Desde bienvenidas a tomar notas: así es la tibieza del lenguaje climático

No es lo mismo podrían que deben, como tampoco es lo mismo instar que obligar. Los textos finales de las cumbres del clima suelen agrupar decenas de palabras con numerosos artículos y decisiones. «La mayoría de estas son declaraciones de intenciones», apunta García. «Son un contenido muy político y sirve para poco», añade el portavoz ecologista. «A algunos países, como Estados Unidos, les gustan las lagunas jurídicas», denuncia desde Dubái Brandon Wu, director de Política y Campañas de Action AID USA. «¿Quién pide ambición y quién se esconde detrás de un lenguaje débil?», añade.

Los textos definitivos de las cumbres climáticas contienen construcciones como «damos la bienvenida», «acoge con satisfacción», u «observa con preocupación». «Los acuerdos de Naciones Unidas y también los de la Unión Europea usan este formato», destaca García. «Es la parte que podemos decir son los declarando», destaca. Aunque no hay una directriz oficial, Naciones Unidas tiene una serie de recomendaciones para la escritura del texto. El verbo más ‘poderoso’ es «instruir». Con esta palabra, la Convención Marco de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC) «instruye al grupo a desarrollar su trabajo». Sin embargo, este concepto es muy poco usado. Los más utilizados son «solicitar», «instar» o «invitar». En otras ocasiones, muy pocas, también se usa «se urge», pero en contadas ocasiones.

Marruecos se convirtió en la primera Conferencia de las Partes (COP22) de la CMNUCC tras el gran Acuerdo de París. Esta cumbre en la capital marroquí sirvió para comenzar en el planteamiento del pacto surgido de la COP21.

Los temas principales de esta cumbre fueron la gestión del agua y la descarbonización del suministro de energía. Las decisiones incluidas en el texto definitivo son un total de 13, cuyos puntos, en una amplia mayoría, incluyen instancias a las partes e invitaciones. Aunque, la presidencia de esta cumbre, que encabezó el periodista británico Nik Gowing, sí que observó algunos inconvenientes con las decisiones y acciones que tomaron las partes en los años precedentes.

El Fondo Verde para el Clima es el mecanismo financiero de la CMNUCC y su objetivo es contribuir de manera ambiciosa a la consecución de los objetivos de mitigación y adaptación al cambio climático.

Tras el Acuerdo de París, un gran número de partes y de la sociedad civil esperaban que las promesas logradas un año antes se hicieran realidad. Sin embargo, no se convirtieron en acciones lo que provocó que muchos países calificaran como fallo esta cumbre.

Esta cumbre se realizó en la sede de la CMNUCC, pero bajo la presidencia de Fiji, que lideró las conversaciones. Ante la imposibilidad de acoger toda la infraestructura que supone la celebración de este evento. La COP23 permitió lograr un progreso significativo en las denominadas «Directrices de implementación del Acuerdo de París», más conocido como el «Reglamento de París», que son los detalles que determinarán cómo funcionará el Acuerdo en la práctica.

En las casi 40 páginas de la cover decision, la presidencia de Fiji tomó nota en una veintena de ocasiones y también publicó alguna decisión, pero la amplia mayoría son para el año siguiente.

Aunque la inclusión de limitar el calentamiento global, de acuerdo a los informes del mundo científico, a los 1,5 grados se produjo en París. La declaración final de la COP celebrada en Bonn (Alemania) en 2017 introdujo la cifra para pedir un espacio de diálogo para el mundo científico.

La COP24 viajó hasta Polonia y, concretamente, a la ciudad de Katowice. El objetivo de la conferencia era lograr una implementación total del acuerdo de París y tenía como cabeza visible a Michał Kurtykam, en aquel entonces ministro de clima y medioambiente de Polonia.

El texto final contó 11 decisiones en las que la palabra adaptación empezó a tomar peso en las páginas de la cover decision.

Un año después, la presidencia de Kurtykam mantuvo el mensaje de la ciencia de limitar el calentamiento global no más allá de los 2 grados y continuar el trabajo para hacerlo a los 1,5 grados. Una escritura que se enmarca en la página 15 del texto final y lo hace para establecer una petición de financiación y apoyo a los países del sur global.

Tras Polonia, Madrid acogió la vigésimo quinta Conferencia de las Partes de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático. Un evento que, en primer lugar, se iba a celebrar en Brasil, luego pasó a Chile y, finalmente, España.

Hasta el momento, es la cumbre más larga de la historia. «Cada vez hay más intereses y más efectos del cambio climático, tomar una decisión consensuada es muy complicado», advierte José Luis García de Greenpeace.

La cumbre de Madrid se centró en los mercados de carbono que ocasionó grandes bloqueos, pero por primera vez apareció una frase contundente:

Además, las partes pusieron negro sobre blanco la importante preocupación y la necesidad urgente de resolver el problema del cambio climático, pero no tomaron ninguna decisión importante al respecto. Todo quedó para 12 meses después en Reino Unido.

Aunque no ha cambiado el destino del planeta, la presidencia chilena, apoyada por Teresa Ribera, incluyó en la declaración final de Madrid la escasa presencia de mujeres en este tipo de eventos. «Son declaraciones políticas», recuerda García.

A pesar de tomar nota de ello, la presencia de mujeres no ha aumentado. El porcentaje en las últimas COP ha sido 68% hombres y 32% mujeres, como ha acontecido en la de Dubái que se celebra estos días en Emiratos Árabes Unidos.

Un año después de lo previsto, debido a la pandemia de Covid-19, Reino Unido acogió la COP26 en Escocia. Una cumbre que empezó con muchas expectativas, pero a medida que pasaban los días las presiones hacia la presidencia, ostentada por Kwasi Kwartengcomo.

La adaptación es lo que más ocupó las páginas del texto de Glasgow y en estas mismas se reconocieron que los efectos del cambio climático serían mucho menores con la limitación del calentamiento global a los 1,5 grados.

Sin embargo, el gran logro es la incorporación de la palabra «combustibles fósiles» a una declaración final de una cumbre del clima. Fue la primera vez que se logró, pero el lenguaje utilizado no implica ninguna decisión que implique su abandono. «Exhorta a las Partes a que aceleren el desarrollo (…) hacia sistemas energéticos con bajas emisiones», propone el texto de Glasgow. Una medida que fue duramente criticada por la sociedad civil debido a la tibieza del artículo.

Además, por primera vez, se pide a las naciones que eliminen gradualmente la energía a base de carbón y los subsidios ineficientes a los combustibles fósiles. Es en esta cumbre cuando el término ineficientes apareció y sigue siendo objeto de discusión en las posteriores cumbres del clima como la que se celebra en Dubái. «Parece un término completamente inocente, pero abre la puerta a la captura de derechos de carbono para seguir quemando combustibles fósiles», advierte García. «Cada palabra cuenta», añade.

Es el último texto aprobado de cierre en una Conferencia de las Partes, a la espera de la de este ejercicio. La cumbre de Egipto estuvo, en varias ocasiones, a punto de venirse abajo por la lentitud de la presidencia y, sobre todo, por la falta de ambición.

Tan lenta fue la propuesta que en muchas partes de la decisión final, el texto es copiado y pegado de la COP26. Así sucede en el texto sobre los combustibles fósiles.

No obstante, el gran recuerdo de la COP27 está en la consecución por primera vez de un Fondo de Pérdidas y Daños para los países más vulnerables. Una aceptación «acogida con beneplácito» por la presidencia y que, ya en Dubái, se ha operativizado con cerca de 700 millones de euros, eso sí solo el 0,2% de lo que necesitan los países del sur global para paliar los años del cambio climático.

«Cada año las negociaciones son más complicadas», señala García. «Mientras el lenguaje sea más amplio y más general, más acuerdo. Esta es la clave», apunta.