La conserva, un patrimonio que avanza hacia el futuro de la mano de la innovación

La conserva, un patrimonio que avanza hacia el futuro de la mano de la innovación

Lydia Martín

Molina de Segura

Miércoles, 13 de diciembre 2023, 01:03

El patrimonio de un territorio va más allá de lo tangible, de edificios y monumentos que conservan el modo en el que en tiempos pasados se hacían las cosas. Abarca así tradiciones, artes, documentos e incluso el conocimiento que en sectores tan importantes como la gastronomía, han hecho que el desarrollo socioeconómico de la Región de Murcia también haya estado vinculado al sabor. La industria alimentaria tiene antecedentes históricos que han proyectado territorios en el mapa internacional, como es el caso de la conserva para Molina de Segura, un sector que se apoya en la actualidad en la investigación y la innovación para responder a las nuevas tendencias.

Así se plasmó ayer en un nuevo foro de ‘Territorio en el plato’, organizado por LA VERDAD y la Consejería de Turismo, Cultura, Juventud y Deportes de la Región de Murcia, en un conjunto de diálogos que fueron «más allá del arte culinario» para recordar la estrecha relación entre Molina de Segura y la industria conservera, como parte de su «propia esencia», tal y como indicó durante la inauguración el alcalde de Molina de Segura, José Ángel Alfonso Hernández.

Esta industria centenaria se ubica a finales del siglo XIX y principios del XX, por lo que en palabras de José Miguel Martínez-Carrión, catedrático de Historia de la Economía de la Universidad de Murcia, «llegó algo tarde» a la Región, ya que su auge fue a partir del 1960, cuando llegó a sumar 25.000 trabajadores oficialmente catalogados. Ya en los años 70 la conserva fue central para el desarrollo socioeconómico en Molina, pasando de 50 a 200 factorías. «La apertura de la economía facilita los mercados internacionales, que se recuperaron tras veinte años, además del nivel de vida de los españoles, que comen mejor, y la demanda interna tira de la industria conservera fomentando un proceso de innovación significativo que le hizo vivir su edad de oro», señaló el catedrático. Sería en la década de los 90 cuando tendría lugar la fractura del sector.

Dar ‘entidad cultural’ al legado

La propia industria conservera tuvo un papel importante a la hora de organizar el tejido de la ciudad, un hecho que, tal y como defendió María Dolores Palazón, profesora de Historia del arte y doctora por la Universidad de Murcia en Patrimonio Industrial, también es motivo de análisis de ámbitos como la historia del arte, dada su vinculación a la arquitectura de sus edificios y las infraestructuras industriales necesarias, incluyendo el paisaje, la documentación y material gráfico, así como «la memoria de los trabajadores».

«Se creció mucho en poco tiempo y los pueblos se convirtieron en ciudades. Cuando cae la conserva, las industrias se convierten en moneda de cambio para solucionar los problemas económicos y hacer frente a deudas e impago, convirtiéndose en jardines o nuevos edificios y fábricas, lo que hace que la ciudad vuelva a cambiar», detalla, señalando el desplazamiento de las conserveras del centro a polígonos industriales.

Eso requiere darle a la zona «una nueva entidad cultural». Un hecho ante el que Martínez-Carrión invita a potenciar los «factores identitarios», siendo «vigilantes de nuestro patrimonio» para evitar que se destruyan los vestigios de la actividad, animando a las instituciones a ser «más cautelosas». Como solución, Palazón propuso no solo centrarse en la vertiente museística, sino «combinar usos del patrimonio en salas polivalentes y espacios como centros educativos y sociales, para que conjuguen con la vida».

Patentes, tesoros documentales

Para entender la importancia del sector conservero, los documentos históricos ofrecen una radiografía de cómo se gestaba esta actividad hace décadas. Es el caso de las patentes, que han centrado el interés de los investigadores de la Universidad de Murcia Pascual Santos y Manuela Caballero dentro de su proyecto ‘Ingenio y técnica en España 1878-1966’. «En la misma definición de patrimonio industrial entran las patentes y las maneras de trabajarlas, una fuente importantísima para saber que no solo se habla de máquinas, sino que hay inventarios y fotografías para conocer un pasado y presente importantísimo», indicó Caballero. En los 60 en Molina, según contó Pascual Santos, las patentes se centran en la construcción de maquinaria para la alimentación, apreciándose «el cambio tecnológico según las condiciones de la sociedad», indica.

Ante esto, José Miguel Martínez-Carrión también quiso poner en valor, más allá de las patentes, «la idea de empresarios y emprendedores a principio de siglo trayendo maquinaria de otros continentes para aplicar aquí la innovación».

Tecnología y transferencia

El sector de la industria alimentaria sigue siendo uno de los más potentes de la Región de Murcia, tal y como defendió durante la segunda mesa redonda el secretario general de Agrupal, César Nicolás, ciñéndose a las «900 empresas que dan empleo a 26.000 personas y que supone el 35% de toda la producción industrial de la zona». A pesar de ser una cifra de empleabilidad similar a los 60, la diferencia está en el proceso de automatización y modernización.

Los ponentes


María Dolores Palazón. Profesora de Historia del Arte y doctora por la UMU en Patrimonio Industrial

«La industria del arte analiza el patrimonio industrial»

Como especialista en Historia del Arte y Patrimonio Industrial, Mª Dolores Palazón buscó el modo de proyectar su vertiente profesional en su tierra, Molina de Segura. Eso le llevó a ser comisaria de la exposición ‘La conserva vuelve a Molina’ el pasado mes de abril, con el fin de simbolizar la expresión artística de la industria conservera a través de etiquetas, publicidad y otro material gráfico que también conforma el patrimonio de la zona, ya que «dentro de la industria del arte está analizar la arquitectura y el patrimonio industrial».


José Rodríguez, ‘El Poli’ Cocinero y asesor culinario

«Hemos hecho cocina con la máxima de no tener aditivos»

La tendencia por los platos preparados también empuja a la innovación a las empresas del sector. En este contexto, Agrucapers ha trabajando en la gama MediSalad, conservas de alto vacío que nacen de la necesidad de hacer «un producto saludable» que se ha hecho realidad con la ayuda del asesor culinario y chef José Rodríguez ‘El Poli’. «Hemos hecho una cocina de la zona marcando la máxima de no tener aditivos y usar aceite de oliva virgen extra», señala el chef, remarcando que se trata de la simulación más cercana a cocinar, ya que «no desaparecen los jugos internos del propio producto».


Pascual Santos y Manuela Caballero. Directores del proyecto ‘Ingenio y técnica en España 1878-1966´

«El alma de la patente es lo que el inventor quiere aportar a la industria»

En 2004 Pascual y Manuela comenzaron a descubrir patentes en la Región relacionadas con la industria alimentaria, lo que les llevó a contactar con familiares de investigadores y localizar sus inventos, algunos centenarios, que estaban guardados en sus casas. «El alma de la patente que es lo que el inventor quiere aportar al industria, es la memoria de dónde le está llevando apoyándose en lo que había», indica la investigadora.


Pablo Flores. Director del Centro Tecnológico Nacional de la Conserva

«Había un nicho muy fuerte que permitió crear infraestructura»

En 1962 en diferentes empresas se les ocurrió introducir frutas y vegetales en botes antes de que se echaran a perder, lo que supuso el inicio de la conserva en la zona. Los problemas tecnológicos que surgieron hicieron que comenzara una relación con investigadores de la Región de Murcia, dando origen a la Asociación de Investigación de Conservas Vegetales, una entidad que hizo los primeros análisis para que los productos fueran aptos para el consumo y que potenciaría el nacimiento del CTNC. «Había un nicho muy fuerte que permitió crear la infraestructura», recuerda Flores.


César Nicolás. Secretario general de Agrupal

«Es un sector que aporta casi el doble de su valor»

Tal y como acercó César Nicolás, Agrupal es una institución que pretende «visibilizar y representar la importancia que ha ido teniendo la industria alimentaria y cómo ha ido evolucionando y convirtiéndose en motor socioeconómico de la Región de Murcia», orientándose cada vez más a prestar servicios de formación, seguridad alimentaria, innovación o transferencia tecnológica a su asociados. «Es un sector que aporta casi el doble de su valor, claramente exportador, muy tecnológico y que afronta muchos problemas, por eso es un sector fuerte y muy importante», indicó.


Sancho Bañón. Investigador responsable del Grupo de Investigación en Tecnología Alimentaria de la UMU

«La bromatología es la ciencia del comer»

La bromatología es la ciencia que estudia todos los aspectos relacionados con los alimentos para conocer su composición, y que integra uno de los departamentos de la Universidad de Murcia, actuando en campos como la nutrición humana, la seguridad alimentaria y la tecnología, tal y como acercó al foro Sancho Bañón. Además de detallar algunos de los avances que se están desarrollando desde este área, quiso reconocer el respaldo de la Administración regional a la transferencia entre investigadores y empresas para satisfacer sus necesidades comunes.


José Manuel Pelegrín. CEO de Agrucapers

«El gen murciano es emprendedor»

Para el CEO de Agrucapers, José Manuel Pelegrín, «la investigación es una semilla que tienes que dejar para plantar mañana», haciendo alusión a su beneficio futuro y a la necesidad de tenerla presente para crear camino. Reconoció que «el gen murciano es emprendedor desde el punto de vista de la innovación», animando a ser conscientes de este espíritu en el que destaca la Región de Murcia. «Nuestros antecesores fueron eran visionarios, capaces de montar un centro tecnológico y agruparse, o centrarse en la exportación porque veían que podían tener mejores resultados», elogió, afirmando que «hemos tenido suerte».


José Miguel Martínez-Carrión. Catedrático de Historia de la Economía de la UMU

«Muchas familias metieron a sus hijos para canalizar ahorros»

Tras analizar el origen de la industria conservera, José Miguel Martínez-Carrión aludió al empleo «mal remunerado y no contabilizado» que hacía que «muchos trabajadores no entraran en nómina». También había niños y niñas ya que, más allá del sacrificio de los propios empresarios, «muchas familias trabajadoras que metieron a sus hijos para canalizar ahorros». A esto se sumaba el carácter eventual y estacional del trabajo, el poco avance tecnológico en aquel momento y las dificultades, como la crisis del petróleo, que tuvo que sortear el sector.

«El mundo empresarial de la conserva ha evolucionando a lo que conocemos como industria alimentaria. Eso nos ha obligado a estar actualizados continuamente con las nuevas tecnologías, todo de modo sostenible y eficiente», matizó Pablo Flores, director del Centro Tecnológico Nacional de la Conserva.

Sin embargo, tal y como afirmó José Manuel Pelegrín, CEO de Agrucapers, hay una diferencia de ritmos entre la investigación tecnológica y su aplicación empresarial, señalando como uno de los grandes retos «coordinar mejor el modo de sacar partido a la tecnología y profesionalidad que se encuentra tanto en universidades como en la empresa privada». «La Administración tiene que generar ese canal para que se pueda dar la colaboración entre empresas y poner en marcha proyectos», secundó Nicolás.

En este aspecto, Sancho Bañón, catedrático de la Universidad de Murcia e investigador responsable del Grupo de Investigación en Tecnología Alimentaria de la UMU, recalcó que «la Administración regional ha mejorado el modo de organizar este aspecto a través del Instituto de Fomento o eventos de transferencia que ponen en contacto investigadores y empresas».

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