Cuando la crisis climática te roba la infancia

Cuando la crisis climática te roba la infancia

«Cuando el pronóstico meteorológico anuncia una tormenta o inundación, la escuela notifica a sus estudiantes y luego envía un mensaje a los padres, la escuela anuncia su cierre», explica Kim, adolescente vietnamita de 16 años. Es un relato que suena lejano, concretamente a 11.000 kilómetros de España que es la distancia que separa las capitales de ambos países. Pero también se escuchan en español. «Tengo amigos en Murcia, por ejemplo que les han llegado a cancelar clases debido al calor extremo y eso al final está impactando en nuestra educación de una forma u otra», explica Lucía, también de 16 años.

Este año, el Gobierno de las Islas Canarias suspendió la actividad educativa dos días las clases por las altas temperaturas que se vivieron en el archipiélago en pleno mes de diciembre. El año pasado las vacaciones veraniegas llegaron antes para alumnos de otras comunidades autónomas. «Mil millones de niños y niñas viven en países donde están en riesgo extremo del impacto del cambio climático», señala Sílvia Casanovas, responsable de políticas locales y participación de Unicef España. «Pero es muy diferente una niña de Chad que mis hijas que un día de calor extremo se quedan en casa y no pasa nada», apunta Vicente Raimundo, director de Cooperación Internacional y Acción Humanitaria de Save the Children España.

Ir a la escuela para estos jóvenes, sobre todo las niñas, no solo es formación y educación, también es un refugio. «Muchas niñas vienen corriendo a la escuela huyendo de sus progenitores porque las quieren casar», relató Mary Grace Kakyo, profesora en un campo de refugiados en Uganda, a este periódico hace unos meses.

Según datos de Save the Children recogidos en el Informe mundial sobre la infancia 2023, dos de cada tres matrimonios forzados de niñas tienen lugar en las regiones con un alto riesgo climático, como Sudán del sur, Burkina Faso, Etiopía, Bangladesh, Mali, Malaui, entre otros.

Solo en Etiopía, África Oriental, donde la crisis climática está representada por la sequía y la falta de alimentos, las tasas de matrimonio infantil aumentaron un 119% en 2022 en comparación con 2021. En Bangladesh, está comprobado que el impacto de las olas de calor duplica las probabilidades de que las niñas de entre 11 y 14 años contraigan matrimonio al año siguiente. «Es una alteración tremenda de sus vidas, además de ponerlas en riesgo», advierte Raimundo.

Estas niñas, que viven en países con los más altos niveles de matrimonio infantil y riesgo climático, se enfrentan, a su vez, a lo peor de la crisis alimentaria actual. «Como joven agricultora, sé lo que es que se pierdan nuestras cosechas. He tenido que faltar a clase y a veces no puedo comer porque nuestros productos se echan a perder debido al mal tiempo», advierte Reyna, una joven filipina de 16 años.

El de Reyna no es un caso aislado, porque son ellas las primeras en abandonar las aulas si la familia no tiene dinero suficiente para costear la matrícula. «Hay 2,5% más de posibilidades de que una niña deje el colegio con un niño», denuncia Carolina Bonache, experta en cambio climático de Plan International España.

Debido a las normas de género y a la pobreza, las niñas se ven obligadas a asumir responsabilidades domésticas y a buscar trabajo fuera de casa. «Ellas se encargan de proporcionar los recursos naturales. A causa del cambio climático, estos son más escasos y más lejanos», explica Bonache. «El camino para buscar agua o leña es más largo y son más vulnerables», añade.

Olvidados en las COP

A pesar de ser uno de los colectivos más afectados por la crisis climática, los compromisos de financiación para hacer frente al cambio climático no benefician a los niños y niñas. Según el informe de la coalición Iniciativa por los Derechos Medioambientales de la Infancia (CERI), de la que forma parte Plan International, ‘Nos quedamos cortos: abordar el déficit de financiación de la lucha contra el cambio climático en favor de la infancia’, solo el 2,4% de los principales fondos mundiales para el clima pueden clasificarse como actividades de respuesta y apoyo a la infancia.

Esta financiación es clave si se quiere alcanzar el objetivo de limitar el aumento de la temperatura a 1,5ºC y, así, proteger a las comunidades de los impactos del cambio climático, pero los compromisos mundiales de financiación climática siguen sin cumplirse y son, lamentablemente, insuficientes. «A los niños y niñas hay que escucharnos y hay que enseñarnos a cuidar y proteger el medio ambiente y para eso hay que ver a los adultos haciendo lo que quieren que aprendamos porque se aprende viendo», remacha una niña burundana de 12 años. Hoy en Dubái, los más pequeños toman la voz para ser escuchados en las salas donde se toman las decisiones.

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