Rafaelillo y Talavante salen a hombros de la plaza de Abarán

La tradicional corrida de los Santos de Abarán estrenaba empresa, después de 34 años de gestión de Ángel Bernal. Debutaba Euro Tauro Luján S.L. con un cartel que anunciaba toros de Álvaro Núñez para Rafaelillo, Talavante y Aguado.

Al primer toro de la tarde lo recibió Rafaelillo con una la larga cambiada, para lucirse después en un buen ramillete de verónicas rematadas con la media. Inició su faena, brindada al público, con pases de rodillas. De pie alargó el viaje en una tanda de buenos ayudados con la zurda y tras el toreo por ambas manos alegró el trasteo con circulares encadenados citando por la espalda. Mató de una estocada entera en buen sitio y paseó las dos primeras orejas del festejo.

Recibió al cuarto con dos largas cambiadas de rodillas. Lo toreó con gusto a la verónica y remató con la revolera. Derribó el burel al picador. Brindó Rafael a los hijos de Pascual Mellinas y quiso comenzar su faena de rodillas. El de Núñez acabó por buscar tablas y cimentó el murciano una faena de entrega e inteligencia para robarle por dentro los muletazos al mansito. Mató de media en todo lo alto. Se le pidió con fuerza la segunda oreja. El palco dio sólo una.

Dos verónicas, otras tantas chicuelinas y la media sirvieron para el recibo de Talavante al segundo, al que cuidó al toro en varas. Toreó al natural con cadencia e inspiración en los remates, de pecho, con molinetes invertidos o un cambio de mano exquisito. Unas manoletinas pusieron fin a una obra rematada con una entera. Levantó por dos veces el puntillero al animal quedando el premio en una oreja. Salió muy suelto el quinto, al que Talavante recibió con un farol, para lancear luego a pies juntos. Brindó al público y estuvo por encima de la condición de un toro al que le sacó el fondo. Inició la faena de rodillas, toreó con temple y se apretó para ligar y firmar una tanda sin ayuda, acabada con un desplante a cuerpo limpio. Cayó la estocada desprendida. Dos orejas.

Aguado se lució en tres chicuelinas a cámara lenta en el quite al tercero. Con la zurda firmó muletazos de mucha despaciosidad. Un pinchazo hondo, en buen sitio, permitió al sevillano usar el descabello, acertando al segundo intento. Cortó una oreja. El sexto fue toro deslucido, que acabó por rajarse. Molestó el viento, tardó en acoplarse el sevillano. Un pinchazo y dos descabellos.

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