Otro brindis por los viejos rockeros de El Secante

Otro brindis por los viejos rockeros de El Secante

Sus compañeros de equipo usan redes sociales, les piden posar para un selfi, viven pegados al teléfono móvil y lo de coleccionar cromos de Zubizarreta y Sanchís les suena a chino. El fútbol de ahora no es ni mucho menos el que de jóvenes conocieron en primera persona Diego Segado, Francisco Carrillo y Juan Carlos Ceballos, tres jugadores que doblan en edad a los pipiolos del vestuario y suman entre los tres más de un siglo de vida. El portero, el central y el lateral de la Minerva, respectivamente, son los viejos rockeros de El Secante, despiden el 2023 en activo y con el propósito de año nuevo de ascender a Tercera División con el equipo de la diputación cartagenera de Alumbres.

Francisco Carrillo, al que todos llaman Franklin, no quiere hacerse a la idea del día que cuelgue las botas. Nació hace 39 años en el barrio de Santa Lucía, pasó toda su etapa formativa en el Mundial 82 y para él el fútbol siempre fue una afición, y no un modo para ganarse la vida. Sigue por el amor al balón, ni mucho menos por el dinero que alguna vez percibió a cambio. «Era otra época. Yo llegaba del colegio, cogía el bocadillo y me iba a la plaza a jugar al fútbol con los amigos. Hoy en día echo en falta ese jugador callejero, esa picardía que te daba la calle», dice.

La ley a finales de los ochenta y principios de los noventa era clara: «Si llovía, al día siguiente ya sabías que no jugabas el partido porque el campo estaba embarrado. Ahora ves todas las instalaciones con césped artificial, vienes de donde vienes y es una maravilla», asegura quien fuera defensa en la época de la Esperanza en Tercera y del Soho en Preferente. Actualmente cumple su octava temporada en la Minerva. «Vine con un ascenso y quiero despedirme con un ascenso» esta temporada a Tercera. Padre de familia y buzo de profesión en una piscifactoría de San Pedro del Pinatar, «tengo la suerte de tener las tardes y fines de semana libres para entrenar y jugar», cuenta Franklin.

«Lo que más noto», reconoce Franklin, «es el físico». Es central y le toca defender a delanteros veinteañeros, escurridizos y muy rápidos en la Preferente Autonómica, la sexta categoría del fútbol español. El de Santa Lucía se busca las mañas para cumplir en los noventa minutos. «Tengo que tirar de astucia, de colocación, de meterle presión al delantero porque mido 1,90 metros de altura…», admite.

Así lo ven

  • Diego Segado, Policía Local, 41 años
    «Mi hermano me dice todos los días: ‘¿Es que no te cansas de tirarte al suelo?’ No me imagino sin mis guantes»

  • Francisco Carrillo, ‘Franklin’, Buzo, 39 años
    «Me toca defender a jóvenes escurridizos, pero tiro de astucia. Quiero despedirme con el ascenso»

  • Juan Carlos Ceballos, Coordinador de fútbol, 40 años
    «Si lo dejo ahora sé que me voy a arrepentir, porque tengo ilusión y estoy bien físicamente. Cada año hago balance»

También se niega a tirar la toalla el incombustible Diego Segado, quien a sus 41 años va camino de brindar por otro 2023 completado en los terrenos de juego. Nació en Canteras y se define «como un canterano», bromea. Ha cambiado hasta «27 veces» de un equipo a otro, desde La Unión, El Algar, La Aljorra, el Churra y el Bala Azul, entre otros, hasta ser actualmente el segundo guardameta y a la misma vez el entrenador de porteros de su compañero: el titular Carlos Molina. «Lo llevamos bien y tenemos nuestros piques de quién le marca a quién y se lleva la confianza del entrenador», explica.

Con el Honda Civic de 2002

Cambió mucho de club y siempre tuvo la curiosidad de conocer la filosofía de cada uno de sus entrenadores. Pero lo que nunca cambia Segado son las costumbres que siempre le acompañaron desde sus inicios, cuando escuchaba los partidos en la radio, «si llevabas suelto ibas al bar que tenía el Canal Plus y luego veías los resúmenes de Estudio Estadio». Hoy conserva esas costumbres. «En 2002, cuando terminé la etapa de juvenil, mi padre me regaló un Honda Civic. Lleva 462.000 kilómetros y aún lo uso para ir a El Secante».

Echan en falta el fútbol callejero, crecieron en campos embarrados y les parece «maravilloso» el césped artificial

Su ídolo fue Zubizarreta y acostumbra a ver resúmenes de las mejores paradas de Cañizares, Oliver Kahn y José Francisco Molina para motivarse. Y eso que como profesional su cota máxima estuvo en Segunda B, cuando fue convocado durante veinte jornadas con el Cartagonova FC y solo debutó en la Copa Presidente. «Yo ya sabía lo que había. Con 23 años ya tenía la plaza de Policía Local [en La Unión]. Llevo más tiempo en el fútbol de lo que me queda. Mi hermano me suele decir: ‘¿Es que no te cansas de tirarte al suelo?’», confiesa.

Como Franklin y Diego Segado, Juan Carlos Ceballos, de 40 años, también opina que la cultura del esfuerzo empieza a perderse en el fútbol actual y todo se centra en acortar los plazos y obtener un premio. Lo dice él, que fue internacional sub-19 y pasó por la cantera del Espanyol. «Entrenaba con el primer equipo con 16 años y el respeto a gente como Pochettino era máximo», recuerda.

Los códigos han cambiado. «Antes se tenía interiorizado que el joven, el canterano, se ponía en el centro del rondo, ayudaba a coger las porterías y a mí, por ejemplo, no se me ocurría ir a beber agua antes que los más veteranos. Eran otros tiempos», dice este lateral que durante casi cinco temporadas defendió la camiseta del Efesé y llevó el brazalete de capitán. Hoy es coordinador en la escuela de fútbol de Santa Ana, donde tiene además una escuela de tecnificación. «Si lo dejo ahora sé que me voy a arrepentir porque me encuentro bien y con ilusión. Cada año haces balance. Quiero seguir», dice Ceballos.

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