Habas contadas

Habas contadas

Las cuentas públicas de la Comunidad son más que un instrumento contable. Es la hoja de ruta que define las políticas públicas prioritarias de todo gobierno. De ahí su relevancia para el ejercicio de la gobernanza pero también, en este caso, para analizar qué Región quiere construir el Ejecutivo de López Miras. A la vista de lo ya conocido, intuyo que lo mejor de los Presupuestos regionales es que elevan su techo de gasto hasta los 6.500 millones y que se aprobarán el 28 de diciembre, de tal forma que el 1 de enero de 2024 estarán en vigor, lo que siempre evita múltiples problemas y aporta certidumbre política, social y económica. Dicho eso, las alegrías por disponer de unas cuentas autonómicas aprobadas en tiempo, y expansivas en 583 millones, son más bien las justas, pues gran parte del incremento de los fondos públicos desemboca en el agujero negro del gasto corriente, financiero y de personal, que crece el doble de lo que bajan porcentualmente las inversiones reales.

No hay grandes proyectos ni partidas relevantes para impulsar políticas públicas con capacidad transformadora. Al contrario, lo que sobresale es un gasto cautivo en algún proyecto ruinoso, como la desaladora de Escombreras, que consume en 2024 otros 32,5 millones, y en otros que socialmente son muy rentables pero de abultado pago a plazos, como la Autovía del Noroeste (15,8 millones en 2024) o el soterramiento de las vías en Murcia (toca desembolsar 40 millones). Solo asoma alguna partida de interés vinculada a la Ciudad Agroalimentaria y del Transporte. Pero poco más. Que haya crecimiento del gasto en educación, sanidad y políticas sociales es positivo para frenar su deterioro. Es urgente y prioritario. Si no hay posibilidad de dar saltos cualitativos como Región resolvamos lo importante. Es momento de atajar con eficacia al abandono y el fracaso escolar, las listas de espera sanitarias y de dependencia y el reforzamiento de Primaria y de la salud mental. Ha hecho bien el Ejecutivo al cumplir con el compromiso de las 35 horas. Fue una conquista de los empleados públicos que ahora recuperan merecidamente y con un coste asumible, pues también la ciudadanía se beneficiará de una medida que mejorará la prestación de los servicios básicos. Sobre todo si se acompaña de una profunda transformación de la función pública, cada vez más necesaria por los retos derivados de la digitalización y la necesidad de nuevos perfiles.

En el análisis detallado de las cuentas públicas aprecio luces y sombras. Me parece positiva la apuesta por las universidades, escasos los fondos para el Mar Menor y una torpeza populista el recorte de fondos para el diálogo social, solo superada por esa partida de 100.000 euros para la defensa de la unidad de España que nadie en el Gobierno regional sabe o quiere explicar cuando se pregunta en público o en privado. El análisis pormenorizado de las cuentas, siendo obviamente relevante, a veces parece un brindis al sol porque los Presupuestos estatales, autonómicos y municipales tienen niveles de cumplimiento muy bajos. Por regla general, los proyectos van deslizándose año tras año con grados de ejecución paupérrimos. Baste señalar que nuestra Comunidad dejó sin ejecutar más de la mitad de las inversiones previstas en los últimos cuatro años. Tan cierto es que la gestión es manifiestamente mejorable como grave es nuestra infrafinanciación. Ni esta puede ser un burladero para explicar todo el déficit y la deuda autonómica, ni se puede obviar que los estudios independientes nos sitúan entre las dos comunidades peor financiadas. Mientras no se modifique el modelo de financiación autonómica, no habrá visos de cambio en unas cuentas que prácticamente se consumen en gasto educativo, sanitario y social, más los corrientes, financieros y de personal.

El panorama es incierto. El Gobierno central promete abordar esa reforma y de partida condonar una parte de la deuda autonómica, teniendo en cuenta la población ajustada, como pedía la Región de Murcia y prometió esta semana públicamente Pedro Sánchez. Pero lo cierto es que este sábado, en algún lugar de Suiza, PSOE y Junts empezaron a negociar, en presencia de un verificador internacional, un pacto fiscal para Cataluña que no sabemos cómo podría afectar al resto de los españoles. Hace meses esta sonrojante negociación era impensable, pero tras el 23-J lo que antes se tachaba de imposible ya no lo es. Disponer de un Presupuesto en vigor al menos proporcionará algo de certidumbre para 2024.

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