El ‘modo monje’ o cómo elevar tu productividad en cualquier cosa que hagas

El ‘modo monje’ o cómo elevar tu productividad en cualquier cosa que hagas

En los últimos años, los libros de autoayuda tienen un subgénero propio que se podría resumir con el título ‘Modo monje’. Estas dos palabras resumen una forma sencilla de enfocar la productividad. Si nos libramos de las distracciones, la capacidad de trabajar o realizar una actividad con la que queremos se multiplicará. La imagen que lo representa es la de un monje en su celda centrado en una tarea, sin nada que le haga perder el tiempo. En su fase más sencilla, el modo monje consiste en librarse de distracciones como el móvil. En su vertiente más radical, los apóstoles de este pensamiento defienden eliminar el azúcar y el sexo.

El ‘modo monje’ era una herramienta que habían popularizado programadores informáticos que se habían dado cuenta de que la multitarea -realizar varias labores a la vez- restaba productividad. De ahí pasó a los libros de autoayuda para emprendedores. Y entonces se popularizó en ‘Tik Tok’ y otras redes sociales. Este dato resulta paradójico, puesto que el mayor foco de distracción hoy en día lo crean precisamente estas plataformas, diseñadas para acaparar la atención a partir de técnicas elaborada de neurociencia. No es casual que se haya acuñado el término ‘fentanilo digital’ para referirse a la capacidad de estas plataformas en convertirse en adictivas. Y su poder en este terreno es muy amplio, especialmente, si según las estadísticas, cada español pasa una media de dos horas y 53 minutos diarios ante una pantalla, cifra que asciende a las cinco horas en el caso de adolescentes.

Recompensa clara

Una de las claves paralelas al ‘modo monje’ es el ‘flujo’ un término acuñado en 1970 para el mundo de la psicología por el profesor húngaro Mihály Csíkszentmihályi. Este experto, nacionalizado estadounidense, descubrió que la capacidad de la mente para ser productiva o creativa aumenta de forma exponencial en tareas en las que es posible concentrarse de manera total. Su visión es más amplia, puesto que considera que es necesario que esos momentos de trabajo o hobby tengan, por ejemplo, una recompensa clara -es decir, la satisfacción sea algo concreto y no una meta abstracta- . Asimismo, para conseguir el ‘flow’ es necesario que exista un equilibrio entre el desafío que se plantea y las habilidades que tiene la persona que lo va a llevar a cabo. Es decir, realizar una tarea muy por debajo de los conocimientos de una persona es frustrante, al igual que lo es encarar una misión para la que no se está preparado.

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Uno de los autores de referencia es Cal Newport, un profesor de informática de la universidad de Georgetown, que escribió el libro ‘Céntrate’, en inglés ‘Deep work’ o ‘trabajo profundo’. Las teorías de Newport defienden, por ejemplo, la necesidad de bloquear el canal por el que llegan las distracciones, es decir, estar dispuestos a desconectarse de las redes u otros medios que alejan la concentración. Este autor, por ejemplo, cree que hay que tener mucho cuidado con el uso del correo electrónico y la obsesión con responder rápidamente. En su opinión, esta obsesión puede llevar a centrarse en el trabajo superficial, es decir, el que es más fácil frente al trabajo profundo. No es casual que uno de sus libros se titule con una frase que hoy en día parece de ciencia ficción: ‘Un mundo sin mail. Cómo reinventar el trabajo en un mundo con exceso de comunicación’.

Soledad y ansiedad

Newport defiende el aburrimiento como una forma de entrenar el cerebro y permitirle descansar. Según su teoría, para evitar el aburrimiento el cerebro busca cualquier tipo de distracción y está dispuesto a lanzarse de lleno a las redes social o cualquier otra actividad por frívola que sea para no tener la sensación de pérdida de tiempo. Sin embargo, Newport defiende que estar aburrido es, en ese contexto, una forma de entrenarse en realizar tareas libre de cualquier compulsión por buscar momentos de diversión o relax.

Este autor, no obstante, defiende que el ‘modo monje’, llevado a su extremo, puede suponer también un aislamiento que no sea nada práctico y que, además, acabe generando una sensación de soledad que conduzca a la ansiedad. Por ello, sus propuestas son más prácticas. Por ejemplo, es partidario de dividir la jornada laboral entre momentos de ‘deep work’, es decir, en los que las distracciones han desaparecido y la concentración es absoluta, y de trabajo más superficial, como responder a los correos electrónicos. Pero este gurú del ‘modo monje’ tiene también recomendaciones mucho más sencillas. Entre ellas, algo que parece tan difícil hoy en día como salir a pasear sin llevar el teléfono móvil.

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