Telefónica tiene la llave contra la despoblación: un hilo de sílice tan fino como un cabello

Telefónica tiene la llave contra la despoblación: un hilo de sílice tan fino como un cabello

Driebes es un pequeño pueblo de la Alcarria Baja que no llega a 400 habitantes pero que ha tenido una vida de lo más azarosa. De su ajetreado pasado, que se remonta 4.000 años atrás, en la Edad del Bronce, dan fe dos hallazgos arqueológicos que han puesto en el mapa a esta localidad.

El primero es el tesoro de Driebes, un enorme lote de piezas de orfebrería de la cultura carpetana, del siglo III a.C., hallado en 1945 durante las obras de construcción del Canal de Estremera. El segundo, el hallazgo en 2017 de la ciudad romana de Caraca, un enorme yacimiento datado entre los siglos IV a.C. y II d.C. a solo siete kilómetros del pueblo.

Pero para los vecinos, el verdadero tesoro de Driebes, el que les ha colocado en el siglo XXI, es la fibra óptica, que les llegó en 2021 de la mano de Telefónica, una de las compañías integradas en Líderes con Propósito, la comunidad de empresas lideradas por Vocento que se gobiernan desde el propósito corporativo y en la que también están Havas Media Network España, HM Hospitales, Iberostar, IKEA, L’Oréal, Mahou San Miguel, Novartis, Puy du Fou, Salesforce, Santander y Tendam.

«El propósito corporativo de Telefónica es hacer un mundo más humano conectando la vida de las personas», explica Emilio Gayo, presidente ejecutivo de Telefónica España. Eso, bajado a tierra, significa que la compañía está «comprometida en alcanzar hasta la última aldea de España, porque sabemos que llegar a todas partes tiene negocio pero, sobre todo, ayuda a la cohesión social y territorial. Y eso, al final, está ligado al desarrollo de la compañía».

Ese desarrollo, en cifras, significa que en España ya hay 29 millones de hogares y establecimientos conectados gracias a la fibra de Telefónica y que el 87 por ciento de la población ya disfruta de su red 5G. Y esas cantidades siguen creciendo, tanto en las ciudades como en el ámbito rural.

«La conectividad de las personas en el mundo rural constituye un factor de cohesión social –explica Beatriz Herranz, directora general en el Territorio Centro de Telefónica–. Eliminar las barreras de la distancia y la ‘ruralidad’ acercando los servicios digitales, la educación y el entretenimiento en las mismas condiciones que en las zonas densamente pobladas es un objetivo primordial de Telefónica».

Javier Bachiller, exalcalde de Driebes hasta las pasadas elecciones, en las que decidió dar un paso al costado, y propietario del supermercado del pueblo.

Javier Bachiller, exalcalde de Driebes hasta las pasadas elecciones, en las que decidió dar un paso al costado, y propietario del supermercado del pueblo.


Javier Bachiller era el alcalde de Driebes cuando Telefónica desplegó la fibra en su pueblo. «Fuimos la primera localidad de Guadalajara de menos de 500 habitantes en recibirla. Fue poco después de lo más crudo de la pandemia –recuerda–. Y pasó algo muy curioso: el confinamiento hizo que nuevas familias vinieran al pueblo, pero lo que logró que se asentasen aquí definitivamente fue la fibra».

Durante la pandemia, la población de Driebes pasó de 350 a 460 habitantes. No todos se quedaron cuando se levantaron las restricciones, pero sí lo hicieron unas pocas familias, y ahora la población está estabilizada en torno a 390 vecinos.

Ese crecimiento de población es especialmente importante en Castilla-La Mancha, una de las regiones más afectadas por el vaciamiento rural. La comarca de La Alcarria, a la que pertenece Driebes, es una de las 52 zonas de riesgo de exclusión poblacional que ha establecido la Junta de Castilla-La Mancha, y es una de las 14 catalogadas como de ‘extrema despoblación’.

Pero Driebes es la excepción. «Dejando a un lado los municipios grandes de la zona, como Mondéjar o Almoguera, somos uno de los tres únicos pueblos de Guadalajara que ha crecido en población en los últimos 15 años», asegura Bachiller. Eso se explica, en parte, por un aspecto que apunta el exalcalde: «Somos un pueblo con mucho arraigo entre los jóvenes y que engancha a muchas familias. Eso fija población estable y también atrae a un buen número de vecinos que se instalan aquí en las épocas más benignas del año». Pero la explicación tiene una segunda derivada: el despliegue de la fibra óptica que ha realizado Telefónica.

«Los mecanismos de colaboración público-privada para el despliegue de las redes de alta velocidad en los entornos rurales han permitido extender la cobertura a zonas donde la rentabilidad es reducida –señala Beatriz Herranz–. Eso supone poner las grandes oportunidades de la revolución tecnológica al servicio de la mayoría de las personas, para que nadie se quede atrás».

Beatriz Lozano es veterinaria, nació en Alcalá de Henares (Madrid) hace 37 años y a su edad ya ha acumulado miles kilómetros y unas cuantas mudanzas: Zaragoza, Alicante, Mánchester, Tudela, Girona, Alcalá de Henares… hasta asentarse definitivamente en Driebes. «Vine con mi familia durante el confinamiento y aquí me quedé», explica.

Siempre había soñado con ejercer aquí, en Driebes, el pueblo de su madre. Tiene su clínica veterinaria abierta desde hace un año y también ofrece asistencia domiciliaria de urgencia con su ambulancia. «Los comienzos siempre son duros –señala–, pero el feedback que estoy recibiendo es muy positivo, porque cuando mejoras la vida de los animales, también mejoras la vida de las personas».

Solo con su clínica, Beatriz ha conseguido un triple beneficio para su pueblo: ofrecer un servicio que antes no se daba en un radio de 50 kilómetros, crear empleo gracias a la ayudante que tiene contratada y fijar población en una zona poco poblada; concretamente, ella y sus dos hijos de cuatro y seis años.

Héctor Santotomás trabaja en la farmacéutica HIPRA, que tiene su sede en Girona, y durante la pandemia se mudó a Driebes desde donde teletrabaja conectándose cada día con diferentes países de Asia, América y Europa.

Héctor Santotomás trabaja en la farmacéutica HIPRA, que tiene su sede en Girona, y durante la pandemia se mudó a Driebes desde donde teletrabaja conectándose cada día con diferentes países de Asia, América y Europa.


Emilio Pérez es cerrajero. Después de muchos años viviendo en Alcorcón (Madrid), también decidió trasladarse a Driebes con su familia. En su trabajo, la red de fibra le ha servido para agilizar las tareas administrativas del negocio y la comunicación con sus clientes. En paralelo a su ocupación como cerrajero, Pérez está empezando un proyecto como herrero para construir remolques de coches, y ha comenzado a promocionarlo tanto en su página web como en Facebook e Instagram. Pero lo que más destaca del cambio que le ha supuesto la mudanza es la escolarización de sus dos hijas. En el colegio de Driebes hay matriculados 19 alumnos, y está encantando. «Son casi clases particulares –dice–, y es es un incentivo frente a municipios cercanos más grandes».

Antes incluso de que la fibra llegase al pueblo, el colegio de Driebes ya fue un pionero en conectividad. Forma parte del programa Escuelas Conectadas, una iniciativa de red.es cuantificada en 254 millones de euros para dotar a los centros educativos españoles de banda ancha ultrarrápida. Para esta pequeña escuela, eso ha supuesto tener una conexión a Internet de alta velocidad, pantallas en sus dos aulas en las que mostrar recursos didácticos interactivos y que los estudiantes puedan trabajar con libros digitales en sus tabletas.

Y a nivel administrativo, la mejora de la conectividad también se ha notado en el propio Ayuntamiento. «La administración electrónica es una realidad y no podemos quedarnos al margen. Desde que tenemos fibra –señala Bachiller–, todo es mucho más rápido y sencillo. Antes, para subir cualquier solicitud a la ventanilla digital de la Administración nos eternizábamos, y ni siquiera teníamos la seguridad de que llegase. Ahora, todo ha cambiado. Además, otras gestiones habituales entre los vecinos, como la tramitación de la PAC en el caso de los agricultores, es ahora posible hacerlo cómodamente desde casa».

Raúl Higuera es el propietario del bar La Higuera, que ha visto aumentar su parroquia gracias a las nuevas familias instaladas en Driebes gracias al despliegue de la fibra óptica.

Raúl Higuera es el propietario del bar La Higuera, que ha visto aumentar su parroquia gracias a las nuevas familias instaladas en Driebes gracias al despliegue de la fibra óptica.


Los ejemplos de lo beneficiosa que ha sido para Driebes la llegada de la fibra se amontonan. Javier Bachiller, su exalcalde, también es el propietario del único supermercado del pueblo. Y hasta la instalación de la fibra «los pedidos los tenía que realizar por fax, porque el correo no iba ni a tiros. Eso me ha facilitado el trabajo y he ganado en seguridad y velocidad».

A Raúl Higuera, el propietario del bar La Higuera, la mejora de las telecomunicaciones también le ha beneficiado de forma directa: «Con la llegada de la fibra y la posibilidad de teletrabajar hemos recibido varias nuevas familias en Driebes, y eso ha significado nuevos clientes».

Y Héctor Santotomás, que trabaja en la empresa farmacéutica Hipra, la creadora de la vacuna española contra la Covid-19, decidió instalarse en Driebes durante la pandemia para apostar por un nuevo modelo de vida más apacible en el medio rural gracias a la posibilidad que tiene ahora de realizar desde aquí las videoconferencias que tiene a diario con países de Asia, América y Europa.

Todo eso gracias a la expansión de la fibra óptica, un sencillo hilo de sílice flexible, transparente y solo algo más grueso que un cabello humano que permite que los pueblos crezcan con nuevos servicios, que crea empleo y que fija población en zonas rurales en riesgo de despoblación.

Por desgracia, Driebes no es la norma, sino una gozosa excepción. «Lamentablemente, el mero despliegue de la fibra no frena ni paraliza la despoblación –apunta Beatriz Herranz–. Son las oportunidades de creación de negocio, las oportunidades de generación de empleo o la disponibilidad de servicios las que hacen que la población se fije al territorio. Por eso hay que complementar la disponibilidad del acceso a la banda ultra-ancha con la digitalización de los servicios públicos, con la capacitación digital de la ciudadanía, con programas de subvención al equipamiento y el establecimiento de mecanismos de apoyo financiero a los colectivos vulnerables para garantizar que puedan acceder a ella».

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