Un centro para la sonrisa

Un centro para la sonrisa

Dice la RAE que la felicidad es un «estado de grata satisfacción espiritual y física» y aunque está claro que no todos la percibimos ni la expresamos igual, sí que en mayor o menor medida deambulamos por la vida aspirando a ella. Pablo Claver, un emprendedor con más de 18 empresas a sus espaldas, está convencido de que una parte importante de ser feliz depende de uno mismo por eso acaba de abrir en Madrid el Museo de la Felicidad. El centro es el segundo en el mundo que se ocupa de este bien intangible, después del de Copenhague, que pertenece al Instituto de la Felicidad de Dinamarca. «Nos fuimos a verlo con dos socios míos y dijimos: ‘Nos lo tenemos que traer a España’. Pero vimos que era un museo demasiado expositivo y un poquito aburrido, así que, con todos los avales y rigores científicos, hemos introducido más de veinte experiencias inmersivas y herramientas que puede que nos hagan mejorar nuestro bienestar porque no hay una receta mágica que nos haga felices», explica Claver.

Quizá por ello el museo, cuya entrada cuesta once euros, quiere medir la satisfacción de sus visitantes, así que antes de adentrarse en este recinto de casi 600 metros cuadrados, pregunta a cada cliente, felizómetro mediante, cuál es su estado de ánimo del uno al cinco, una cuestión que también se le formulará al final de la experiencia para comprobar si los secretos que encierra el centro han cumplido con su objetivo. «Esto es un viaje a través de la literatura, la geografía, la historia, las culturas, los estudios y la ciencia de la felicidad, pero se debe entrar con actitud de probar», comenta.

De hecho, sonreír a cámara es casi obligado para que una barrera, similar a la que prohíbe el paso en los parkings de coches o en los peajes de las autopistas, se levante y dé acceso al visitante. Una vez dentro, entre paneles que dan cuenta del mapamundi de la felicidad con los países más y menos felices del mundo y frases «inspiradoras» de lo que Claver define como el ‘dream team’ de la felicidad y entre quienes están Tal Ben-Shahar, Marian Rojas, Martin Seligman o Teresa de Calcuta -hay un hueco para que uno se haga una foto con ellos-, el visitante puede desestresarse dando saltos en unas pequeñas camas elásticas, lanzarse por un tobogán saltar en plancha sobre una colchoneta idéntica a las que protegen al saltador de altura o golpear, figuradamente, al villano que seleccione en una pantalla táctil en la que están el Joker o Álex, de ‘La naranja mecánica’.

‘Marketing’ y felicidad

Pero no todas las actividades del Museo de la Felicidad requieren un esfuerzo físico. Junto a expositores y vitrinas con objetos que repasan la importancia de la felicidad a lo largo de los siglos, la inevitable unión entre el ‘marketing’ y la propia felicidad, y secciones dedicadas a la literatura que ahonda en el crecimiento personal y la autoayuda con ejemplares de libros como ‘El principito’, en braille, la versión en emoticonos de ‘Moby Dick’ o el superventas ‘Cómo ganar amigos e influir sobre las personas’, de Dale Carnegie, el espacio hace uso de tecnologías como la realidad aumentada para simular cómo sería tener un oso panda como mascota, propone dibujar una sonrisa en los serios autorretratos de Frida Kahlo, Van Gogh o Velázquez y explica, con ayuda de un espejo, uno de los secretos mejores guardados del arte: por qué la Gioconda parece estar sonriendo a todos y cada uno de los visitantes.

Imagen principal - Un centro para la sonrisa

Imagen secundaria 1 - Un centro para la sonrisa

Imagen secundaria 2 - Un centro para la sonrisa

Los juegos que prueban el nivel de conocimiento también están a la orden del día. Así, una pantalla invita al visitante a acertar qué animales tienen la capacidad de sonreir, otra enseña las distintas emociones y sentimientos que se pueden mostrar con una simple sonrisa. Mientras, en otro apartado, el visitante explora la felicidad a través de los cinco sentidos: el gusto, el olor, el tacto, el oído y la vista. Pero son tres las propuestas que Claver destaca del conjunto: la única cámara de risoterapia de España, el jardín de las sonrisas -una instalación que simula un parque con sonidos relajantes y paredes en las que se proyectan «frases empoderantes»- y ‘El armario de la verdad’, una de las tres experiencias preparadas por el mago y psicólogo Miguel de Lucas.

Enlace de origen : Un centro para la sonrisa