Vinicius brilla en un duelo en el que primó el fútbol

La pegada del Madrid castigó con la máxima dureza la candidez de un Valencia atrevido pero endeble atrás, que por momentos dejó un buen sabor de boca, pero al que le faltó poso y le sobraron regalos defensivos para asustar en el Bernabéu. Una temporada más, y ya van quince años sin ganar en Chamartín, se fue de vacío y con una manita en la mochila merced a los dobletes de Vinicius, en su mejor versión, y Rodrygo, que tiñeron de ‘verde-amarelo’ el templo blanco.

Toda la puntería que le faltó al Madrid contra el Rayo afloró frente al Valencia. Y eso que Bellingham se cayó de la cita por sus problemas en el hombro. No había terminado de ocupar sus butacas el respetable cuando Kroos, impecable como siempre en el pase en largo, buscó la incorporación de Carvajal al espacio. El lateral de Leganés, ni corto ni perezoso, lo probó de volea con la zurda desde muy lejos para sorpresa de Mamardashvili.

Un duelo con cierto aroma a complicación se ponía cuesta abajo para el Madrid y eso suele ser sinónimo de catástrofe para el foráneo en Chamartín. Alaba asustó con su peligroso golpeo de falta. Kroos aún más, mediante otro lanzamiento a balón parado que esta vez se topó con la madera. Estaba noqueado el juvenil Valencia de Baraja cuando Hugo Duro, que pasó por el Castilla, tiró de diablura en el área y se giró con frenesí antes de toparse con Lunin, que está aprovechando su oportunidad por la lesión de Kepa.

Bonito el duelo, que fue directo por la Liga hace ya algunos años. Otra vez Hugo Duro se encontró con Lunin y Vinicius puso la réplica con dos intentonas consecutivas en las que solo le falló la precisión en el remate. Pese al desconcierto inicial el conjunto che mostró en el Bernabéu ese paso adelante de esta temporada. Fue alegre para plantear un cara a cara al Madrid. Cosas de la juventud.

Iba decayendo un tanto el ritmo del partido camino del descanso, con Vinicius como agitador y un Valencia muy serio, capaz de discutirle el balón al Madrid en su feudo, cuando de nuevo Hugo Duro perdonó en un cabezazo franco. Tan solo estaba el punta che ante la puerta rival que no se lo creyó y remató de testa sin fe.

Dejó pasar la ocasión el Valencia y lo pagó con creces, pues el equipo blanco se desplegó a la contra, Rodrygo cabalgó y sirvió al corazón del área, donde Vinicius tiró de recurso con el pecho para firmar el 2-0. La pegada marcó la diferencia, ese matiz decisivo en el fútbol que establece la gran distancia entre los dos equipos hoy por hoy.

Del sueño al vía crucis

Y es que todo el buen planteamiento valencianista se deshizo como un azucarillo tras el descanso. Vinicius aprovechó la candidez del equipo del Pipo en un error de Gabriel Paulista y volvió a hablar sobre el césped, donde mejor se expresa. Galopada y disparo ajustado al poste para firmar el tercero y bandera blanca del Valencia. Sin solución de continuidad Mamardashvili falló en la salida y Rodrygo aceptó de buen grado la invitación al reencuentro con el gol en Liga casi tres meses después.

Quedaba toda la segunda parte por delante y el 4-0 ya había acabado con el partido. El Valencia asumió como pudo su particular vía crucis, Ancelotti aprovechó la ocasión para entregarle a Vinicius una ovación de gala y Rodrygo y Hugo Duro, al fin pero tarde, redondearon una goleada excesiva a tenor de lo visto. Seis días después de quedarse a cero ante el Rayo, el Madrid se reconcilió con el gol en un partido sin ruido. Cosas del fútbol.