Muere Concha Velasco a los 84 años

Muere Concha Velasco a los 84 años

Luto y dolor en el cine, el teatro y la televisión. Con la muerte de Concha Velasco pierden a una gran dama de la interpretación. Fallecida a los 84 años en Madrid, la legendaria actriz, cantante, bailarina y presentadora entregó su vida al oficio que ejerció con pasión desde la adolescencia. En su larga y fructífera carrera de casi siete décadas, brilló en todos los registros. La muchachita de Valladolid fue chica de la Cruz Roja, chica yeyé, estrella de revista y musical, una conmovedora Santa Teresa, o la entrañable presentadora de ‘Cine de barrio’.

Madre de dos hijos –el primero de soltera–, desgraciada en amores, luchadora por los derechos laborales de su gremio, se arruinó como productora varias veces por el empeño que puso en sus proyectos escénicos junto a su infiel marido Paco Marsó. Batalló por su vida, superó un linfoma en 2014 y escribió sus memorias: ‘El éxito se paga’.

Nos deja como una de las actrices más respetadas y queridas de su época. «Pasión, valentía y excelencia» eran sus palabras fetiche para abordar personajes livianos y complejos en el centenar de películas y en las otras tantas obras teatrales en las que participó. También para la vida, en la que amó con la misma pasión que trabajó, y crió a sus dos hijos: Manuel –nacido de su relación con el director de fotografía Fernando Arribas– y Paco, –fruto de su tormentoso matrimonio con Marsó–. Su amores con José Luis Sáenz de Heredia, Fernando Fernán Gómez, Juan Diego y Manolo Escobar no fueron correspondidos.

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«He sido pionera, es cierto, pero sobre todo tengo presente. Nunca miro hacia atrás, ni me resigno con lo que he sido. El pasado es pasado, pero yo soy presente», repetía ‘La Velasco’, como se conocía popularmente a la actriz, muy querida y respetada desde sus comienzos por el público y la profesión. Su amplio registro, de lo cómico a lo más dramático, hizo de ella una figura versátil e icónica en las tablas y las pantallas.

Referente de varias generaciones, usó su popularidad como altavoz en la lucha por los derechos de los creadores, para apadrinar a nuevos autores y comprometerse políticamente. «A mi lado han estado compañeros como José Sacristán y Tony Leblanc. Somos el referente de una época y nuestra carrera siempre ha estado unida a la historia de España, como la huelga de actores de 10 días en 1975 con la que conseguimos parar el país. Los derechos que tenemos hoy los artistas, los conseguimos nosotros entonces», reivindicaba orgullosa.

Precoz

Nacida en Valladolid el 29 de noviembre de 1939, Concepción Velasco Varona pisó un escenario por primera vez con 10 años. Formada en baile español y danza clásica, estudió solfeo y Arte Dramático en el Conservatorio de Madrid. Se estrenó como bailarina en la Ópera de la Coruña, zapateó en la compañía flamenca de Manolo Caracol y fue vicetiple de revista con Celia Gámez. En el cine debutó a los 15 años en ‘La reina mora’ (1954). Hizo pequeños papeles hasta triunfar con ‘Las chicas de la Cruz Roja’ (1958), ‘Los tramposos’ (1959) y ‘El día de los enamorados’ (1959). Participó luego en un sinfín de películas, con hitos como ‘La Verbena de la Paloma’ (1963), ‘Tormento’ (1974), ‘Pim… Pam… Pum… ¡Fuego!’ (1975), ‘La hora bruja’ (1985), ‘Más allá del jardín’ (1996), o ‘París-Tombuctú’ (1999), con Berlanga.

En televisión brilló a gran altura con ‘Teresa de Jesús’ (1984) serie de Josefina Molina que le regaló uno de los grandes papeles de su vida. También en producciones como ‘La dama del alba’ (1965),’La alondra’ (1969), series como ‘Herederos’ o ‘Gran Hotel’. Como presentadora, en 1985 se incorporó a ‘La comedia musical española’, espacio que recuperaba el género de la revista. Continuó su carrera en la tele con programas como ‘Viva el espectáculo’, ‘Mamá quiere ser artista’ y ‘Yo, una mujer’ y ‘Sorpresa, sorpresa. Luego llegó ‘Cine de barrio’ que universalizó su enorme popularidad y en el que estuvo casi una década.

Más popular por sus papeles en el cine y la tele, jamás dejó de asumir desafíos escénicos. «El teatro es mi pasión. Subirme al escenario me permite abstenerme de cuánto me rodea y entregarme al personaje que hago en cada momento. Estoy muy agradecida al espectador por su cariño. ¡Le debo tanto!», decía agradecida. Como productora conoció la ruina económica, matrimonial e inmobiliaria. Vendió sus casas para pagar deudas y la ludopatía de Marsó.

Reivindicativa

Desde su debut en la revista ‘¡Ven y ven al Eslava! (1959)’, escrita y dirigida por Luis Escobar, trabajó con todos los grandes directores y dramaturgos de su tiempo como Buero Vallejo, Antonio Gala, o Martín Recuerda. Aprovechó su posición para denunciar la situación de la mujer y clamar por su avance en la sociedad a través de personajes reivindicativos que luchaban por la igualdad. Trabajos como ‘Los derechos de la mujer’ (1962), ‘The boyfriend’ (1962), ‘Las que tienen que servir’ (1962), ‘Filomena Marturano’ (1979) en los que enarboló la bandera feminista, primero en blanco y negro y luego en color.

Encadenó comedias de Alfonso Paso como ‘Los derechos de la mujer’ (1961) con clásicos como ‘Don Juan Tenorio’ (1964). No desdeñó piezas más comprometidas como ‘El cumpleaños de la tortuga’ (1966), ‘El Alma se serena’ (1969), ‘Abelardo y Eloísa’ (1972), ‘Las cítaras colgadas de los árboles’ (1974), ‘Las arrecogías del beaterio de santa María Egipciaca’ (1977), ‘Buenas Noches, madre’ (1985), ‘La rosa tatuada’, (1997), ‘Las manzanas del viernes’ (1999) ‘La truhana’ e ‘Inés desabrochada’ (2003).

Pionera de un género innovador en España, el teatro musical catapultó su ya sólida carrera con montajes como ‘Mamá, ¡Quiero ser artista!’ (1986) o ‘Carmen, Carmen’ (1988). Su éxito escénico más popular llegó con ‘Yo me bajo en la próxima ¿Y usted?’ (1981) y ‘Mata-Hari’ (1983), musicales escritos y dirigidos por Adolfo Marsillach. Repitió en el género con ‘Hello, Dolly!’ (2001).

Sus últimos trabajos escénicos fueron ‘La Vida por delante’ (2009), de Romain Gary; el musical autobiográfico ‘Yo lo que quiero es bailar’ (2011) de Juan Carlos Rubio; ‘Hélade’ (2012), con el que inauguró el Festival de Mérida a las órdenes de Joan Ollé; ‘Hécuba’ de Eurípides, y ‘Olivia y Eugenio’ dirigidas ambas por José Carlos Plaza en 2013. Se despidió de la escena con ‘La habitación de María’, escrita por su primogénito. La representó por última vez el 21 de septiembre de 2021 en el Teatro Bretón de Logroño. Días antes en el pucelano teatro Calderón se despedía de sus paisanos con una frase de Santa Teresa: «Lee y conducirás, no leas y serás conducido. Que sean ustedes muy felices y hasta siempre».

Su inacabable nómina de reconocimientos incluye el Goya de Honor, otorgado en 2012 tras dos nominaciones fallidas, cinco de la Unión de Actores, dos Max y dos Nacionales de Teatro. El primero llegó en 1972, cuando a las órdenes de José Tamayo soportaba «amenazas de bomba por un falso desnudo» en ‘Abelardo y Eloísa’, donde salía a escena «con unas mallas de color carne». El segundo llegó en 2016 «por su plenitud artística» en la interpretación de dramas como ‘La vida por delante’ o ‘Reina Juana’, monólogo de Ernesto Caballero sobre Juana la Loca que dirigió Gerardo Vera, papel que Velasco recibió como «un regalo». Ganó el Valle Inclán por su ‘Hécuba’ y el Premio Corral de Comedias del Festival de Almagro. Se le otorgó la Medalla de Oro al Mérito en el Trabajo, el Premio de la Academia de Televisión a Toda una Vida, el de la Comunidad de Madrid y el Ceres.

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