
La historia se repite una y otra vez. Una pelea por el motivo más nimio, una palabra más alta que otra y la afilada hoja de un cuchillo que acaba tiñendo todo de negro. El robo de un simple patinete parece ser el detonante del ‘crimen del lavadero’, el primer homicidio –al menos conocido– de un 2023 especialmente sangriento. El apuñalamiento mortal de un vecino del lorquino barrio de San Pedro, el pasado mes de mayo, en una gasolinera de la ciudad, cometido presuntamente a manos de un menor de edad, dio el pistoletazo de salida a un año funesto en el que los homicidios dolosos y asesinatos llegaron a doblarse respecto al año anterior –repuntaron de seis a trece, hasta un 116%–, según el último balance que el Ministerio de Interior ha puesto encima de la mesa –que abarca hasta el tercer trimestre de este año–. Un lapso de tiempo cargado de malas noticias.
La víctima del ‘crimen del lavadero’ y su presunto homicida, de 16 años, eligieron ese enclave de la estación de servicio de Sutullena, en la lorquina Ronda Sur, para poner los puntos sobre las íes en el cisma que se había abierto entre ellos, al parecer, por el presunto robo de un patinete. Eran las tres de la madrugada del 26 de mayo y los protagonistas de esta historia llegaron acompañados de algunos de sus familiares. El menor presuntamente amenazó a Silvestre con ‘pincharle’ si no le devolvía el patinete que, según su versión, le había robado. Un botín de escaso valor pero que acabó poco después cobrándose la vida de este lorquino.
La Policía desembarcó en el barrio de San Pedro con una imponente redada que acabó con varios arrestados de las familias rivales. El adolescente, presunto autor material del homicidio, fue detenido poco después en Alicante, donde presuntamente se había desplazado en busca de un escondrijo. Permanece interno en un centro a la espera de responder ante la justicia.
2023 tiene el nombre de Silvestre, el lorquino que se dejó la vida en el ‘crimen del lavadero’, pero también de Hanane, la vecina de Cieza presuntamente asesinada por su marido y arrojada a un pozo de ocho metros de profundidad. El pasado septiembre, la desaparición de esta marroquí, de 34 años, mantuvo en vilo la Región durante varios días. La mujer no acudió al colegio a recoger a su hija, de seis años, y todas las alarmas se dispararon en un supuesto caso de violencia de género de libro. Su compañero ya había sido condenado a diez meses de prisión por malos tratos y se encontraba a la espera de que la sentencia fuese firme. El caso no tenía buena pinta.
«Te vas a enterar»
Días antes del crimen, al parecer, el hombre le había recriminado a su mujer que ese verano hubiera viajado a Marruecos en compañía de la hija de ambos. «Cuando nos veamos te vas a enterar. Te lo voy a explicar […] A ti te va a pasar algo», le advirtió, en una clara amenaza que, leída ‘a posteriori’, pone los pelos de punta. Solo unos días después, los agentes de la Guardia Civil ponían fin a una amarga espera: encontraban en el fondo de un pozo de la localidad el cadáver de Hanane. El presunto homicida había colocado varias piedras sobre el cuerpo para tratar de ocultarlo. El asesinato de la única víctima mortal de violencia de género de este año en la Región sumió a Cieza en el silencio y provocó una serie de concentraciones que dejaron claro de nuevo el rechazo de la Región a esta lacra.
También un pozo, en este caso de un apartado paraje jumillano, fue el elegido por los asesinos de Diakina Fofana. La Guardia Civil logró localizar el cadáver de este ciudadano de Mali en el fondo de un aljibe a finales de octubre, un mes y medio después de su desaparición. Uno de los sospechosos acabó confesando el crimen y condujo a los investigadores hasta la localización del pozo, situado en el lateral de una vivienda abandonada y derruida, a un kilómetro de Hoya de la Sima, en Jumilla. El Instituto Armado indaga ahora si Diakina Fofana fue asesinado mientras trabajaba como ‘taxista pirata’. La Policía Judicial baraja como principal hipótesis del crimen que este vecino de Jumilla fuera asaltado por los dos hondureños acusados del homicidio, mientras trataba de ganarse un dinero extra conduciendo su vehículo. Los investigadores siguen buceando en el asunto para determinar si los procesados trataron de robarle al maliense y ese hecho inició una trifulca que acabó con su vida.
2023 tiene también el nombre de Maravillas M., la vecina de la pedanía murciana de El Palmar asesinada el pasado septiembre en un crimen en el que presuntamente se encuentra involucrado su propio hijo, Alejandro S. El supuesto autor material de la muerte, Bryan L. R. –que había sido encargado del hijo de la víctima–, fue grabado por las cámaras de vigilancia de la vivienda de la mujer mientras le exigía dinero antes de acabar con su vida, golpeándole la cabeza con una pistola y cortándole el cuello. «O me das ahora mismo todo el dinero que tienes en casa», grita el joven, «o te reviento la cabeza».
Estos dos jóvenes ingresaron en prisión provisional a mediados de septiembre, poco después de que la Policía descubriese el cadáver de la mujer con una bolsa en la cabeza. Desde un primer momento, los investigadores barajaron, como hipótesis principal, que la muerte de Maravillas se debiese al supuesto intento de su hijo y del exencargado de este de hacerse con el dinero de una herencia. Alejandro S., que siempre ha defendido su inocencia, explicó a los policías que sabía que en la vivienda familiar de El Palmar había unos 8.000 euros de la herencia de su padre, pero incidió en que ese dinero se lo dio en su día su abuela y que él mismo se lo había entregado a su madre. «No quería saber nada de ese dinero porque no me hacía falta», remarcó. El joven, que recientemente abandonó la prisión provisional, descarta, como sí reconoció el otro acusado, que planificara el robo con Bryan para hacerse con esa cantidad de dinero.
Una puñalada en el corazón
Gaspar es uno de los últimos nombres de una lista negra, la que deja tras de sí el 2023, demasiado larga. En la medianoche del pasado 1 de noviembre este vecino de la pedanía murciana de Casillas, de 44 años, se convirtió en la víctima del ya bautizado como ‘crimen de Halloween’, otra muerte que quedó grabada al detalle. Las imágenes de las cámaras del bar Mamy Blue, en la pedanía murciana de Santa Cruz, captaron el momento exacto en el que el presunto homicida, Pedro, le atraviesa el corazón a la víctima con un arma. Gaspar se queda parado, se levanta la camiseta, se mira el pecho y ve la herida, por la que ya se le escapa la vida. Da cuatro pasos en dirección a la barra para apoyarse, pero no llega a sostenerse y se desploma en el suelo.
La tragedia se había cruzado en su vida apenas una hora antes, en el mismo momento en que atravesó la puerta de ese local de fachada rojiza. Aquella noche planeaba tomarse una copa con un amigo en un bar de la zona del Cruce de El Raal, pero estaba cerrado y decidieron ir al Mamy Blue. Una vez allí, se enzarzó en una discusión con un amigo de Pedro porque, según la versión de este, se puso «faltón» con la camarera. Tras un primer enganche con este testigo, el supuesto homicida entró en escena, propinándole un primer empujón que acabaría de la peor de las maneras. El reloj marcaba las 00.13 horas cuando Pedro saca un arma de un bolsillo y le asesta a Gaspar una única pero mortal puñalada. Salió del bar como alma que lleva el diablo. «Creo que lo ha matado», concluyó. El 2023 sumaba una nueva pérdida.

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Enlace de origen : La lista negra de crímenes que 2023 no debió conocer