Un periodo brillante de la cultura en el siglo XX

Un periodo brillante de la cultura en el siglo XX

Pedro Salinas, Jorge Guillén, Gerardo Diego, Federico García Lorca, Dámaso Alonso, Luis Cernuda o Rafael Alberti dieron a conocer en LA VERDAD algunos de sus primeros poemas y textos en prosa, y también artistas como Daniel Vázquez Díaz, Vicente Ros, Benjamín Palencia y José Almela Costa ilustran las páginas del Suplemento Literario (1923-1926) de LA VERDAD, cuyo centenario este 2023, además de los homenajes en Ababol, ha sido redondeado con una selecta muestra inaugurada este jueves en el Palacio Almudí de Murcia: ‘La Edad de Plata en Murcia’.

«Esta exposición», insiste el doctor en Historia del Arte, galerista y comisario de la exposición, Nacho Ruiz, «quiere traer hasta el día de hoy la historia de personas a la vez corrientes y excepcionales que habitaron una ciudad ya perdida y casi olvidada, actuando como una bisagra entre una vieja pared y una puerta recién pintada, gente que vivió uno de los tiempos más excitantes y convulsos de un país condenado a la perpetuación del luto en la España negra de Verhaeren y Regoyos. Fueron personas a las que las circunstancias normalmente castigaron en el fin del ciclo con el exilio exterior, como Gaya y Flores, el interior como Joaquín, la duda y el miedo como Garay, con todo a la vez como Bonafé. Otros transitaron sus vidas en un nuevo régimen en el que faltaban los amigos que más caro pagaron el desastre, encabezados por Lorca o Miguel Hernández».

«Murcia se había convertido en una estrella solitaria que brilló con luz propia en un firmamento genialmente dotado de tantas figuras estelares», afirma Díez de Revenga.

«Murcia se había convertido en una estrella solitaria que brilló con luz propia en un firmamento genialmente dotado de tantas figuras estelares», afirma Díez de Revenga.


Nacho García / AGM

Ruiz habla principalmente de José Ballester y Juan Guerrero Ruiz, «motores de un periodo brillante de la historia de la cultura en España que sucedió, contra todo pronóstico, en Murcia, en esta ciudad aluvial, tan material, definida por el barro que permite modelar los platos, los belenes y las esculturas de Planes, Moreno Cascales o González Moreno». Aquella Murcia, recuerda el comisario, también la define el polvo que producía el barro al secarse. «Acotada por el tapial de los restos islámicos y el ladrillo de las iglesias como por la cal y el estuco coloreado de las casas, la del Segura era en 1923 una ciudad suspendida en una esquina del tiempo y allí ocurrió lo inesperado».

Artistas locales comparten espacio con García Lorca, Maruja Mallo o Moreno Villa, santo de la devoción del comisario, Nacho Ruiz

En el exquisito catálogo editado por la Comunidad Autónoma y diseñado por Maximiliano Gómez Rodríguez con fotografías de José Filemón Estudio Creativo y Fabián Ramos, el catedrático emérito de la UMU Francisco Javier Díez de Revenga sitúa como «testigos imprescindibles de la historia literaria y sentimental de los años trascurridos en Murcia entre 1923 y 1936» el Suplemento Literario de LA VERDAD, la revista ‘Verso y Prosa’, subtitulada Boletín de la Joven Literatura, y ‘Sudeste’, el Cuaderno Murciano de Literatura Universal, «que alumbró una colección de libros que permaneció hasta 1936, cuando se publica la novela de José Ballester ‘Otoño en la ciudad’». Una época «tan estelar como insólita e inesperada», insiste Díez de Revenga, el mayor estudioso de este periodo glorioso: «Murcia fue tenida en cuenta en el ámbito nacional y la estela del esplendor de aquellos años permaneció sobre el tiempo y se revivió, en el hispanismo internacional, gracias a los facsímiles de las revistas, que sucesivamente fueron publicándose y ofreciéndose a la difusión universal. Murcia se había convertido en una estrella solitaria que brilló con luz propia en un firmamento genialmente dotado de tantas figuras estelares. Per aspera ad astra, Murcia ascendió a las cumbres y en ellas permanece ese milagro que hoy estamos reviviendo una vez más a través de los textos y las imágenes de aquel tiempo singular de una Murcia indeleble, reflejado en estas revistas, y en el legado de sus escritores y en sus artistas».


  • 1923-1926

    Periodo en que se publica el Suplemento Literario de LA VERDAD, una revista semanal, con cabecera propia. Desde noviembre de 1923 a octubre de 1926 contando con escritores en primera fila de la Generación del 27 y en su órbita.


  • 1927-1928

    ‘Verso y Prosa’ vio 12 números entre 1927 y 1928, con el subtítulo Boletín de la joven literatura. La nómina se amplía y se fijan lazos entre Jorge Guillén, Garay, Gaya, Cernuda, José María de Cossío, Cristóbal Hall, Gerardo Diego o Gregorio Prieto.


  • 1930-1931

    ‘Sudeste’, con sus cuatro números, sale entre 1930 y 1931, bajo la dirección de Raimundo de los Reyes y José Ballester. Hasta 1936 editarán libros.

Todos ellos vuelven a estar reunidos en la exposición inaugurada este jueves en el Palacio Almudí por el presidente de la Comunidad Autónoma, Fernando López Miras; el alcalde de Murcia, José Ballesta, y el director de LA VERDAD, Alberto Aguirre de Cárcer, para quien «la recuperación del legado del Suplemento Literario, y todo lo que vino después en el ámbito cultural hasta los albores de la Guerra Civil, era poco menos que un deber moral para quienes trabajamos en esta cabecera». Una muestra promovida y organizada por LA VERDAD, la Comunidad Autónoma (a través de la Consejería de Turismo, Cultura, Juventud y Deportes, y el Instituto de las Industrias Culturales y las Artes), y el Ayuntamiento de Murcia. «Al percibir la Murcia remota de hace un siglo, a la vez que la esencia de lo que sigue siendo, a través de sus literatos y sus artistas, de su fisonomía y su aire, la ‘sutil carnalidad de su aire’, es lo que nos traslada la exposición que se despliega en las salas del Almudí, testigo en sí mismo de cinco siglos de historia», sostiene Fernando López Miras. LA VERDAD albergó en ese tiempo entre sus páginas «a los más grandes autores literarios del momento, y serviría como revulsivo cultural para una ciudad con gran potencial y ansiosa de crecer y desarrollarse», destaca Ballesta en el catálogo.

En total, 135 obras en la exposición (sin incluir los documentos) y 22 prestadores, tanto instituciones públicas y entidades privadas como coleccionistas particulares: Asamblea Regional de Murcia, Ayuntamiento de Murcia, Archivo Municipal, Museo de la Ciudad, Carolina Parra, Comunidad Autónoma de la Región de Murcia, diario ‘El Norte de Castilla’, la familia Guerrero Ruiz, la familia Meroño Ros, la Fundación Antonio Ródenas García-Nieto, la Fundación Mapfre, Gabriel Batán, las galerías Guillermo de Osma, Leandro Navarro y Rafael Ortiz; Ignacio Ruiz, Jesús Egea, José López Albaladejo, el Museo Gregorio Prieto, el Museo Taurino de Murcia y la familia Aparicio García.

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El Suplemento Literario y sus dos herederas, ‘Verso y Prosa’ (1927-1928) y ‘Sudeste’ (1930-1931), son «un patrimonio insuperable de esta región tanto en el legado como en el estudio del proceso y sus nexos, como Palencia con las vanguardias parisinas, Guerrero con la Generación del 27, Garay con las corrientes gráficas del diseño, Ballester con los medios de comunicación y tantas otras conexiones que formaron la red. Resulta conveniente reivindicar en este apartado la importancia del gestor en un entorno de artistas», sostiene Nacho Ruiz. «Los escritores son la vía central. Los artistas que ilustraron las tres revistas delimitan el periodo que Valeriano Bozal llamó los años de renovación en campos que van de la vanguardia al retorno al orden, nos referimos a Daniel Vázquez Díaz, Vicente Ros, Benjamín Palencia, José Almela Costa, Ramón Gaya, José Moreno Villa, Gregorio Prieto, Salvador Dalí, Cristóbal Hall, Esteban Vicente, Juan Bonafé, José Gutiérrez Solana, Olasagasti, Pedro Flores, Luis Garay, Maruja Mallo, Pablo Picasso, Francisco Bores y Moya Kéterer». De ellos hay representación en esta muestra, ‘La Edad de Plata en Murcia’. Los artistas locales pasan en algún momento por el estudio que en la calle Riquelme mantenían Pedro Flores, Luis Garay, Planes, Garrigós, Clemente Cantos y Almela Costa, como recuerda el comisario. «Un lugar que José Ballester recordará como frío, desolado, falto de muebles y poblado de libros. Allí acudía junto a Juan Guerrero Ruiz, con su cara de moro bueno, pulcro traje negro, corbata negra y pañuelo blanco. Años de camaradería y objetivos comunes que, programáticamente sobre el territorio, recibe ayuda y estímulos de todo el país en comunión con el espíritu de ‘Ultra’, ‘Grecia’, ‘Litoral’, ‘Índice’ (bajo la dirección de Juan Ramón Jiménez y la secretaría de Guerrero Ruiz) o esa plataforma de ideas imperecedera que fue y es ‘Revista de Occidente’ de Ortega y Gasset, entre otras muchas, tan importantes, en casi cada región».

En total, 135 obras en la exposición (sin incluir los documentos) y 22 prestadores, tanto instituciones públicas y entidades privadas como particulares.

En total, 135 obras en la exposición (sin incluir los documentos) y 22 prestadores, tanto instituciones públicas y entidades privadas como particulares.


Nacho García / AGM

Imperdible

En la exposición los espectadores contemplarán obras singulares de Garay, de Sánchez Picazo, Joaquín, Almela Costa y Clemente Cantos, por ejemplo. También carteles taurinos de Joaquín Alcaraz, una colección inédita de obras de Ramón Gaya, que tiene un lugar preferente en la primera planta, así como de Benjamín Palencia, un artista representado en más de una decena de obras, que, además, publicó uno de sus dibujos en el Suplemento Literario de LA VERDAD. Volveremos a disfrutar de los ambientes tabernarios de aquella Murcia en litografias de Jan Gordon, de las tertulias del Café Oriental que inspiró a Pedro Flores, de la perfección de los bustos de Planes, de la loza esmaltada y pintada que reinaba en las mesas de buenas familias, de las terracotas policromadas de González Moreno y Garrigós. Artistas locales que ocupan el mismo espacio que García Lorca, Maruja Mallo o Moreno Villa, santo de la devoción de Nacho Ruiz, que goza como nadie en las visitas guiadas.

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