Una cizalla empieza a desmontar esta semana el Lagoymar de La Manga

Será preciso acordonar el entorno de la torre, ubicada entre los kilómetros 7 y 8 de La Manga. La cercanía con el Mar Menor ha sido determinante para la elección del método de corte con cizalla, en lugar de la detonación con explosivos o el derribo con pala, que ocasionarían un mayor impacto en la laguna. Se instalarán lonas antipolvo humedecidas, redes y otros elementos de protección. Los primeros estudios ya alertaron de la necesidad de dar los primeros pasos con extremo cuidado por el deterioro de los forjados, ya que el edificio se encuentra en estado ruinoso, con pilares cuyas armaduras han quedado al descubierto por la corrosión o han perdido parte de la sección.

Al tratarse de una estructura sin recubrimiento, las barras de acero se encuentran muy deterioradas por el entorno salino. Las medidas de seguridad serán extremas, como un vallado perimetral y el apuntalamiento de las plantas, ya que los ingenieros advirtieron del «riesgo de colapso incontrolado». El proyecto prohíbe el acceso de operarios al interior, ante la probabilidad de derrumbes, de modo que está previsto realizar las labores de demolición en el perímetro de la estructura, de afuera hacia dentro y de arriba a abajo.

Los operarios emplearán además martillos de percusión, martillos picadores y cortadoras manuales. Los escombros, que alcanzarán un volumen de unos 85.435 metros cúbicos, se procesarán en la obra con una trituradora antes de almacenarse en una zona cercana de acopio, para después ser trasladados en camiones al vertedero de residuos situado cerca de El Algar.

20 años de reclamaciones

Eliminar el Lagoymar costará al Ayuntamiento algo más de un millón de euros, un gasto que justifica «ante la inacción de los propietarios», o lo que es lo mismo, la empresa Intramanga Turística SL, que gestiona el abogado Tomás Maestre, heredero del fundador de La Manga. Para el gobierno local es «un logro histórico», ya que el derribo ha sido un objetivo perseguido durante décadas, concretamente desde 2002, cuando una instancia municipal exigió por primera vez al dueño que reforzara la cimentación, a lo que la empresa respondió con un informe técnico que garantizaba su buen estado.

De 2009 data la primera declaración de ruina del edificio, que el Ayuntamiento ratifica en 2012, con la advertencia de que la corrosión se ha agravado, aunque tiene que incoar un nuevo expediente por la caducidad del anterior. La propiedad recurre la decisión, aunque la Administración local desestima su postura. En 2014, el Ayuntamiento solicita un dictamen al Consejo Jurídico de la Comunidad, que admite en parte el recurso de Maestre, experto en Derecho Administrativo. La primera orden de demolición llega en 2017, un año después de que la cadena Roc comprara el hotel Doblemar, gemelo del Lagoymar.

Nunca sirvió para nada más que como vertedero y nido de roedores, pero su eliminación ha sido larga y compleja. Y aún quedan varios capítulos del pulso entre el Ayuntamiento y Maestre, sobre todo a la hora de cobrarle al empresario el coste del derribo y los 245.309 euros de deuda por los recibos de IBI impagados entre 2003 y 2011 por un solar de 22.000 metros cuadrados que Maestre tiene en La Manga. Desde el Ayuntamiento calculan que a este adeudo habría que sumarle otro tanto por las liquidaciones de 2012 a 2023.