Minireposteros con las manos en la masa

Minireposteros con las manos en la masa

Ataviado con un delantal de cuadros y sus zapatillas de Spiderman, el pequeño Hugo, de cuatro años, presidía una de las mesas de la ludoteca de este domingo, preparado para elaborar sus propias galletas fantasía como un auténtico repostero. Junto a él, una veintena de niños se pusieron con las manos en la masa este domingo por la mañana para sorprender después a sus padres con sus creaciones. Al frente del taller y dando las instrucciones pertinentes se pusieron Isa y Maribel, dos de las asistentes del formador en hostelería Antonio Chacón.

Como este, durante las jornadas de Región de Murcia Gastronómica se han impartido muchas otras sesiones de los ‘Minigourmet’ para introducir a los niños en el mundo de la cocina. En estos talleres los pequeños han aprendido a elaborar esas recetas que vuelven locos a la mayoría, como ‘nuggets’ de pollo, pizzas, empanadillas, piruletas o galletas, como el taller que había preparado para la mañana de este domingo.

Entre los pequeños, que tenían edades entre los 2 y los 10 años, había algunos que a duras penas llegaban bien a la mesa de trabajo, como Carla y Clara, dos niñas de 2 y 3 años que elaboraron algunas de las galletas más coloridas de la mañana. Ellas y sus nuevos compañeros reposteros se situaron en las mesas dispuestas para cocinar, preparadas para recibir instrucciones. «Lo primero es echar harina», informaba Bruno, otro de los niños ansioso por empezar a cocinar. No le faltaba razón, pero las dos instructoras ya tenían la masa preparada para que los pequeños se pudieran lanzar a jugar con ella.

Así, cada uno recibió un trozo que debían amasar y calentar con las manos para poder trabajar con él y crear sus elaboraciones. Todos eran pequeños aprendices, pero trabajaron con el rodillo como si fueran verdaderos profesionales. «No dejéis la masa muy fina, para que no se queme», les pedía Isa a unos recién inaugurados reposteros que acataban órdenes y corregían errores a gran velocidad. Cuando la mayoría de las piezas tenían un grosor adecuado, llegó uno de los momentos favoritos de los pequeños, el de dar forma a sus bocados dulces: gatos, pájaros, manzanas, corazones, pingüinos, patos o árboles de Navidad fueron solo algunos de los elementos que conformaron las bandejas de galletas de los ‘minigourmet’.

Una vez formadas y antes de hornear, las galletas tenían que ser cubiertas por huevo batido para adquirir su característico aspecto dorado, aunque hubo quien tuvo dudas con este paso: «A mí no me gusta pintar, pero quiero que las galletas queden muy bien», aseguraba Carlos cogiendo el pincel, muy a su pesar.

Cuando la primera tanda de galletas entró al horno, los niños aprovecharon ese momento libre de cocina para conocerse y contar sus anécdotas y hablar sobre sus familias, al hilo de dos hermanas que participaban en el taller: «Vosotras no os parecéis mucho, aunque el pelo sí», opinaba Carlos, un niño que no dejó de moverse y bailar durante todo el cocinado. En el interludio del horneado de las galletas, Isa y Maribel les ofrecieron un bocado sano y sabroso que debían preparar ellos mismos: brochetas de fruta. Sobre la mesa, platos de uva, melón y piña que los niños ensartaron en los pinchos con profesionalidad y que después comieron con ganas: «Qué rica la fruta», declaraban algunos, mientras otros soñaban con transformar los pinchos en un bocado de lo más atractivo: «Lo podemos meter al congelador y convertir en helado de frutas».

Mientras tanto, Isa iba sacando del horno las creaciones de los pequeños, aunque unas pocas, las más pequeñas, salieron algo quemadas, como ya anunció la instructora. Las galletas que tuvieron mejor suerte fueron adornadas por los niños con colorante azul o verde, azúcar glass y chispitas de colores. «El mío parece un arco iris», «pues el mío un unicornio», sonaba en la sala mientras los niños llenaban de color sus galletas, sus manos, las mesas y cualquier elemento que se les pusiera por delante, porque a imaginativos y artistas no les gana nadie.

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