Tensión, abrazos y un día de «espera infinita» entre familiares y amigos

Tensión, abrazos y un día de «espera infinita» entre familiares y amigos

«Estamos padeciendo una espera infinita. Llevamos varias horas de angustia y esto es una agonía. Solo queremos que nos digan ya qué ha pasado con nuestros familiares y, a partir de ahí, aceptar que sea lo que Dios haya querido». A medio camino entre la calle Isla Cristina, lugar de la tragedia en las discotecas de Las Atalayas de Murcia, y el Palacio de Deportes, Alan Antonio Antía resumía así ayer la tensión, el desasosiego y la tristeza que invadía a las decenas de familiares y amigos de las posibles víctimas en su espera de noticias sobre ellas.

Hacia las once y media de la mañana, camino del cercano pabellón, cuyo sótano habilitó el Ayuntamiento para prestar asistencia psicológica a parientes y allegados, Alan se armaba de tesión para aguantar en un jornada que nunca habría querido vivir. «Esto es muy duro», decía este hombre, natural de Nicaragua, mientras nombraba a aquellos con los que la noche anterior celebró el treinta cumpleaños de su primo Éric en un restaurante de Puente Tocinos y que siguieron la fiesta en la discoteca Fonda Milagros: «Sergio, Tania, Jon, Orfilia, Marta…».

Por la rampa del Palacio de Deportes, custodiado por agentes de la Policía Local, iban bajando afectados por el fuego. El recinto fue acondicionado por las autoridades locales, que a media mañana habían contabilizado ya la asistencia a sesenta personas a través de psicólogos y voluntarios de Protección Civil y Cruz Roja. Una veintena de efectivos conformaban el dispositivo especial, explicó a LA VERDAD la concejal de Bienestar Social, Familia y Salud, Pilar Torres.

«Estamos realizando un listado de los familiares, para poder facilitarles la información sobre sus seres queridos de la manera más adecuada. Es una situación dramática, que nos conmueve a todos los murcianos y que nos obliga a volcarnos con unas personas que están atravesando momentos muy complicados», añadió Torres. En ese momento, aún no habían sido identificadas las víctimas mortales.

Y citó la implicación de la Concejalía de Deportes, que dirige Miguel Ángel Noguera, para dar a los familiares una respuesta rápida y en una zona próxima pero que garantizara a las familias «cierto aislamiento».

Entre el abatimiento y el alivio

El suceso llevó a las puertas del recinto deportivo a un nutrido grupo de periodistas, entre ellos de medios nacionales. Recogieron los testimonios de distintos afectados, algunos de los cuales se quebraron de emoción ante las cámaras y se refugiaron en el abrazo de hermanos, tíos, sobrinos, novias…

El ir y venir de vehículos de emergencias fue constante en el entorno del Palacio y la zona de ocio, acordonada por los agentes para permitir el trabajo de los bomberos, la Policía Nacional, los forenses y la comitiva judicial. Y en un domingo de otoño pero donde se buscaba la sombra porque el termómetro se acercaba ya a los 30 grados, Darwin, ecuatoriano afincado en la ciudad, hablaba compungido sobre una de las desaparecidas, amiga de su mujer. Pero, a la vez, se mostraba aliviado por sus hijos: «Este sábado por la noche se quedaron en casa».

«El techo estaba ardiendo y había muchas personas allí»

«El techo estaba ardiendo y había muchas personas allí»

Alan Antonio Antía participó el sábado por la noche en la cena de cumpleaños de su primero Éric, en un local de comida colombiana de Puente Tocinos llamado La Fonda, igual que una de las discotecas de Las Atalayas de Murcia. A la celebración, explicó, asistieron también la madre de Eric, Marta, y el hermano, Sergio, junto a la pareja de éste, Orfilia del Carmen; así como Jordan, primo de Alan, y distintos allegados y amigos, como Tania y su marido Jon, de origen ecuatoriano, Rafael y Gloria. En total, disfrutaron de la convocatoria, desde las ocho de la tarde, una veintena de personas.

«Al acabar, yo me fui a casa de Murcia a dormir y ellos se fueron a la discoteca. A las 5.30 de la mañana me llamaron al móvil para decirme que en la discoteca había un incendio. Cogí mi patinete y cuando llegué a Las Atalayas me encontré que La Fonda estaba en llamas. Ardía el techo y algunas personas que estaban en la planta baja consiguieron salir. La gente comentaba que había muchas personas dentro y que todo fue muy angustioso», comentó Alan.

«De todas las personas de mi grupo, nueve no salieron. Nos han dicho que han encontrado seis cadáveres y esto es una agonía. No sé por qué nos dicen que los cadáveres están en la discoteca Teatre, porque cuando yo llegué Teatre estaba ya cerrado», manifestó a media mañana, a la espera de noticias oficiales.

Afirmó que su familia reside en Murcia desde hace 17 años y lamentó lo ocurrido: «Somos buena gente, trabajadores. Uno es repartidor, otro albañil, otro camarero, una cuida de mayores…».

«El humo empezó a salir por los conductos del aire y nos desalojaron»

«El humo empezó a salir por los conductos del aire y nos desalojaron»

Uno de los supervivientes de la catástrofe fue Walter Hernández, de treinta años. También estuvo en el cumpleaños de Éric y luego continuó la noche en la discoteca Fonda Milagros. Estaba en la planta baja del local cuando de repente se inquietó: «Empecé a oler a humo y vi que venía de los conductos del aire junto a la barra. Enseguida vimos que llegaba hasta ahí desde la planta de arriba y los empleados empezaron a decirnos que desalojáramos la discoteca», narró a este diario en el exterior del Palacio de Deportes.

«Entre los trabajadores y algunas de las personas que estábamos abajo ayudamos a salir a la calle a mucha gente. En la zona de Las Atalayas había cientos de personas, porque había muchas celebraciones; aquello estaba a tope», apuntó.

E indicó: «En la calle vi a mi primo, Jordan, y pensé que todo estaba ya calmado y normal. Entonces, me fui a casa, en el barrio del Progreso, esperando a que mis familiares estuvieran allí, pero no había nadie. Y como no tenía medio de transporte, me vine andando a Las Atalayas y al llegar me encontré con el desastre», prosiguió.

«Los trabajadores nos dijeron que saliéramos. En la zona vi a cientos de personas, porque había muchas celebraciones»

«Esto es un golpe muy duro que te da la vida», declaró desolado Walter, quien explicó que trabaja como jardinero en la capital y cuyo jefe acudió este domingo a consolarlo y ofrecerle la ayuda que necesitara.

«Ojalá pueda volver a verlos»

«Jamás podía imaginar que lo que empezó siendo una cena de cumpleaños acabaría así», se emocionó. Y dio gracias por seguir con vida, aunque con «una gran tristeza por los que se quedaron atrpados y no pudieron escapar».

Aún sin creérselo, hablaba de sus familiares y de los amigos con los que, apenas horas antes, había compartido un sábado de diversión que se truncó fatalmente. «A Jon le gusta que le llamemos ‘Muerto’ y a Rafael le decimos cariñosamente Rafa. Ojalá pueda volver a verlos».

«Detrás de mí, ya no vi escapar a ninguno de mis seres queridos»

Desconcierto y confusión. Eso es lo que reinaba todavía horas después del trágico incendio en la zona de discotecas de Las Atalayas y que se ha llevado la vida, por el momento, de las trece víctimas mortales confirmadas ayer. Todo ocurrió muy rápido. Ni siquiera a muchos de los allí congregados les había dado tiempo, en el momento del desastre, de percatarse de la magnitud del drama. De hecho, la frágil frontera entre la vida y la muerte para los que se encontraban allí se trazó prácticamente en unos minutos.

Eso es lo que le ocurrió a Arlem García, aunque es difícil hablar de suerte cuando este sobrecogedor suceso se ha llevado por delante la vida de un buen puñado de familiares y amigos. Esta ciudadana nicaragüense, que reside en Elche, acudió en la noche de este sábado a la celebración del cumpleaños de su primo Éric Hernández. Después de la cena a la que asistió en un restaurante de Puente Tocinos, se había desplazado junto al resto de participantes a la discoteca Fonda Milagros, un local de ambiente latino, ubicado en un área de naves que comparte con otros dos establecimientos, el Golden y el más conocido Teatre. Daban las seis y Arlem abandonaba el reservado –el palco número 18 de la primera planta– en el que había bailado y compartido unas botellas de ron con cola con sus amigos, de los que se despedía ya entre un llamativo olor a humo.

Prima del cumpleañero, había compartido hasta minutos antes de la tragedia un reservado con él y otros de los fallecidos

Tras bajar las escaleras y prácticamente en la calle acabó de percatarse de que lo que estaba ocurriendo era grave. No pudo sin embargo entrar a avisar o comprobar cómo se encontraban sus seres queridos, con los que había estado apenas unos instantes antes. No le dejaron volver atrás. Tampoco pudo ver salir ya a ninguno de ellos. «No sabemos de nadie más», añadía.

«No damos con ellos en los hospitales», decía Jofre a media mañana, tratando de no ponerse en lo peor

«Hemos buscado en los hospitales y no damos con ellos», señalaba angustiado Jofre a media mañana y casi a las puertas del local. «Nos conocíamos muchísimos años», señalaba este ciudadano ecuatoriano, consternado y que se resistía a prepararse para lo peor. «Parece ser que el techo se vino abajo», comentaba. Este es precisamente uno de los pocos extremos que fuentes policiales se habían atrevido a confirmar.

«Buscamos a mi hijo por las redes; afortunadamente, está bien»

«Buscamos a mi hijo por las redes; afortunadamente, está bien»

Durante las primeras horas de la mañana de este domingo, la incertidumbre se adueñó de familias cuyos hijos habían salido de fiesta por la zona de Las Atalayas y no habían vuelto a casa. Fue el caso de Víctor Valencia, un vecino de Murcia de origen ecuatoriano que se acercó hasta el Palacio de Deportes en busca de información. «He leído la noticia sobre el incendio en las discotecas y he empezado a inquietarme, porque mi hijo no ha regresado esta madrugada ni esta mañana. Justo ahora acaba de escribirme un WhatsApp diciéndome: ‘Papá, estoy bien’».

Aliviado al saber que el muchacho, Víctor Míchel, no estaba entre los fallecidos ni entre los heridos, este padre respiró aliviado ante los periodistas.

Un tremendo «susto»

«Han sido horas difíciles, porque él suele ir a la discoteca Golden. Mi hija ha estado buscando a su hermano por las redes sociales y no dábamos con él. Afortunadamente, todo ha quedado en un susto», señaló. Y mostró su pesar por las víctimas del fuego y por sus parientes y amigos.

«Hemos ayudado a la gente a escapar»

«Hemos ayudado a la gente a escapar»

«Yo estaba allí; soy de Toledo pero me encuentro trabajando estos días en Murcia, por lo que decidí salir de fiesta», comentaba este domingo por la mañana Víctor, quien se encontraba en el momento del incendio en la parte de abajo de la discoteca Fonda Milagros, conocida como La Fonda.

«Al principio no éramos conscientes de la gravedad; cuando ha empezado a salir humo hemos acudido a la salida; incluso hemos ayudado a gente a escapar; más tarde ya he comenzado a sentirme ahogado por este humo», relató a LA VERDAD, sabedor de que ha esquivado una bala. «Si uno lo analiza se da cuenta de que a poco no lo cuento», concluyó.

A pocos metros de la zona de ocio, y mientras los equipos de Emergencias y la Policía Nacional trabajaban en los edificios incendiados, Inés lloraba sin aparente consuelo. Junto a su sobrino, Alan, la mujer se acordaba de su cuñada Marta y de los hijos de esta, Éric y Sergio, que no habían podido abandonar la discoteca en la fatídica madrugada.

«Estamos muy afectados. Esperamos que nos den información pronto», comentó apesadumbrada, mientras los minutos se le hacían horas.

A su lado, amigos de otras víctimas del fuego veían cómo los bomberos trabajaban en las labores de rescate de los cuerpos, en los locales de ocio de la calle Isla Cristina.

Además de relatos de supervivientes sobre lo sucedido en la discoteca La Fonda, durante el cumpleaños del joven nicaragüense Éric, hubo testimonios acerca de cómo se vivió el incendio en Teatre.

Una decisión crucial

María José contó a Onda Regional que ella estaba invitada en otro cumpleaños en este último establecimiento de Las Atalayas y que, después de las cinco y media, convenció a una amiga para moverse a la planta baja. Eso, afirmó, fue crucial para que ambas salvaran sus vidas.

Contó que abandonaron el palco, situado en el piso superior de la discoteca, porque querían ver la actuación de DJ Toni Bafles, y que vieron fogonazos en un lateral de la discoteca. Asimismo, afirmó que observó algo parecido a una bengala y añadió que el equipo de seguridad de este local de ocio se movilizó para realizar la evacuación. Fueron momentos de tensión y miedo.

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