, lombardo, ligur, emilio-romañolo, veneciano, friulano, toscano, corso, romanesco, napolitano, umbrian, marchigiano, calabrés, siciliano, salentino, sardo, milanés, bergamasco, bresciano, trentino, genovés, mentonasco, monegasco, intemelio… y todo ello además de los seis dialectos del internos del emilio-romañolo o las seis variantes del veneciano.

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