A pesar de que las actuaciones de Luis Rubiales lo pusieron en seria duda, España tendrá al final su Mundial de fútbol en 2030 y, pese a ser una de las grandes potencias universales, no vivirá solo del recuerdo de Naranjito y de ese Mundial-82 nefasto en materia deportiva por el fracaso de la selección que dirigía José Emilio Santamaría en plena transición democrática. No será una organización en exclusiva, ni mucho menos, ya que por primera vez en la historia el mayor acontecimiento deportivo del mundo, junto a los Juegos Olímpicos, tendrá lugar en tres continentes y seis países distintos: España, Portugal y Marruecos como organizadores principales, pero también Uruguay, Argentina y Paraguay en los primeros partidos de sus selecciones.
La decisión de la FIFA fue tomada casi en la clandestinidad, sin esperar al proceso natural que debía concluir en su congreso extraordinario de diciembre de 2024, es decir, dentro de más de un año. Pero, en un hecho sin precedentes, trascendió este miércoles, tras un Consejo presidido por Gianni Infantino. En realidad, la bomba la soltó primero el presidente de la Conmebol, Alejandro Domínguez, a través de las redes sociales, y pilló al mundo del fútbol con el paso cambiado.
Todavía existen muchas aristas sin perfilar, sobre todo en lo referente a las sedes y estadios definitivos. En España aspiraban en principio 15 campos de tres ciudades y se calcula que como máximo serán diez. También se habla de tres recintos portugueses y hasta seis estadios marroquíes, más esos partidos en Montevideo y seguramente Buenos Aires y Asunción. Tendrá que decidir la FIFA, pero aún no se sabe cuándo. Las sedes para el Mundial 2026, que se disputará en Estados Unidos, México y Canadá, se conocieron recientemente.
Después del polémico Mundial de Catar y de que Arabia Saudí retirase su apuesta por 2030, la FIFA ha decidido adoptar una solución salomónica que concuerda con esa moda de que varios países compartan la organización de un gran evento. Se decantó por la candidatura ibérica formada por España y Portugal, a la que después se sumó Marruecos, pero también hizo un guiño a la apuesta sudamericana porque el partido inaugural de esa Copa del Mundo tendrán lugar en Montevideo para conmemorar el centenario del primer campeonato, y Argentina y Paraguay también jugarán sus primeros partidos junto a sus incondicionales. Chile, por lo tanto, es el único de los países que pretendía albergar el Mundial 2030 que no tendrá partido alguno.
Largo camino
Tan ansiado Mundial será el final de un largo camino que se comenzó a construir en 2018, cuando Rubiales solicitó de manera formal al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, su apoyo para organizar ese evento de enormes dimensiones a niveles económico, deportivo, social y cultural. Tras ese Mundial de 1982 y los Juegos Olímpicos que mostraron lo mejor de Barcelona al mundo en 1992, España será primera plana en cuanto a organización deportiva por tercera vez en la historia.
Las posibilidades de España, Portugal y Marruecos crecieron tras la decisión de Arabia Saudí de retirar su candidatura. La propuesta de los saudíes, que era conjunta con Grecia y Egipto para convertirse precisamente en la primera Copa del Mundo que se disputará en tres continentes a la vez -Asia-Europa-África-, fracasó antes de empezar, toda vez que la inclusión de Marruecos junto a españoles y portugueses dividió el voto africano.
Empero, a los altos dirigentes del deporte español, con el ministro Miquel Iceta y el secretario de Estado para el Deporte, Víctor Francos, a la cabeza, se les vino el mundo encima tras el escándalo que lideró Rubiales con su beso presuntamente no consentido a Jenni Hermoso tras la conquista del Mundial femenino en Sídney. Precisamente, el hecho de que por tan pésima imagen peligrase el Mundial 2030 fue una de las claves de que el presidente Pedro Sánchez decidiese acabar con su protección a Rubiales en escándalos anteriores.
La dimisión de Rubiales, clave
Aunque tardía, la dimisión final del dirigente de Motril, el domingo 10 de septiembre, permitió respirar algo más tranquilos, tomar aire e impulsar la candidatura. Apenas seis días después de la renuncia de Rubiales, el presidente de la comisión gestora de la FEF, Pedro Rocha, recibió en la Ciudad del Fútbol de Las Rozas a sus homólogos Fernando Gomes y Fouzi Lekjaa, en lo que supuso la primera reunión de trabajo de las tres federaciones de cara a la organización del Mundial 2030. A lo largo de la semana pasada, en la sede del fútbol español se produjeron diversos encuentros entre representantes de las tres países para a acelerar en detalles clave de la candidatura liderada por España.
En el plano todavía más institucional, el Consejo Superior de Deportes (CSD) ha desempeñado en las últimas semanas un papel decisivo para garantizar a la FIFA que la candidatura liderada por España estaba lista para acometer un proyecto de esta envergadura. Ya en la salida de la pasada Vuelta a España en Barcelona, Víctor Francos avanzó que pensaba hablar con las más altas instancias del fútbol universal.
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«Me voy a poner en contacto con la FIFA para hacer una reflexión importante y que este hecho (Rubiales) no afecte a la candidatura de España para organizar el Mundial 2030 y para hablar de los asuntos del fútbol español que consideremos de importancia». Dicho y hecho, ya que esa comunicación se produjo y devolvió la confianza en el presidente Infantino. Por su parte, el presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez, aprovechó un encuentro en Nueva York con el propio Infantino para transmitirle que España, Portugal y Marruecos están trabajando para confeccionar una candidatura «sólida y ambiciosa».
1.500 millones de inversión prevista
Cabe recordar que a finales del año pasado, el Consejo de Ministros, a petición de Iceta, aprobó un real decreto para regular la concesión directa de una subvención de 7,5 millones a la FEF, todavía de Rubiales, para la preparación y desarrollo de la candidatura mundialista. Según informó el CSD, esa primera inversión se destinaba a potenciar la candidatura española a través de diversas actividades. Entre ellas, enumeró la celebración de encuentros y eventos en distintas partes del territorio nacional y extranjero, el establecimiento de una oficina técnica para la coordinación de eventos, la difusión de las iniciativas a través de los medios de comunicación, el desarrollo de las infraestructuras necesarias destinadas a centros de entrenamiento y tecnificación de las selecciones nacionales y autonómicas y el soporte tecnológico.
Es solo el principio, ya que el Gobierno cifra la inversión necesaria para organizar con éxito el Mundial en más de 1.430 millones. De ellos, 750 millones destinados para infraestructuras y 680 a gastos de organización. En todo caso, el coste estimado por el Ejecutivo es ridículo en comparación con los 200.000 millones de dólares que invirtió Catar en organizar la Copa del Mundo más cara de la historia. En 2014, en Brasil, que necesitó reformas de arriba a abajo, el gasto ascendió a 15.000 millones. Un espaldarazo para España, que no debería tener dificultades para rentabilizar la inversión.
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Enlace de origen : España organizará su segundo Mundial en 2030