Los 10 discos imprescindibles de este 2023

Los 10 discos imprescindibles de este 2023

Se estima que cada año se publican en torno a 150.000 discos. En los tiempos de la oferta prácticamente ilimitada, que te echen una mano separando el grano de la paja puede marcar la diferencia entre permanecer conectado al presente o perder el tren definitivamente. Y ese es exactamente el propósito de esta lista, seleccionar 10 de los discos más potentes publicados este año. Pero, ¿por dónde empezar? Se premia la frescura y calidad sin perder de vista la relevancia y expectativas con la que se han esperado muchos de estos trabajos. ¡Solo pueden quedar 10! ¡Qué comiencen los juegos del disco! ¿Y tú?, ¿cuál es tu favorito?

No nos engañemos. Estos ganadores del Eurovisión 2021 no serían la primera banda que se le viene a la cabeza al purista del rock. Sí, desde luego hay guitarrazos eléctricos y baterías agresivas pero todas las canciones están esmaltadas de una pátina preciosista propia de géneros más comerciales. En este ‘RUSH!’, los italianos vuelven a seguir la receta que les granjeó aquel primer premio, pero a pesar de su emplatado más bien artificioso, hay buena materia prima y el sabor convence. 17 cañonazos rock-pop en los tiempos del «single», que agasajan con cuidado al oyente prestando especial atención al estribillo.

Hay una cierta positividad en Karol G que no es tan frecuente en las altas cumbres de la música latina. Este disco se abre ni más ni menos que con un recuerdo de Bobby McFerrin, tótem del buen rollo mundial. Pero ese ánimo de remar a favor tampoco oculta una cara B: ha habido desamor, Karol G expresa estar en un mal momento, y por eso no es hoy sino mañana cuando las cosas mejorarán. ‘Provenza’, canción con gran éxito también en Estados Unidos, es buen ejemplo de esa parte desencantada. Quizás el secreto del éxito de la colombiana, ganadora del Grammy Latino a mejor álbum, sea poder conectar con una sensación de derrota aceptada con dignidad, en lugar de estar en la confrontación constante y la apariencia de ser intocable que siempre han explotado figuras parecidas.

La música de Lana del Rey suele ser descrita como muy «cinematográfica», pero dada la amplitud del término, creo que más bien nos referimos a cierta época, un cine elegante, preciosista y contemplativo, con personajes mirando la lluvia caer tras el cristal o conduciendo desesperados tras una ruptura. Este disco ahonda particularmente en esto, dominado por esa portada en clave baja, desaturada y melancólica, y sin grandes singles o, por supuesto, hits para bailar. El tema más importante, ‘A&W’, incluye casi como rareza percusiones sintetizadas y algo más de movimiento mientras relata sin medias tintas cómo vivió la sexualidad en su juventud.

Una rara avis en esta lista. Matt Berninger encontró al final de las dos primeras páginas del clásico de Mary Shelley el revulsivo necesario para sacudirse la depresión en la que llevaba sumido los últimos años y revitalizar, de esta forma, su escritura cada vez más intimista. The National sigue sonando a The National, como lo viene haciendo en las últimas entregas pero, ¿acaso no es eso un éxito en sí mismo cuando está banda ha alcanzado las cotas de calidad por las que se les conoce? El largo incorpora las voces de las talentosísimas Phoebe Bridgers y Taylor Swift, un refrescante contrapunto a la densidad reflexiva de unos artistas que llevan a cuestas el sambenito de habernos acostumbrado al caviar.

Bueno, es verdad que este disco viene precedido por la fama de otra «chica Disney Channel», pero no todas han gozado de la avalancha de elogios de la crítica y de otros reputados artistas —además, no hace falta decirlo, del masivo éxito de público—. En lo musical, bombea entre la balada sentida (‘Vampire’) y el rock de cañonazos (‘Bad Idea, Right?’). Y en lo lírico tenemos a una veinteañera que, debido a su exposición mediática, ya ha vivido mucho más que su generación —a la que representa con orgullo— y no se amilana ante nadie siendo más que consciente de sus capacidades.

Un inspiradísimo Xoel López vuelve a la carga con el que es ya su quinto álbum de estudio. Es un disco de ruptura, no hay vuelta de hoja pero considerando que de esos ya se han hecho, digamos… uno o dos, conseguir ofrecer algo fresco y original se vuelve una empresa doblemente encomiable. Bravo por eso, Xoel. 11 ángulos distintos, 11 miradas para aproximarnos de forma íntima pero contundente y bailable a este compartimento privado de su vida. Mención especial para ‘Albatros’ que abre el LP y se acuerda de ese «¿qué dirán?» de los que se pronuncian sobre una relación sin saber.

La expectación que genera un nuevo lanzamiento de Bad Bunny es más que comprensible. Rey de la música latina, con un perfil muy propio, y marcador de tendencias total, Benito Antonio Martínez ha sacado ‘Nadie sabe lo que va a pasar mañana’, y no se parece nada a ‘Un verano sin ti’, el disco anterior, que tenía más vocación de obra maestra. La exploración de la riqueza musical del continente aquí desaparece: es un disco más crudo, más vengativo, más furioso y mucho más trap. Los sonidos se vuelven fríos y nos queda claro todo lo que Bad Bunny detesta. Un espejo negativo del anterior disco, pero aún así rico, complejo y lleno de capas como siempre.

El triunfo de la falta de expectativas. Si nadie esperaba realmente nada nuevo de los Stones, ellos han entregado un disco poderoso y rebosante de energía, con grandes estrellas invitadas: destacan los temas con Elton John y el hipervitaminado ‘Bite my head off’ con Sir Paul McCartney al bajo. Con este juego interactivo celebramos la salida de ‘Hackney Diamonds’ el pasado octubre. Un sonido puramente hard rock inunda todo el disco, demostrando que aquí nadie se duerme en los laureles. Y una nota de belleza al final: Richards y Jagger, mano a mano, tocando el tema que dio nombre al grupo, el ‘Rolling Stone Blues’ de Muddy Waters, con un aroma a despedida firmado por el grupo que no se despide nunca.

María José Llergo sorprende con un «ultrabello» nuevo trabajo repleto de contrastes. La dulzura y candidez de la cantante cordobesa podría llamar a engaño a algún despistado oyente que, sin embargo, no encontrará más que madurez compositiva en su nuevo disco. Una producción de filigrana arropa a un manojo de canciones con suco y es que es La Sustancia misma (así en mayúsculas), la que emana por los cuatro costados de este álbum. Si bien, el matrimonio entre flamenco y electrónica ya no impacta por disruptivo como lo hacía en el pasado, conseguir esta ligadura sin que se vean las costuras sigue siendo una habilidad reseñable y María José Llergo, no cabe duda, la tiene.

¿Taylor’s Version?, ¿qué es esto?, ¿el «Director’s cut» pero versión musical? Todo viene del culebrón jurídico que se desató cuando Scooter Brown compró la discografía de Swift por 300 millones de dólares. Taylor denunció que no se le permitió comprar su catálogo y de está forma perdió el control de su música. Se publicaron recopilatorios sin su consentimiento y se le prohibió utilizar su propia música en su documental. ¿Qué se le ocurrió? ¡Bing! La cantante norteamericana se acordó de que ella había compuesto y grabado esas canciones y que lo podía volver a hacer. Aquí nace esta «resurreción» de sus antiguos discos ¿El resultado? Si ya era bueno entonces, ahora lo es igual, pero un poquito más. Una voz más madura y sonoridades más conseguidas. ¡Ah! y cinco canciones ‘extra’ de regalo.

Aunque los diez de la lista son incontestablemente importantes y conocidos, no queríamos dejar de mencionar otras joyas que, en general con menos medios de promoción, nos han encantado. De hecho, puede que nos gusten hasta más que los de arriba, ahí lo dejamos.

Nacionales:

  • ‘Roneo Funk Club’ (La Plazuela)

  • ‘Supernova’ (Ralphie Choo)

  • ‘Los años mejores’ (Vera Fauna)

  • ‘El Prince’ (Tito Ramírez)

Internacionales:

  • ‘Javelin’ (Sufjan Stevens)

  • ‘Everything Harmony’ (The Lemon Twigs)

  • ‘That! Feels Good!’ (Jessie Ware)

  • ‘My Back Was a Bridge for You to Cross’ (Anohni and the Johnsons)

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