El cruel destino de los 13 de Atalayas

El cruel destino de los 13 de Atalayas

El nicaragüense Erick Torres Hernández había logrado reunir a un numeroso grupo el pasado sábado para celebrar su cumpleaños. Quienes lo vieron aquella noche retratan a una persona radiante, feliz de haberse podido rodear de más de una veintena de los suyos, entre familiares y amigos, para pasar una larga jornada de festejos por su recién rebasada treintena.

Este joven, apasionado del fútbol, un deporte gracias al que había estrechado lazos con muchos de los amigos con que contaba, que trabajaba como repartidor de una empresa de refrescos y que antes se había dedicado a la construcción, comenzó la jornada de fiesta acudiendo a la pedanía murciana de Puente Tocinos, donde el grupo pudo realizar los primeros brindis en una cena celebrada en el restaurante Fonda Milagros, un establecimiento especializado en comida latina que comparte nombre con la discoteca donde acudirían más tarde para continuar la celebración con la fatídica reserva del palco 18, pegado a la pared que separa el local de la sala Teatre, la discoteca de la que se había desgajado conformando un nuevo negocio que nunca obtuvo licencia para operar, como revelaron ayer en una comparecencia conjunta el concejal de Planificación Urbanística, Antonio Navarro (PP), y el anterior responsable de esta área, Andrés Guerrero (PSOE). El mismo lugar que quedaría horas después cercado por las llamas en el incendio que acabó con la vida de al menos 13 personas, después de que se alcanzaran en el interior temperaturas equiparables a las de un horno industrial.

Tras la aparición ayer con vida de la última de las cinco personas en que se llegó a sobrepasar la cifra de fallecidos, según la información difundida por el Ayuntamiento de Murcia, el número de víctimas ya casa con el de las personas con las que los distintos familiares y amigos aseguran no haber podido contactar desde el incendio. Así, la lista de los 13 desaparecidos, según ha podido recabar LA VERDAD a falta de confirmación oficial, estaría conformada por el propio Erick y su hermanastro Sergio Silva Hernández; la madre de ambos, Marta Hernádez; la pareja sentimental de Erick, Orfilia del Carmen: la pareja formada por Tania y John, al que todos conocían por ‘El Muerto’, ambos de origen ecuatoriano; el colombiano residente en Murcia Yosi Esteban; Rafael, gran amigo de Erick; los asistentes procedentes de Caravaca de la Cruz: los ecuatorianos Jorge Enrique Batioja y Rosa María Rosero; los colombianos Kevin Alejandro Gómez y Leidy Paola Correa; y ‘Lula’, pareja del conocido animador de la noche latina Ferney Lozano, que trabajaba como camarera.

«Vi a Yosi en la fiesta; yo me marché minutos antes del incendio. Siento que puede estar entre la gente que no pudo salir», señala Carla, camarera en la zona«’Lula’ siempre estaba sonriendo y era muy noble; atendía a la gente con mucho respeto», destaca una clienta de la Fonda

  1. Los hijos de Marta Hernández

    Erick y Sergio, dos apasionados de la pelota


Erick (sin corbata), el nicaragüense que celebraba su cumpleaños en la Fonda, junto a su madre, Marta Hernández, y su hermanastros Sergio.


No era la primera vez que el grupo del cumpleaños acudía a la Fonda, destino habitual entre la comunidad latina. Omar Muriel conocía a muchos de los participantes en la fiesta, a la que él no pudo asistir debido a su trabajo en otro local de ocio nocturno de la ciudad de Murcia.

Erick, su hermano Sergio y John solían reservar juntos campos de fútbol para jugar en Murcia

Omar había hecho amistad con Sergio y Erick, los hijos de Marta, a quien también conocía desde hacía «muchos años». «Hemos hecho deporte juntos muchas veces y los conozco de hace mucho tiempo. Incluso hemos trabajado juntos en la construcción», relata. Los partidos que jugaban, alquilando algún campo en el estadio municipal de Murcia José Barnés o en el Polideportivo del barrio de La Flota de la capital, habían dejado de celebrarse. «Hacíamos fútbol once, e incluso campeonatos, pero ahora que estamos un poco más mayores, ya hacía tiempo que no», señala. En esos partidos también participaba habitualmente John, al que todos conocían como ‘El Muerto’.

  1. Habituales del local

    John ‘El Muerto’ y Tania, una pareja muy querida

John era albañil. Era habitual verle compartiendo tiempo con sus hijos durante el fin de semana. A veces iba a tomar algo al local donde Omar trabaja. «Lo conocía desde hacía 15 años. Muy buen amigo», asegura este trabajador del ocio nocturno. «De vez en cuando venía con Tania, su pareja, no muy seguido, pero sí de vez en cuando». Tania, trabajadora doméstica, según comentan quienes la conocían, era amiga de la familia de Erick, y el enlace para acudir al cumpleaños.

Claudia Mejía y su marido Julio eran cercanos a ambos. «Ellos tenían amigos por todos lados, eran muy alegres y nunca estaban en problemas. Muy buena gente, no sé qué decir, muy buena gente», asegura Claudia. Julio también estuvo en el cumpleaños fatal. Cuando supo lo que había pasado se quedó paralizado. Claudia, que vive cerca del Hotel Nelva, a unos cientos de metros de la zona de ocio nocturno donde ocurrió la tragedia, vio el fuego desde la ventana. «Mi marido me dijo que incluso había estado en la puerta, con alguno de ellos, que había estado fumándose ‘un tabaco’ con ‘El Muerto’. Me decía: ‘No puedo creerlo’. Él está ahora destrozado. No lo quiere demostrar, pero veo esa tristeza en él».

  1. Una mujer «noble»

    ‘Lula’, la camarera que enamoró al locutor de radio


Una conocida de Lula muestra una foto de ella en el teléfono móvil.


Otra de las personas desaparecidas es la mujer a la que todos conocían como ‘Lula’, la pareja del animador y locutor de la emisora de radio Supermix, Ferney Lozano, un hombre muy popular entre la comunidad latina que participaba habitualmente en fiestas y eventos como animador, con el que mantenía una relación desde hacía años. Lozano, que la noche del incendio también estuvo en Fonda Milagros con ‘Lula’, perdió de vista a su acompañante en el desalojo. «Ella era la camarera del local», asegura Claudia Mejía. «El tiempo que ha estado abierta la Fonda, donde yo voy frecuentemente, siempre la he visto. Era una mujer muy tranquila, muy respetuosa, que siempre atendía a la gente educadamente. Era noble y siempre estaba sonriendo», recuerda. El secretario general de CC OO en la Región de Murcia, Santiago Navarro, confirmó ayer que una de las personas fallecidas en el incendio era trabajadora de uno de los establecimientos calcinados.

  1. Del barrio del Progreso

    Yosi, el chef colombiano que vino para ayudar a su madre

Dubis Rivero caminaba ayer derrumbada por las calles aledañas a la discoteca donde se perdió el rastro de su hijo Yosi el pasado domingo de madrugada. Con la mirada perdida y acompañada por su sobrino y una amiga, buscaba amargamente respuestas. Su hijo es otro de los desaparecidos.


Dubis, madre de Yosi, llora en la zona de la discoteca donde desapareció su hijo el domingo.


N. García / AGM


«No he contado con la suerte de que mi hijo aparezca todavía. Estaba en la discoteca, en una fiesta. Era uno de los invitados al cumpleaños de Erick y desde esa noche no sé nada de él». La mujer, de nacionalidad colombiana, llevaba ayer un cepillo de dientes de su hijo en el bolso por si necesitaban cotejar su ADN. «La Policía me dijo que esperara, pero si tengo que ir a hacerme pruebas al Instituto de Medicina Legal, voy en este instante». Dubis afirma que no sabe a quién recurrir ni a quién preguntar para saber cómo transcurre la búsqueda. «Puse la denuncia en la Policía el domingo y desde entonces nadie se ha puesto en contacto conmigo».

Su hijo Yosi, colombiano y de 34 años, llegó del país suramericano a Murcia el pasado mes de febrero para ayudar y hacer compañía a su madre, quien se había establecido unos meses antes en el barrio del Progreso de la capital.

«Dubis trabajaba en una residencia de la tercera edad, cuidando a personas mayores, y Yosi vino a Murcia para que no estuviera sola», explica Tulio Andrés, un empleado de un supermercado situado en la avenida del Progreso. Según sus vecinos, se integró rápidamente en la vida del barrio. Encontró trabajo como cocinero en un restaurante de la Gran Vía de Murcia y en sus ratos libres iba al gimnasio y quedaba con amigos de la comunidad latina. «Era muy buen chico», añaden quienes lo conocen. Pero los peores presagios sobrevuelan entre los vecinos, ya que una chica del barrio, Carla, camarera de un bar de la misma céntrica avenida, asegura que vio a Yosi el domingo, minutos antes de las seis de la mañana.


Una foto de uno de los desaparecidos difundida en Facebook pidiendo ayuda.


N. G. / AGM


«Había varias fiestas de cumpleaños en la planta de arriba, en los palcos de la Fonda, y a él lo vi en una de ellas. Luego me marché, minutos antes del incendio. Al día siguiente vi su foto en el perfil de Facebook de una amiga con el mensaje de que lo estaban buscando. Hablé con ella y le dije que lo había visto allí. Me dijo que no le dijera eso, porque su madre estaba desesperada, no sabía nada de él y… siento que puede estar entre la gente que no consiguió salir».

  1. Un coche desde Caravaca

    Leidy Paola, Kevin Alejandro y un mensaje desde el horror

Lo último que se sabe de Leidy Paola y Kevin Alejandro es el terrible mensaje de audio que la primera envió a sus padres a las 6.06 horas de la madrugada alertándoles de que iba a morir. Desde entonces su padre, Jairo, no ha vuelto a Caravaca. Sigue alojado en Murcia para colaborar en la identificación de los cuerpos. Su hija había partido el sábado para pasar una noche de fiesta en Murcia. Muchos caravaqueños se han sumado al dolor de este hombre, que reside allí desde hace muchos años y que hizo todo lo posible por traerse a su hija a España.

  1. En el mismo vehículo

    Jorge Enrique y Rosa, padres de tres menores


Rosa y Jorge, residentes en Caravaca de la Cruz y padres de tres hijos menores.


Junto a ellos dos se perdió el rastro de Jorge Enrique Batioja y Rosa María Rosero, que acudieron al cumpleaños de Erick junto a sus amigos Leidy y Kevin. Su desaparición sume en el dolor al pueblo de Caravaca, donde sus vecinos destacan su condición de padres de tres menores. Jorge trabajaba como tractorista para una empresa productora de uva, mientras que su esposa, Rosa, estaba haciendo un curso de empleo de limpieza y mantenimiento de jardines en el Ayuntamiento de Caravaca.

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