Un Gordo «feo» que nadie quería comprar: «¡Lo tuve en la mano y lo cambié por otro!»

Un Gordo «feo» que nadie quería comprar: «¡Lo tuve en la mano y lo cambié por otro!»

Viernes, 22 de diciembre 2023, 20:04

Era «un número muy feo». Tan feo que, cuando la vecina de Balsapintada Sabrina Cantero lo tuvo en sus manos el pasado miércoles, le pidió al responsable del punto mixto de lotería de la Casa de Cultura de la localidad, Joaquín Conesa, que se lo cambiara por otro. «No te preocupes, que esto se vende», le dijo él antes de aceptar la reclamación y quedarse con el 88008 pegado en la ventanilla, a la espera de que alguien quisiera llevárselo. Por eso no podía creerlo cuando supo que había resultado agraciado con el Gordo de la Lotería de Navidad.

«¡Ahora solo quiero llorar!», reconocía este viernes, minutos después de hacerse público el premio, apoyada en la barra del mismo establecimiento donde compró el número equivocado, para compartirlo con cuatro de los compañeros del taller Recacor, a solo 350 metros de allí, en la entrada de la pedanía murciana, donde trabaja como administrativa. La máquina escupió, a la segunda, el 49033. «Pensé que con el otro, los compañeros me iban a echar la bronca. ¡Cuando he visto salir el 88008 no daba crédito! Me acordaba perfectamente», aseguraba entre la risa y el quejido, ante la atenta mirada de Joaquín, que, en un intento por consolarla, le ofreció tomar algo. «¿Qué café te pongo?». «¡Un carajillo!».

El número se resistió a salir. Lo hizo finalmente a las 13.16 horas, después de hacerse esperar hasta la novena tabla, convirtiéndose en el premio Gordo más tardío de la historia. Nunca en 213 ediciones se había retrasado tanto.

Ocho puntos en la Región

El 88008 llegó a la Región repartido en ocho puntos de venta ubicados en otros tantos municipios. Se vendió un décimo en cada lugar: en la capital, en Fuente Álamo, Molina de Segura, Alcantarilla, Mazarrón, Bullas y San Pedro del Pinatar. En la administración de calle Larga, en Mazarrón pensaban que lo habían vendido, pero finalmente comprobaron que devolvieron los décimos.

«En el taller compartíamos el número cinco compañeros –explicó Sabrina–. No nos habríamos hecho ricos, pero nos tocaban 80.000 euros a cada uno».

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Muy cerca del taller, en uno de los cultivos que rodean la localidad, un grupo de cerca de una decena de temporeros recogía lechugas bajo una gran máquina y ataviados con chalecos amarillos. Puede que alguno de ellos fuera el que decidió llevarse el décimo rechazado por Sabrina y que en un segundo, pasó de valer 20 euros a 400.000. «Eso creen, que se lo acabó llevando algún trabajador del campo», contaba Antonio Caballero, delegado comercial de Recacor, sentado al lado de Sabrina. «¿Qué le vamos a hacer?».

En la Casa de Cultura saben lo que es la suerte y la falta de ella. La semana pasada, vendieron un boleto del sorteo de la Bonoloto con el que un vecino ganó 60.000 euros. Buena suerte. «Le faltó un número para ganar tres millones». Mala.

En Alcantarilla, en la administración número 3 de la avenida Reyes Católicos, el propietario del local, Antolín, destilaba felicidad. «Me han dado una sorpresa preciosa. Es una alegría inmensa, indescriptible, y más después de vender un quinto premio». En la de ‘El árbol de los sueños’, en la urbanización molinense de La Alcayna, tampoco olvidarán este 22 de diciembre. También tras repartir un quinto y poner la guinda con el premio Gordo. «La ilusión no nos la quita nadie», señaló a LA VERDAD Samy, una de las vendedoras. En San Pedro del Pinatar, el número lo vendió la administración ‘El Perolo’, en la calle Gabriel Cañadas, número 17. Y en Bullas, el premio se despachó en la administración de la calle Tercia, número 1.

Diez décimos devueltos

La falta de atractivo del 88008 también pasó factura en Mazarrón. En la administración número 3 de la localidad, conocida como ‘El Dólar’, se celebraba a primera hora de la tarde un premio que después resultó no haberse vendido. «Estoy supercontento; emocionadísimo. Es la mejor recompensa de tantos meses de trabajo», aseguró Javier Meroño, el propietario de la oficina a LA VERDAD, antes de ser informado de que, en realidad, esos diez décimos, por valor de cuatro millones de euros acabaron siendo devueltos el jueves por la noche, porque nadie los había querido comprar, según confirmó el delegado de Apuestas y Loterías del Estado en la Región, José Laorden a última hora de la tarde.

A los posibles agraciados les pasaría lo mismo que a Sabrina. Demasiados ochos. «Preferí llevarme uno más ‘bonico’. ¡Ahora quiero morirme!», señalaba antes de confesar que tras el ‘trágame tierra’ inicial, tuvo otro pensamiento. «Lo único que pensaba es que ojalá Joaquín no lo hubiera vendido y se lo hubiera quedado él’». Tampoco fue así. «Que sea a alguien a quien le haga falta», desea. «Anda, ponme un café con leche», dice. Nada de carajillos. Sabe lo que toca. «Habrá que seguir trabajando».

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