Torremolinos, el latido más auténtico de la cocina murciana

Torremolinos, el latido más auténtico de la cocina murciana

Es la catedral de la gastronomía murciana a la que acuden tanto los paladares más costumbristas como quienes desean probar lo más típico de la cocina local. Se cuentan por centenares los comensales que a diario eligen el restaurante Torremolinos como la opción más acertada para los desayunos, almuerzos, comidas y cenas, además de las reuniones con familiares y amigos. Este éxito lleva repitiéndose 50 años. «Todavía no somos conscientes de lo que estamos haciendo; vamos poco a poco. Para nosotros, lo bonito es que cada vez estamos mejor», confiesa con humildad Carlos Gracia, segunda generación del negocio familiar junto a sus hermanos Inma y José. Con motivo de este aniversario, la empresa prevé la celebración de unas jornadas gastronómicas entre octubre y noviembre con cocineros invitados que fusionen sus cocinas con la del restaurante Torremolinos.

Por méritos propios, el establecimiento se ha convertido en uno de los espacios de referencia del mapa culinario para la sociedad de la Región y el turismo, ya que respeta las recetas originales, prioriza la calidad en sus elaboraciones, ofrece un servicio profesional, cuenta con unas instalaciones muy confortables y tiene unos precios adaptados a todos los bolsillos.

Restaurante Torremolinos se mantiene en el mismo punto donde Francisco Gracia y Concha Ibáñez lo abrieron en 1973, cuando Gracia regresó a España tras emigrar a Alemania durante una década. Ubicado en la pedanía murciana de Churra, el negocio originario ocupó una parte de la casa familiar donde se habilitó un pequeño bar que servía los platos típicos que cocinaba la esposa, una tienda de ultramarinos para despachar los productos de matanza de cerdo que elaboraban de manera tradicional y una zona de juego de bolos huertanos. La clientela siempre respondió, lo que animó al matrimonio y a sus tres hijos -que se sumaron al equipo conforme fueron creciendo-, a ampliar sus servicios e instalaciones. En la actualidad, el local conserva intacta toda su esencia pero con una visión renovada para adaptarse a los nuevos tiempos.

Puntos de atracción

Los embutidos son una de sus grandes señas de identidad, principalmente porque son auténticamente artesanos. Los clientes tienen para elegir entre una amplia selección de piezas: salchicha, longaniza, chorizo, morcilla, chiquillo… que se elaboran cuatro veces por semana (lunes, miércoles, jueves y sábados). De ahí que la calidad y la frescura estén garantizadas. «Controlamos todo el proceso», subraya Gracia. Para ello, la empresa no solo dispone de un obrador propio, sino también de las figuras del corredor de ganado, que selecciona a los mejores cerdos, y el matarife, que sigue midiendo a ojo -como se hacía antaño- las cantidades de especias, cebolla recién cocida y piñones (estas dos últimas para las morcillas) que requiere cada especialidad. «Hacer el embutido también es ser buen cocinero, porque la elaboración es bastante compleja», apostilla Gracia.

Sus guisos merecen una mención especial. Tanto, que hay quienes hacen coincidir su visita al Torremolinos con el plato de cuchara del día: olla de cerdo -aprovechando los huesos recién cortados de la matanza-, los lunes y jueves; paella de costillejas y magra, los miércoles; y guiso de albóndigas de bacalao, los viernes. Lo de cada martes es una incógnita. Estas recetas se preparan respetando el paso a paso que seguía la señora Concha Ibáñez: «Mi madre era muy buena cocinera; hemos querido mantener su cultura gastronómica, a base de productos de proximidad», presume su hijo Carlos Gracia, acentuando el «mucho cariño» que le añaden a todas sus propuestas típicas. De ellas, también destacan los callos de cordero o ternera, el caldo con pelota, la lengua en salsa, manitas de cerdo, el zarangollo, el pisto y muchas más.

Otro de los pilares fundamentales son las brasas, que chispean a lo largo de todo el día y son un auténtico espectáculo. Desprenden un aroma embriagador que alcanza hasta las inmediaciones. Los braseros encienden el fuego desde las 9.00 y a las 19.30 horas para que las brasas estén al rojo vivo a la hora de los almuerzos, comidas y cenas, y por aquí pasan desde los embutidos, pellejos, tocino, careta… hasta su amplia selección de carnes (pollo adobado, solomillo de cerdo, cordero segureño, costillas de cabrito, vaca vieja, etc.).

Por su parte, la carta de pescados es corta, con solo cuatro opciones: merluza de pincho y rodaballo gallego a la plancha, y dorada y lubina a la espalda, pero atinada para conquistar los paladares que prefieren los bocados del mar.

150 paparajotes diarios

Y para coronar un homenaje gastronómico, nada mejor que una selección de postres caseros: tarta de queso fresco al horno, de la abuela y de tres chocolates, tocino de cielo, leche frita con helado artesano… y, cómo no, los paparajotes. Eso sí, recién hechos y con su buen espolvoreo de azúcar y canela. Recuerda Gracia que un día fuerte pueden servir unas 150 unidades del postre más típico del recetario murciano, casi nada.

También caen unos 600 litros de cerveza de Estrella de Levante en apenas cuatro días, de ahí que el restaurante disponga de tres tanques, con capacidad de 1.800 litros en total y situados en el interior, lo que garantiza que las cañas se tiren muy frías.

El encanto del restaurante Torremolinos se complementa con sus instalaciones, distribuidas en varios ambientes bien diferenciados: la entrada, el mesón, la sala rosa, el patio, la bodega, el reservado y la terraza Concha. En general, predomina el estilo rústico y original de la casa familiar, de la que aún se conservan los rollizos de madera en el techo. Aun así, el local está completamente reformado para garantizar el confort y bienestar de los comensales. Sus más de 50 empleados también se encargan de que su estancia sea lo más agradable posible, una atención que ya se refleja en su servicio de reservas, que dispone de dos líneas telefónicas: 968 247 481 (para reservar mesa y hacer pedidos para llevar) y 615 810 992 (reservar vía ‘WhatsApp’). Se recomienda reservar con antelación. Abre de lunes a domingo, y solo cierra los martes por la tarde.

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