Israel bombardea de nuevo Yabalia mientras prodiga las incursiones terrestres al sur de Gaza

Israel bombardea de nuevo Yabalia mientras prodiga las incursiones terrestres al sur de Gaza

Las mujeres horneaban pan. Los niños se disponían a desayunar. Y entonces cayeron los misiles. La escuela Al-Fakhoura, administrada por Naciones Unidas en el campamento de Yabalia, saltó por los aires este viernes dejando de nuevo a la comunidad internacional estupefacta ante otro capítulo incomprensible de violencia. Un padre lo relató así a la agencia Reuters: «De repente comenzaron los bombardeos. Encontré a mis dos hijas. Una murió al recibir un impacto en la cabeza. La segunda fue herida en la pierna. Otra niña resultó herida por la metralla».

La ONU informó este sábado que la escuela formaba parte de su red de centros para familias desplazadas y que hasta el 12 de octubre daba techo a 16.000 refugiados. Un misil entró en el edificio y mató a las mujeres que cocinaban pan. Otro impactó en el patio, en el que había instaladas decenas de tiendas de campaña. Naciones Unidas confirmó que el conflicto armado se ha convertido en la matanza de Herodes y que, una vez más, hubo niños entre los muertos.

Apenas unas horas después del ataque aéreo contra una ambulancia en Gaza, con 15 muertos y 60 heridos como resultado, una nueva pasada de la aviación anunció que Israel va a por todas en el norte de la Franja. Y que quien se encuentre en medio será arrollado. Al menos quince personas murieron como consecuencia de las bombas caídas sobre la escuela, aunque Mohammad Abu Selmeyah, director del hospital Al-Shifa, señaló que su número aumentará a tenor de las graves lesiones sufridas por los 50 heridos en las explosiones. A ellos se suman otras dos víctimas mortales y más de 25 personas heridas en dos ataques contra hospitales, uno de ellos infantil. Se trató de uno de los golpes más intensos que ha conocido la Franja desde el inicio de la ofensiva. Israel mantiene su diana en Yabalia. La ha castigado al menos cuatro veces desde el martes para desmantelar el complejo que Hamás excavó debajo.

Precisamente, las letales operaciones desplegadas en las últimas jornadas –que la ONU y otras organizaciones consideran atroces y quizás crímenes de guerra– revelan la determinación de las Fuerzas de Defensa por acabar con la infraestructura subterránea de Hamás en la Franja. Las dos bombas que los cazas dejaron caer en el campamento de refugiados el pasado martes desatando una matanza de civiles incorporaban mil kilos de explosivo y, aparentemente, detonadores que se activaron cuando los proyectiles penetraron en el suelo para que la onda expansiva devastase las galerías. El efecto resultó también demoledor en la superficie. Aun así, Israel dispone de una bomba más potente, con tres toneladas de explosivo. Un total de 83 países, entre los que no figura éste pero sí EE UU, mantienen un pacto para no usar este tipo de armas en zonas pobladas.

Algunos analistas interpretan que lo que hace Tel Aviv es también una demostración de fortaleza ante grupos como Hizbolá o Yihad Islámica que prácticamente a diario lanzan cohetes contra Israel desde Siria y Líbano, donde ayer los israelíes destruyeron varios sistemas de lanzamiento. La cuestión es que en Gaza todavía viven unos 400.000 civiles y, al revés de lo que se esperaba, cada día son más porque se ha establecido un flujo de retorno de quienes marcharon al sur y ahora vuelven ante las catastróficas condiciones de vida que encontraron. El Gobierno dio ayer un nuevo ultimatum, limitado solo a tres horas, entre la una y las cuatro de la tarde, para que los residentes evacuasen el norte, en lo que pareció un aviso de que los bombardeos se recrudecerán en breve.

«Eliminar» a Yahya Sinwar

«Los combates avanzan bien, paso a paso. Muchos terroristas están siendo asesinados. Doce comandantes han sido abatidos. Estamos desmantelando a Hamás batallón tras batallón», declaró el ministro de Defensa, Yoav Gallant, tras una visita de dos días al frente en la que encontró a miles de reservistas «preparados para luchar hasta la victoria», en una velada alusión a que la ofensiva todavía está en su prólogo.

Gallant introdujo una nueva variable en el conflicto: la búsqueda de traidores a la cúpula yihadista. El mismo día en que las tropas demolieron otro inmueble del jefe de Hamás, Ismaël Haniyeh, refugiado en Qatar, el ministro recordó su prioridad de «llegar» hasta el jefe de la milicia en la Franja, Yahya Sinwar , y «eliminarlo». «Pero si los residentes de Gaza llegan antes que nosotros, la guerra se acortará», arengó.

Mientras, la lucha cuerpo a cuerpo se ha generalizado en Gaza City. Un total de 120 posiciones de Hamás fueron destruidas, incluidos pasadizos y búnkeres bajo tierra. Algunos yihadistas capturados han comenzado a hablar durante los interrogatorios del Shin Bet, el servicio de Inteligencia israelí, lo que ha proporcionado a los militares información precisa sobre edificios que sirven de base a la milicia y bocas de túneles. En varias de estas se produjeron intercambios de disparos en los que murieron una decena de islamistas y al menos cuatro soldados israelíes, lo que eleva a 28 el número total de bajas en el ejército en una semana.

Las tropas terrestres penetraron también en el el sur de Gaza en una incursión noctura «limitada», un tipo de operación en la que parecen prodigarse últimamente para que los soldados tomen contacto con esta pequeña porción de territorio. Las fuerzas de ingeniería y los tanques destruyeron decenas de trampas explosivas y mapearon las áreas edificadas, quizás porque Tel Aviv tenga interés en ampliar la ofensicva a este enclave pese a haber mandado aquí a los gazatíes del norte a buscar refugio.

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