Gastroplán: nueve menús para amantes de la buena cocina

El calor del fuego directo incide sobre las mejores materias primas en este restaurante que se caracteriza por la elegancia, el buen servicio y una cocina de base tradicional mimada al extremo. Cocina de siempre adaptada al cliente contemporáneo.

En la carta, unas mollejas de cordero para compartir y el reino de la cuchara con platos como las pochas con manitas de chato en salsa con hierbabuena o unas reparadoras lentejas con chato, pato y foie. La huerta en otoño sigue siendo feraz -escalivada al horno de leña, ensalada de perdiz escabechada- al igual que el mar -pulpo asado en horno moruno, berberechos a la brasa o gamba roja a la lumbre-. Y las proteicas carnes: cortes de lechal a la brasa, pluma de bellota, ternera gallega, solomillos y chuletones. Y sus particulares y suculentos arroces, como el de pulpo y morcilla con alioli suave de calabaza y jengibre al horno de leña.

Este viejo molino de pimentón construido en 1920 ha sido testigo de la pujante industria de este polvo de ‘pimiento molío’ que tanto se identifica con nuestra tierra.

Aquí, tradición y vanguardia se fusionan gracias a la sensibilidad de Rodi Fernández y a sus dos guías: estacionalidad y proximidad. Y aquí, el otoño nos entra con un espectacular venado con pan de higo y piña, todo un prodigio de equilibrio y contraste; con el recuerdo de la vieja cocina murciana con un canelón de conejo al ajo cabañil o una sorprendente interpretación del zarangollo; con un lingote de carrillera de ternera con el puré de boniato, la melosidad en estado puro; y si vas a por todas, un buen lomo de vaca a la brasa.

A la Bodeguita de Javi hay que ir con tiempo. No por nada, sino porque entre la carta de la barra y la del restaurante, vas a estar un buen rato leyendo y dudando. Y si hablamos de otoño, aquí también se percibe la suculencia que sugiere el humo.

Guisos, arroces y calderetas, costillares a la brasa a fuego lento, paletillas de lechazo al horno y unas parrillas sobre las ardientes brasas que lo mismo acogen una parrillada con patatas y verduras que un rodaballo en taco. Todo esto y más en la barra. La estación de la nostalgia se descubre también en la carta del restaurante: ahí está ese espectáculo de manitas deshuesadas con huevo frito, ese guiso de cuchara diario, el confit de pato con castañas y parmentier de mango o el arroz -entre otros- con setas, caza, trufa negra y puntas de foie. Y guisos marinos, como el asado de corvina a la murciana o el bacalao con ajos y salsa romesco.

Casi 50 años lleva La Parranda poniendo Murcia encima del mantel. Ingredientes de calidad, apego a la base tradicional de nuestra cocina y un mimo especial en la selección de los mejores productos de la huerta y en las elaboraciones.

El otoño nos recibe ya con los aperitivos: unas cremosas croquetas de rabo de toro con boletus, unas judías con cocochas salteadas de bacalao o unas berenjenas rellenas nos dan la bienvenida. Podemos irnos a los arroces, entre ellos el de conejo o el de pollo campero. Por supuesto, otoño, meses con ‘R’ es un buen momento para el marisco, del que La Parranda siempre está bien provisto. Y en carnes, la nostalgia otoñal se nos irá como por arte de magia con unas chapinas de cabrito, o un rabo de toro, para el que no hace falta ni cuchillo.

Todo un referente de la restauración molinense. Es la calidad de los ingredientes con los que trabaja el factor que ha colocado al restaurante La Chimenea en ese privilegiado lugar.

Cocina clásica, respeto al producto, pocos aditamentos que oculten las propiedades del ingrediente principal y una carta con una gran variedad de posibilidades. Además de las mejores carnes, pescados y mariscos, este otoño nos podemos reconfortar con platos como una flor de otoño con oporto, boletus, foie y gelatina de pera, un huevo poche con parmentier de patata trufada, trompetilla de la muerte y jamón de bellota, un espectacular arroz con vaca vieja y boletus, unas manitas de cerdo o un meloso rabo de toro. Una apuesta segura.

Más que una simple pizzería. La Tarantella lleva décadas ofreciendo un trocito de Italia en nuestra Región.

Por supuesto, pizzas las que quieras, pero también otras especialidades propias de diferentes regiones italianas como unos cannoli, hechos con la auténtica receta italiana, una burrata frita acompañada de queso parmesano, un bocado cremoso y crujiente a la vez, o un tortellone prosciutto e funghi. Y en este comienzo de otoño, novedades como una burrata frita con pesto de boniato, unas croquetas de ossobuco con la reducción del estofado, unos raviolone rellenos de mortadela y verduras con salsa taleggio o un exquisito carpaccio de lomo bajo de retinta con rúcula, parmesano y setas. Para juntar los cinco dedos al más puro estilo italiano.

Un precioso restaurante en el corazón del Valle de Ricote y un cocinero venezolano -Freddy Salmerón- viajado por medio mundo, enamorado de Murcia y de la gastronomía de origen andalusí, hacen de este restaurante un lugar mágico donde degustar una cocina fusión divertida, colorista y plena de picos de sabor elaborada con técnicas e ingredientes de muy diversa procedencia pero muy centrada en el mundo de los cítricos.

Aquí te puedes encontrar con un atún encebollado con setas y dátiles de nuestras palmeras, una brocheta ibérica en tortita mejicana con yogur y albahaca, un delicioso salmón con chutney de mango, una sorprendente alcachofa frita con sopa castellana, un canelón de pollo con bechamel de trufa y castaña o una deliciosa croqueta de boletus con mahonesa cítrica. Un lugar, un paisaje y una cocina que no te dejarán indiferente.

En Origen by Alkimia no convierten lo que tocan en oro, pero sí hacen la magia de convertir alimentos en placer, que ya es bastante.

Se trata del acercamiento al producto local y a elaboraciones más tradicionales -no por ello desprovistas de una depurada técnica culinaria- del alquimista mayor, el joven Alejandro Medina, chef también de Alkimia New Tavern, en Alcantarilla, quien busca nuevas formas de tratar los productos, aunque sin caer en la artificiosidad, con muy buenos resultados. En todo caso, una cocina directa, honesta y enfocada a los sabores propios de la excelente materia prima con la que trabaja. Un ejemplo de ello es el plato de berenjena templada, romescu y vinagreta de coliflor, los lenguados y rodaballos a la brasa, profundos arroces planos como una hoja de papel y excelentes carnes a la parrilla.

El gazpacho yeclano del restaurante Los Chispos debería ser declarado patrimonio inmaterial -y material- de la Humanidad.

Un plato que no han tenido que cambiar con la llegada del otoño, porque nada hay más otoñal que esa elaboración a base de carne de caza -perdiz, liebre…-, y caracoles sobre la base de un consistente sofrito y una torta de pan ácimo. Pero estamos en tierras altas, con una climatología menos tórrida que en otras partes de la Región y eso condiciona la alimentación. Platos de cuchara, guisos tradicionales y otros como unos níscalos estofados con huevos de puntilla, un arroz caldoso con conejo y caracoles serranos, una pluma ibérica macerada y, por supuesto, carnes y pescados de calidad, además de una delicia yeclana: el queso frito con una salsa de tomate que te hace cerrar los ojos.