Muere a los cien años Henry Kissinger, ¿criminal o estratega?

Muere a los cien años Henry Kissinger, ¿criminal o estratega?

Desde que en 1969 Estados Unidos empezará a bombardear Camboya bajo la supervisión del entonces Consejero de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, Henry Kissinger, muchos habían soñado con que acabara sus días pudriéndose en la cárcel, tras ser juzgado por un tribunal internacional. No fue así. El secretario de Estado más famoso en la historia de Estados Unidos disfrutó de su influencia hasta los cien años y murió ayer en la mansión de Connecticut en la que vivía, desde donde viajaba frecuentemente a sus oficinas de Manhattan para trabajar hasta 15 horas diarias, homenajeado en medio mundo.

Fue esa consultoría que fundó la que anunció anoche su fallecimiento sin dar explicaciones de las causas. El que fuera consejero de Seguridad Nacional y secretario de estado con Richard Nixon y luego con Gerald Ford logró mantener el pulso de la política internacional hasta el final. Ciego de un ojo, medio sordo y con múltiples operaciones de corazón, el hombre al que se considera responsable de muchos de los crímenes por los que se odia a Estados Unidos siguió escribiendo artículos influyentes sobre los temas clave de la geopolítica mundial con el frío pragmatismo que siempre le caracterizó. En su último año de vida ofreció una hoja de ruta para acabar la guerra de Ucrania, corrigió públicamente al gobierno de Biden sobre las intenciones de China y discrepó sobre el papel que debe tener Rusia en el mundo.

«Ucrania ha adquirido uno de los ejércitos de tierra más efectivos y mejor equipados de Europa gracias a Estados Unidos y sus aliados», expresaba en un artículo publicado en el Reino Unido en noviembre pasado. «Un proceso de paz debería ligar a Ucrania a la OTAN, como quiera que eso se exprese. La alternativa de la neutralidad ya no tiene sentido, especialmente después de que Finlandia y Suecia se hayan unido a la OTAN».

Kissinger dio pautas a los políticos europeos y estadounidenses sobre cómo deben discurrir en este conflicto para el que hace un año recomendó establecer una línea de cese al fuego a lo largo de las fronteras existentes cuando empezó la guerra, con idea de garantizar a Rusia el territorio que había ocupado una década atrás, «incluyendo Crimea», a cambio de una negociación de alto al fuego. En ese nuevo orden, en el que contemplaba referendos de autodeterminación supervisados por la comunidad internacional, «al final Rusia debería encontrar su lugar».

Relaciones con China

Fue él quien encontró para China su lugar en el mundo mientras era secretario de Estado de Nixon. Muchos le culpan por haber creado un monstruo del gigante asiático que amenaza con devorar a Estados Unidos, pero él no mostró nunca ningún remordimiento, ni de eso ni de muchas otras cosas. «Hubiera ocurrido tarde o temprano», dijo en mayo en entrevista con CBS al cumplir el siglo. Se sentía agasajado por ser de nuevo el centro de atención y contestaba con seriedad las preguntas sobre sus éxitos políticos y su influencia en el mundo. «Si uno de sus ayudantes cogiera el teléfono y llamase a Pekín para decir que el doctor Kissinger quiere hablar con el presidente Xi Jinping, ¿cree que el cogería el teléfono?», preguntó el presentador. «Es muy probable, sí».

Dos meses después hizo una demostración de fuerza con un viaje sorpresa a China, donde fue recibido por el ministro de Defensa, Li Shangfu, en lo que bien pudo ser su último viaje al exterior y su último gran desafío público. Cuando su entrevistador de CBS sacó a colación que algunos le llaman «criminal de guerra» por las 150.000 vidas que costaron los bombardeos a Camboya, perdió el agrado. «¡Venga ya! Hemos estado bombardeando con todo tipo de armas cada guerrilla a la que nos hemos opuesto en cada administración», reconoció con desparpajo. «¡Estás haciendo este programa porque cumplo cien años y ahora coges un tema de algo que pasó hace 60 años!», bramó.


Con Leónidas Brezhne en 1973, con el presidente Nixon y en una visita a Francia en 1975.

Imagen principal - Con Leónidas Brezhne en 1973, con el presidente Nixon y en una visita a Francia en 1975.

Imagen secundaria 1 - Con Leónidas Brezhne en 1973, con el presidente Nixon y en una visita a Francia en 1975.

Imagen secundaria 2 - Con Leónidas Brezhne en 1973, con el presidente Nixon y en una visita a Francia en 1975.

Sus pecados para la historia no empezaron ni acabaron con la guerra de Vietnam. El mundo vivía tan pendiente de sus palabras que la conferencia de prensa en París en la que anunció que la paz estaba «al alcance de la mano» fue transcrita y publicada íntegramente a doble página en ‘The New York Times’. Se le atribuyó también el éxito de acabar con la Guerra de Yom Kippur entre Egipto e Israel y lograr una paz duradera para el país hebreo con algunos de sus vecinos, pero su impulso a golpes de estado para controlar el mundo serán parte de su epitafio. Hay muchos que citar, desde Timor Oriental, a Bangladesh o Chipre, pero en Hispanoamérica lo que más dolerá siempre serán los que instigó contra el presidente Salvador Allende en Chile e Isabel Perón en Argentina.

Mucho más allá de que dejase oficialmente el gobierno en 1977, después de haber servido a Kennedy, Johnson, Nixon y Ford, siguió actuando en la sombra. Documentos recientemente desclasificados por los Archivos de Seguridad Nacional revelan la reunión que mantuvo con el canciller de Pinochet, Hernán Cubillos, para asesorarle sobre cómo tratar al gobierno de Carter – «con brutalidad»- para conseguir sus objetivos, después de haber instigado el golpe y haber apoyado personalmente a Pinochet, con el que se reunió en Santiago de Chile.

Kissinger también asesoró informalmente a George W Bush sobre la invasión de Irak, y públicamente a Donald Trump. Por todo esto y mucho más, vivió hasta el último día escoltado por guardias de seguridad que le protegían de las amenazas de muerte que recibía, por mucho que presumiera de que los gobernantes del mundo le abrían las puertas.

Enlace de origen : Muere a los cien años Henry Kissinger, ¿criminal o estratega?