SIBO: qué es, cómo afecta y de qué forma se trata

SIBO: qué es, cómo afecta y de qué forma se trata

SIBO no es solo las siglas en inglés de sobrecrecimiento bacteriano en el intestino delgado (‘small intestine bacterial overgrowth’), es la pesadilla que deteriora la vida de muchas personas. Está patología, que de momento no está considerada una enfermedad, nace en el aparato digestivo pero pronto se adueña de la mente y hace que todo salte por los aires a nivel emocional. Su definición no deja lugar a dudas: exceso anormal de bacterias en el intestino delgado. Pero al margen de poder ponerle nombre y apellidos, el resto es puro caos, un túnel oscuro en el que no se encuentra la salida. Así se sienten los pacientes y en ese punto se hallan los médicos, que se adentran en «un mundo desconocido».

Lo peor del SIBO no comienza con el diagnóstico. Ese es, quizás, el momento en el que el paciente encuentra algo de luz en la oscuridad que envuelve a este problema. La pesadilla empieza mucho antes, cuando los síntomas llegan para quedarse. Esta patología se produce cuando un elevado número de bacterias que están en el intestino grueso migran al intestino delgado y fermentan muchos de los nutrientes que se ingieren, lo que genera gases (de hidrógeno o metano), y provoca que la barriga se inflame hasta el punto de parecer que «te han hinchado con una bomba de aire», cuentan los afectados. Ahí empieza el dolor. El calvario llega cuando una sola pregunta retumba en la mente y no se le encuentra respuesta: «¿Por qué me está pasando esto?»

Apenas hay evidencias científicas de por qué se produce, a quién afecta e, incluso, las herramientas para luchar contra él. Ante este desierto informativo y médico, que desespera a pacientes y colapsa las listas de espera de especialistas del Aparato Digestivo, cuya presión ha pasado del 50% al 80%, cuatro referencias de este ámbito han elaborado una guía clínica de recomendaciones que verá la luz en las próximas semanas. Fernando Alberca es el jefe del servicio de Aparato Digestivo de La Arrixaca y ha tenido acceso al documento, que busca «poner un poco de cordura ante la locura generada en redes sociales en torno a esta patología».

¿Qué es el SIBO?

Sus siglas son ‘Small instestine bacterial overgrowth’ y se trata de una proliferación en el intestino delgado de las

bacterias que normalmente se

encuentran en el intestino grueso

SISTEMA

DIGESTIVO

Vesícula

biliar

Intestino

delgado

Intestino

grueso

Tracto

intestinal

sano

Tracto

intestinal

con SIBO

Principales síntomas

Pérdida de peso, dolor abdominal,

naúseas, fatiga, anemia, hinchazón, exceso de gases, acné, …

¿Qué es el SIBO?

Sus siglas son ‘Small instestine bacterial overgrowth’ y se trata de una proliferación en el intestino delgado de las

bacterias que normalmente se

encuentran en el intestino grueso

SISTEMA

DIGESTIVO

Vesícula

biliar

Intestino

delgado

Intestino

grueso

Tracto

intestinal

sano

Tracto

intestinal

con SIBO

Principales síntomas

Pérdida de peso, dolor abdominal,

naúseas, fatiga, anemia, hinchazón, exceso de gases, acné, …

vesícula

biliar

Intestino

grueso

Intestino

delgado

SISTEMA

DIGESTIVO

¿Qué es el SIBO?

Sus siglas son ‘Small instestine bacterial overgrowth’ y se trata de una proliferación en el intestino delgado de las bacterias que normalmente se

encuentran en el intestino grueso

Principales síntomas

Pérdida de peso, dolor abdominal, naúseas, fatiga, anemia, hinchazón, exceso de gases, acné, …

Tracto

intestinal

con SIBO

Tracto

intestinal

sano

Las causas – demostradas – que pueden originar el SIBO en un paciente son una cirugía anterior que haya provocado alguna lesión en el aparato digestivo o una alteración de la motilidad intestinal o enfermedad primaria. Así lo refleja la guía clínica y así lo afirma el doctor Alberca: «Hay dos tipos de patología en el tubo digestivo: una lesión orgánica, como una úlcera, que produce una inflamación, o un problema general de funcionamiento. Es como una carretera. No es lo mismo que haya un atasco en la autovía por un accidente o que haya muchos coches. En el primero hay un problema orgánico, en el segundo hay un exceso porque no hay capacidad», explica.

Cuatro especialistas del aparato digestivo han elaborado una guía clínica de recomendaciones ante el SIBO que verá la luz próximamente

Un trastorno ‘televisado’

El problema que se ha acentuado en los últimos meses es que son cada vez más los jóvenes que se quejan de que sufren esta afección sin ninguna de las causas mencionadas, y las redes sociales se han convertido en un escaparate para mostrar el lamento y el dolor y han servido de altavoz para lanzar un grito de auxilio ante un daño desconocido. El SIBO ‘ataca’ sin avisar y siempre encuentra una forma distinta de hacerlo. Dolores abdominales, hinchazón, gases, náuseas, vómitos y alternancia entre diarrea y estreñimiento. Da igual lo que ingieras, tu cuerpo no tolera nada. Una simple ensalada, una pieza de fruta o cualquier plato de comida pueden provocar el desastre. «Notas como tu cuerpo se inflama en minutos. Te pones de perfil frente a un espejo y ves como tu barriga crece hasta parecer que estás embarazada. No sabes en qué momento vas a parecer un globo», narra Lydia Martín, una joven murciana que está aprendiendo a convivir con un problema que arrastra desde hace meses aunque oficialmente se lo presentaran en octubre. El estrés, la ingesta de muchos productos procesados, una mala alimentación y no respetar los tiempos de cada comida son el caldo de cultivo de malas digestiones y de la fermentación de bacterias. «Están aumentando las intolerancias porque comemos peor e ingerimos más contaminantes», subraya el doctor Albeca.

Aseguran los expertos que el intestino delgado es el segundo cerebro y que el aparato digestivo escucha todo lo que la mente dice, aunque no se le pongan palabras. Que las emociones están especialmente conectadas con el estómago. El SIBO castiga la barriga pero golpea con la misma fuerza la mente. Empequeñece, debilita y sumerge en la desgana, la tristeza y el enfado. Basta con mirarse al espejo. «No te reconoces. Tu cuerpo no es el mismo, se transforma y no lo puedes controlar. Te encuentras mal y te acompleja a la hora de vestirte. Reduce tu vida social. La ropa no te favorece, apenas puedes comer fuera y tu estado de ánimo está por los suelos. Vives en una alerta constante porque no sabes cuándo te vas a inflamar», asegura Lydia.

Dolores abdominales, hinchazón, gases, náuseas, vómitos y alternancia entre diarrea y estreñimiento son algunos de los síntomas

El caos roza la locura en el camino para llegar al diagnóstico. Los pacientes esperan (y desesperan en muchas ocasiones) largos meses entre que logran ser atendidos por la excesiva demanda, siguen los primeros consejos médicos y acaban realizando el test de aliento, la única opción para ponerle cara al SIBO. La prueba consiste en administrar por vía oral un sobre de azúcar sustrato y exhalar el aire respirado en media docena de pequeños botes dejando media hora entre cada uno de ellos. Su duración es de más de tres horas y el día anterior solo puedes alimentarte de huevos, carne o pescado. El análisis del aire que se encuentre en esos botes determinará si los niveles de hidrógeno y metano son normales (no hay SIBO) o si, por el contrario, las cifras se disparan (hay SIBO).

No todo es SIBO

Este último paso es el más costoso y no todos los pacientes consiguen llegar a él, lo que les prohíbe en muchos casos obtener respuesta a lo que le ocurre. «Se está relacionando el SIBO con tener colon irritable, con tener gases o estreñimiento, y todas estas cosas se suelen tener sin necesidad de padecer SIBO. No debemos mandar un test de aliento si no hay un factor de riesgo previo, ya que no existe como enfermedad primaria. Es cierto que si no realizamos tantos test a personas que están mal perderemos pacientes que de verdad lo sufren, pero ante la psicosis creada, el sistema tiene que defenderse, seguir siendo equilibrado», señala el doctor Alberca, tal y como recoge la guía clínica.

El SIBO castiga la barriga pero golpea con la misma fuerza la mente. Empequeñece, debilita y sumerge en la desgana, la tristeza y el enfado

El paciente sufre por todos lados. Por los síntomas, por la dificultad para hallar respuestas y por el tiempo que tarda en encontrar soluciones. Cuando este recibe los resultados y da positivo, parece que está en la casilla final, pero tan solo acaba de empezar. El tratamiento, que «solo es efectivo en el 60% de los casos», según Alberca, se basa en la ingesta de antibióticos, hasta 6 pastillas al día durante dos semanas, para conseguir su remisión, porque en la mayoría de casos los síntomas nunca desaparecen del todo. «Hay personas que deben acostumbrarse a vivir con ello toda la vida», sentencian los doctores en una de las peores frases que reciben los pacientes.

Además de ese cóctel de medicinas, uno ya no vuelve a comer igual. Ni siquiera a comer de todo. Se desaconsejan la harina y los productos con gluten. Están terminantemente prohibidas las legumbres. Tan solo dos o tres frutas y verduras pueden permanecer en tu dieta y la lactosa y las bebidas azucaradas son algo parecido al diablo. Eso sí, existen tres alimentos que te van a acompañar por siempre: la carne, el pescado y los huevos. «Tienes que ir probando y equivocándote. No existe una dieta oficial para este problema. No puedes vivir sin fruta y verdura ni otros muchos nutrientes porque te genera descompensaciones y te puede provocar otros problemas. Hay que cocinar todo a la plancha, que sea lo más ligero posible. Si llega el día en que necesitas darte un capricho, no debes juntar varios en el mismo momento porque no hay bocado seguro y sabes que en segundos te vas a encontrar mal», apunta Lydia.

«Estamos sufriendo», alertan los pacientes. «Estamos aprendiendo», reconocen los expertos. Quieres saber qué pasa, pero pocos saben aún lo que ocurre. Las herramientas son escasas e incipientes pero el dolor y el castigo emocional no deja de crecer. A falta de soluciones, muchos optan por no demonizar (más) al pequeño engendro que vive dentro y optan, tras mucho sufrimiento, por aceptarlo como un compañero de vida. «Hay que hacerse su amigo y sacarlo de la mente porque sino es imposible vivir. Tienes que hacerlo pequeño antes de que te haga diminuta», advierte Lydia.

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