Escipión vence a Aníbal en una batalla de película

Escipión vence a Aníbal en una batalla de película

El cielo despejó las nubes poco antes del comienzo de la gran batalla por la conquista de Qart Hadast. El acto más épico de las fiestas comenzó a las seis de la tarde en una soleada Cuesta del Batel con casi todos los asientos vendidos y que congregó a más de tres mil espectadores. Las localidades de grada, a un precio de cinco euros, se agotaron el jueves y al inicio quedaban disponibles muy pocas sillas. Aunque mucha más gente acudió a ver el espectáculo asomada a la Muralla de Carlos III, duplicando el número de asistentes.

El público estuvo entregado a la cinematográfica acción desde el principio. Apoyaban cada orden de Escipión, representado por Francisco Javier Argudo, y se animaban con entusiasmo en cada arenga de Julio Guillamón, en la piel de Aníbal este año.

El habitual guion del espectáculo fue simplificado por su director, Alfonso Martínez, para hacerlo más sencillo y dinámico, dándole más protagonismo al movimiento de los personajes. Los especialistas realizaron las peripecias más complicadas, como asaltar la muralla o montar a caballo. También utilizaron numerosos elementos de fuego.

En el acto participaron todas los efectivos militares de las tropas carthaginesas y las legiones romanas para recrear la lucha que mantuvieron estos dos estados por poseer uno de los tesoros más importantes del Mare Nostrum.

Esta batalla batió el récord de participantes de la historia de las fiestas: más de 1.200 festeros tomaron las armas en la pradera de la Cuesta del Batel para defender o conquistar la ciudad fundada por Asdrúbal.

Los guerreros utilizaron todo tipo de material bélico en el fragor de la batalla. Emplearon armas pesadas y ligeras, arietes, catapultas, hondas, arcos, saetas, espadas, falcatas y gladius, dagas y puñales, lanzas con diversos tipos de moharras, jabalinas, pilum, hoplones, scutum, jinetes, bigas y estandartes.

La heroicidades fueron recompensadas en ambos bandos. Magón y sus hombres tuvieron una salida digna de la ciudad y Escipión otorgó dos coronas murales a sus mejores soldados.

Desembarco y desfile romano

Antes de enfrentarse los dos ejércitos por el control de la colonia desembarcaron las legiones romanas en el puerto de Cartagena antes de las cinco de la tarde. Adelantaron los horarios previstos y mucha gente se perdió el momento en que las legiones tocaron tierra, tal y como pasó el jueves cuando cambiaron el lugar de llegada de las tropas carthaginesas. Los festeros recrearon la llegada de las fuerzas navales latinas al mando del almirante Cayo Lelio, que se sumaron a las legiones que esperaban en tierra al mando del general Publio Cornelio Escipión.

Con todos los soldados romanos pie en tierra, el general pasó revista a las legiones y las arengó antes de ordenar el ataque contra las fuerzas carthaginesas que defendían la ciudad de Qart Hadast al grito de: «Una batalla la pueden ganar las armas pero la guerra se gana con la mente».

Que el resultado de la contienda ya estuviera decidido no desanimó a los carthagineses que resistieron con orgullos las ofensivas romanas. Finalmente Publio Cornelio Escipión tomó la ciudad, tal y como hizo en el 209 a.C.

Tras la victoria, fue representada la Gran Marcha Militar Romana por la toma de la ciudad como muestra de poderío de las legiones que llegan a Carthago Nova. Legionarios romanos, senadores, catapultas y carrozas salieron desde la Plaza del Ayuntamiento al campamento festero pasando por la calle Mayor, plaza San Sebastián, Puerta de Murcia, calle del Carmen, Plaza de España, Alameda de San Antón y Soldado Rosique para cruzar por el puente del Cartagonova.

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