La primera española que se lanzó al mar

La primera española que se lanzó al mar

En las profundidades, entre corales y seres aún por descubrir, se encuentran encallados en los fondos marinos alrededor de tres millones de barcos. Galeones, carabelas, carracas, acorazados o submarinos que nunca llegaron a puerto y cuyas bodegas y camarotes guardan secretos y joyas de otras épocas. «Es un viaje por la historia», señala Lola Higueras.

Esta madrileña ha perdidola cuenta de las veces en las que se ha sumergido en las profundidades de las aguas marinas y oceánicas. «Yo creo que aprendí a nadar antes que a hablar», rememora al otro lado del teléfono. Sus primeros recuerdos le llevan al Cantábrico. «Recuerdo ir todos los veranos a San Sebastián a la casa de mis abuelos, cuando las vacaciones duraban tres meses». Allí el mar se cruzó con ella por primera vez, ahí se unieron y no se han separado hasta el momento. «Mi vida es frente al mar, sobre el mar y bajo el mar», así lo resume esta arqueóloga submarina días antes de participar en el encuentro de turismo espacial y submarino Sutus, que se celebra en Marbella (Málaga).

Un viaje que no ha naufragado y que siempre ha llegado a buen puerto, al contrario que le sucedía a los navíos que eran y son su objeto de deseo. Gran parte de lo que conocemos de los pecios españoles es en buena parte a Higueras.

La investigadora española ha buceado entre naufragios y ha repasado hasta el último detalle de las expediciones marítimas del S.XVI y del S.XVIII y, además, ha navegado en un mar de hombres durante gran parte de su vida profesional. El almirante Julio Guillén pensó en ella para liderar dentro del Museo Naval una unidad absolutamente pionera de arqueología subacuática. Sin embargo, la Armada no admitía mujeres en aquella época; «hablamos de los 70» -explica-. Así que Higueras tuvo que conformarse con la formación de buceadora de primera categoría de la mano del valenciano, Joaquín Saludes. «Tuve mucha suerte», señala.

«Situación crítica»

Desde la primera inmersión hasta la última han pasado décadas y miles de expediciones. «Han cambiado mucho, yo empecé en los 70 y ahora es totalmente diferente», recuerda. «Lo que sí puedo decir que no ha cambiado es el placer que provoca «ver el brillo del oro en el fondo del mar», explica.

Aunque cada vez es más complicado y no porque haya menos naufragios, sino «porque los océanos están en una situación crítica», comenta. La acidificación de los mares y de los océanos, el aumento de la temperatura de la superficie marina amenaza a la biodiversidad, provoca desplazamientos masivos de especies y «pone en peligro el museo que tenemos bajo el agua», advierte.

Higueras se ha enfrentado a corrientes, a temporales y hasta a piratas y cazatesoros: «En los 60 y 70 era exagerado». Sin embargo, el cambio climático, asegura, es uno de los grandes fenómenos al que nos enfrentamos ahora.

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