Hasta hace prácticamente un mes, Ana María Hernández era la presidenta de Ipbes (Plataforma Intergubernamental Científico-normativa sobre Diversidad Biológica y Servicios de los Ecosistemas). En septembre finalizó su mandato de cuatro años al frente de esta plataforma encargada de velar por la biodiversidad terrestre. Bajo su presidencia se ha cerrado un acuerdo histórico para proteger la naturaleza del planeta. El plan estratégico del marco incluye medidas concretas para detener y revertir la pérdida de la naturaleza, incluida la protección del 30% del planeta y el 30% de los ecosistemas degradados para 2030. Asimismo, el plan incluye propuestas para aumentar la financiación destinada a los países en desarrollo, lo que representó un importante obstáculo durante las conversaciones. Sin embargo, la tarea es complicada como nos cuenta en Voces 2030.
-¿Cómo va el grado de cumplimiento de ese o de ese 15 ahora que estamos a mitad de mandato?
-Es un poco complicado, porque en términos de evaluaciones no hay ninguna que esté fechada a día de hoy. La Ipbes sacó una evaluación preliminar en 2019 en la que se avisaba que si no se hacían cambios importantes no se iban a alcanzar las metas y lamentablemente no se están alcanzando en su máxima expresión, porque han sido parcialmente cumplidas dependiendo de qué país elijamos. Es verdad que ha habido un incremento enorme en términos de acciones, en colaboración, en apoyo y en financiación de programas y políticas para intentar cumplir las metas. Esperamos poder llegar a 2030.
-El ODS 15 es muy amplio, ¿qué es lo que más le preocupa? ¿Dónde hay que trabajar más?
-Me gustaría centrarme en los cinco motores principales de pérdida de biodiversidad que identificó la Ipbes en 2019 en su evaluación global. El primero de ellos es la degradación de las tierras y de los océanos, también tenemos introducción de especies exóticas invasoras, sobreexplotación de especies, contaminación y el cambio climático. Cuando hablamos de pérdida de biodiversidad, tenemos que preguntarnos qué tipo, porque los hay diferenciados según el país. Es complejo y tenemos que tener bien identificados los comportamientos sociales y culturales asociados a esa pérdida. Esa es la complejidad que nos cuesta asumir, porque tiene impactos políticos y económicos.
-¿Somos conscientes de ese daño? ¿Hay concienciación política y social?
-El tema no es que se den cuenta, lo saben. El problema es revertir los procesos de pérdida. Si hablamos, por ejemplo, de los procesos de pérdida de bosques por ampliación de frontera agrícola, porque se necesita para cultivos y no solo alimentación humana sino para textil, etc… Lo que vemos son presiones de cadenas económicas y cuando pedimos a los diferentes actores acciones que no perjudiquen la biodiversidad hay un lenguaje de sordos. Los ambientalistas dicen que hay que respetar el requerimiento ambiental y la parte comercial dice que el negocio tiene que existir y así nos quedamos. Mientras no nos sentemos, trabajemos de la mano y demos soluciones concretas no vamos a lograr nada. Los gobiernos pueden poner mucho dinero, pero si no cambiamos toda la actuación social que genera presión, vamos a seguir perdiendo biodiversidad y esto empieza desde casa. Tenemos que ser conscientes de lo que hacemos, porque estamos haciendo un consumo desmedido y eso genera presión en la cadena productiva.
-¿Y qué podemos hacer?
-No quiero sonar a receta, pero hay una cantidad de cosas que se pueden hacer y luego solo quedan en palabras. La esencial es la conciencia pública y ahora vemos que los niños y jóvenes están más educados en este apartado y son más conscientes. También tenemos más procesos multilaterales en términos de legislación y sostenibilidad, pero hay que trabajar más. Debemos escuchar a la ciencia, tenemos el IPCC y el Ipbes. Hay diferentes fuentes de información en términos de conocimiento científico… Hay muchas cosas para hacer y se hace poco.
-Hace cuatro años la nombraron presidenta del Ipbes. Acaba de decir que se escucha poco en el mundo científico. ¿Ha observado avances en esa atención prestada a estos expertos?
-Nosotros realmente hemos estado muy contentos, porque en los últimos cuatro años hemos tenido una resonancia enorme en los medios, en la comunidad científica y entre los que toman las decisiones políticas. Hemos sido invitados a parlamentos, a congresos y hemos estado con presidentes que nos han conocido y apoyado. El G20, el G77, los ministros de América Latina y el Caribe o la Unión Africana han utilizado nuestra información científica como base para su toma de decisiones. De hecho, ya hay varios países que han estado también generando sus propias evaluaciones nacionales de biodiversidad basados en en el marco conceptual y metodológico de la Ipbes. Otro gran avance es que hemos podido trabajar cada vez más con las comunidades indígenas y fomentar la ciencia ciudadana. Es interesante ver cómo ha mejorado esto y nos ha permitido mapear mejor el estado real de la biodiversidad.
-¿Qué os dicen estas comunidades?
-En España y Europa hay una importante preocupación por los procesos de pérdida de biodiversidad por los incendios forestales. En Canadá ocurre lo mismo y también hay un gran problema con la introducción de especies exóticas. A esto hay que añadir la pérdida de polinizadores con impacto en los cultivos. En el caso de los pueblos indígenas tienen una forma particular de manejar su entorno y algunas de ellas se han incorporado el ciclo económico y han destrozado sus bosques para hacer cultivos, pero también han trasladado conocimientos de generación en generación para cuidar la biodiversidad. Estas comunidades nos han transmitido una serie de información valiosísima de cómo han identificado estos procesos de pérdida y cómo se han trasladado. Es un conocimiento rico, pero que también nos deja ver que hay un proceso de degradación que no es solamente de la biodiversidad, sino también un proceso de degradación que afecta directamente a la cultura de los pueblos. Y eso es algo mucho más preocupante.
-¿Es optimista con la segunda mitad de mandato de la Agenda 2030?
-Tiendo a ser más objetiva que optimista o pesimista. En la COP15 del Convenio de Diversidad Biológica celebrado en Montreal el año pasado se adoptó un marco global en línea con muchos ODS y vimos que si se cumplen las condiciones con un cambio transformativo de aquí al 2030 lo podemos lograr. Hay que ir haciendo una monitorización continua desde el principio y año a año, porque en política internacional siempre se dice que se cumple y luego llegan las evaluaciones científicas y se demuestra que no es cierto. Lo mejor es ser sinceros y advertir de que se tienen problemas para cumplir y necesitas ayuda para lograrlo.
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Enlace de origen : «Tenemos un consumo desmedido y eso afecta a toda la cadena productiva»